1. No puedo más

3.4K 161 34
                                    

Luego de un año desde que ocurrió tal escena con el Doctor Mario, nunca más volví a hablar de ello, al menos con él. Noté que no le importaba lo que yo sentía. Tal vez no debo sorprenderme, porque ese caso siempre ocurrió con todas las mujeres con las que ha estado.

Betty tenía razón, Don Mario nunca valió la pena. Me rompió el corazón de la peor manera.

Podré fingir que ya todo quedó en el olvido, pero por dentro aún me siento rota. Es momento de olvidarlo para siempre, no vale la pena seguir lamentándolo.

—Buen día, Don Mario.—Sonrío sutilmente.

—Buenos días, Sandra.—Devuelve mi saludo con gentileza.—Por favor, tráigame los listados de las compras que hemos realizado para la próxima colección y un café cargado, estoy muerto de sueño.—Bosteza.

—Sí, claro, Doctor. Ya se lo traigo.

Voy directo a la cafetería, pero Aura María interrumpe mi camino.

—Aura María, casi me caigo, mijita. ¿Acaso no ve que estoy caminando?—Cruzo mis brazos, frunciendo mi ceño.

—¡Fresca, mija!—La típica frase de mi querida amiga.—La estaba llamando por su teléfono y nada que contesta. Hay un 911 con las del cuartel, pero... ¿Le pasa algo, Sandra? Estaba con la cabeza en otro Mundo.—Abulta sus labios formando un pequeño puchero.

—No, nada, Aura María.—Evado el tema.—Dígame, ¿qué pasó?

—No sé, mija... ni yo tengo idea. Sólo me dijeron que vaya, que teníamos un 911.—Responde mi interrogante.

—Oh, bueno. Que raro... Vamos a ver qué pasó.—Musité.

Nos encaminamos a la sala de juntas del cuartel y lo primero que vemos es a Bertha con una expresión pícara en su rostro.

—Muchachas, ¿qué pasó?—Dije apenas llegué al baño con mi compañera.

Bertha continúa con la misma expresión.

—Bertha, ¿qué pasa mija?—Esta vez pregunta Inesita.

—¡Bertha, no tenemos todo el día!—Mariana palmea fuertemente su muslo debido a la desesperación.

—Ay, muchachas. A que no adivinan que acabo de escuchar.—Sonríe.—¡Este chisme está buenísimo, pero buenísimo! Como una hamburguesa con queso, jamón y chile.—Bertha saborea lo inexistente.

—¡Diga, diga Bertha!—Sofia suelta una carcajada.

—Bueno, ¡Agárrense de algún lado que con este chisme se van a caer!—Hace una pausa.—Escuché por ahí que el Doctor Mario está saliendo con una modelo, se les ve muy, pero muy felices. Hasta parece que van a formalizar.

—¿Cuándo no? Este Doctor Mario está con cualquiera, después vemos a la modelito llorando porque la dejó.—La pelirroja continúa carcajeando.

¿Otra modelo? No es agradable escuchar esto, pero tal vez resulta absurdo continuar angustiada por él.

¿Cierto?

—El Doctor nunca cambia, pero espero esta modelito dure.—Bajo la cabeza, hago mi mejor intento en fingir que no me interesa ni un poquito.

Creo que tengo más futuro de actriz, que de secretaria.

—Sí, muchachas, Don Mario nunca cambia. Tal vez lo hace para que la chica no sienta que la está utilizando, pero tengan por seguro que pronto acabará...—Betty encogió los hombros.

—Muchachas, es su problema, ¿a nosotras que nos importa? La chica se dará cuenta que el Doctor no es como piensa.—Inesita nos observa, incómoda.

Sé que fue un error • MandraWhere stories live. Discover now