19. El perdón

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Ya daban las 11:13 de la noche, la pelinegra estaba acostada en su cama. No podía dormir, justamente en este momento el insomnio se adueñó de su amado sueño.

Maldito seas insomnio.

Fue tanto que empezó a contar ovejas en su mente. Sí, ya no sabía que hacer para conciliar el sueño.

Ya hace días que no salía con Mario debido a que estaba ocupado haciendo quién sabe que cosas.. Quería verlo al menos un minuto.

Rápidamente se sentó y sobó sus ojitos, se colocó sus pantuflas y se puso lo que encontró de su clóset.

Tomó su cartera y sus llaves, abrió la puerta de su habitación y luego la de la entrada de la casa para irse de ahí.

Tal vez no dormiría en casa..

<3

Mario había estado viendo películas en su televisión, pero, se quedó dormido en la mitad de ésta. Estaba muy cansado, últimamente los días de trabajo estaban mucho más pesados.

Ya cada día estaba más cerca el lanzamiento de la colección, ya podemos imaginarnos.

Pero los días estaban aún más aburridos sin Sandra. Ya no salían, sólo se veían en la empresa. Él no se sentía feliz por eso.

Su timbre sonó y dió un salto, ¿Quién vendría a molestar en estos momentos?

Bostezó y desordenó su cabello con sus manos. Caminó hasta la puerta y la abrió, una sonrisa se dibujó en su rostro al verla a ella. A Sandra.

Se dieron un fuerte abrazo y la invitó a pasar.

— ¿Qué haces aquí tan tarde, cariño? — Preguntó con la voz completamente somnolienta.

— Quería verte. — Abultó sus labios y le plantó un beso en la mejilla.

— Yo también quería verte, pero, es tarde.. ¿Vas a quedarte a dormir? — Ella asintió.

Mario apagó la televisión y caminaron hasta el segundo piso tomados de la mano.

— Dormirás en la habitación de invitados para que estés cómoda.

Sandra negó con la cabeza y el castaño enarcó una ceja confundido.

— Tengo insomnio y no podía dormir. Quiero que me des mimos. — Llevó sus manos a las mejillas de Mario y jugó con ellas.

— Sí, pero.. En la habitación de invitados, sería un pecado dormir juntos ahora. — Soltó una risa y la llevo hasta ella.

La menor se deshizo de su abrigo y su bolso, y los colocó en el sillón.

— Aquí tengo esto para que te lo pongas. — Le entregó una camiseta rosada y unos pantalones de pijama grises.

— Gracias. — Le dedicó una sonrisa.

El castaño salió un momento de la habitación para que ella se pueda poner la pijama cómodamente. Cuando le avisó que ya podía entrar, lo hizo.

Sandra se acostó en la cama. Era muy cómoda y sabía que iba a dormir muy bien aquí en presencia de Mario.

El nombrado se acostó a su lado y empezó a acariciarle la cabeza. La pelinegra soltó un suspiro de satisfacción, él lo hacía muy bien.

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora