27. Sólo tú

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Semana tras semana había una que otra dificultad. Sólo faltaban pocos días para el lanzamiento de la nueva colección y todos los ejecutivos estaban más que ocupados con el planteamiento del evento.

Tal vez no había mucho tiempo para que la pareja pase tiempo juntos, pero si lo había para darse mucho amor en la empresa o Sandra se escabullía de casa para irse al apartamento de Mario.

“Con tal de verte hago todo, cariño” Replicaba la pelinegra cada que llegaba al hogar de su novio.

Hoy era uno de esos días pesados en los cuales ella tenía que sorprenderlo nuevamente y sacarle una que otra sonrisa.

— Amor, ya es tarde, deberías estar en tu casa durmiendo, abrigada y soñando conmigo, pero, como soy tan buena persona... Te dejaré entrar a mi humilde morada. — Dijo con sarcasmo el castaño.

— Que agradecida estoy contigo... Pero realmente no estoy pidiendo permiso para entrar, voy a entrar.

Partieron en risa.

Sandra dejó su cartera sobre una mesita y la abrió, sacaba variedad de dulces de estas, tanto que dejó confundido a su pareja.

— ¿Por qué traes tantos dulces? — Pregunta caminando hacia ella.

— Supongo que... Para ver una película. Hace días no vemos una y... Como es fin de semana, somos libres de hacerlo. Si dices que no, te amarro en el sillón y te obligo.

Mario abrió los ojos de par en par.

A veces su novia se pasaba de cariñosa.

— Que cariñosa eres, mi amor. — Sonríe.

— Mi lado más cariñoso sale contigo, valóralo. — Lo señala con su dedo.

El castaño soltó una pequeña risa mientras negaba con la cabeza.

Tomó los dulces y los llevó con él hasta el salón, los dejó a un lado y prendió la televisión.

— Hoy Jimmy llevó a la casa a un amiguito de su colegio. ¿Y sabes qué pasó? — El mayor negó. — Estaba claro que no lo ibas a saber, que ridícula pregunta. — Cuánta razón. — El mocoso ese me dijo que parecía una jirafa y me llevaría al zoológico para que me cuiden como debería ser.

Mario se tapa la boca con la mano aguantando la risa.

— ¡Se pasó de altanero! Pondré reglas en la casa, y entre ellas estará una que diga “No se permiten mocosos insolentes (Especialmente los que se llamen Juanito)” — Abre una bolsa de gomitas de ositos y las empieza a comer.

— ¿En serio harías eso? — El castaño ríe en cada palabra.

— ¿En serio no me crees capaz? Lo haría con tal de defender mis derechos.

Siempre tan bromista...

<3

La película de acción estaba por terminar, realmente fue del gusto de los dos. Muy interesante y genial.

— Que linda la protagonista.

Un suspiro.

— ¡Yo la ví primero, aléjate! — La pelinegra lo empujó provocando que caiga al suelo.

Los dos carcajearon.

— Auch. — Mario sobó su trasero.

— ¿Quieres que te haga mimitos en el trasero, cariño? — La menor abultó sus labios.

— Chi.

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora