22. Te quiero

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Es un despertar, pero no cualquiera. Es de esos despertares dónde te agrada vivirlos. Y así es, a Sandra le encanta despertar al lado de Mario.

Abrió los ojitos y sintió unos brazos rodear su cintura. Sonrió y volteó quedando cara a cara con su novio, éste se encontraba aún dormido con la respiración serena. Lo abrazó y le empezó a dar besos por todo su rostro, el castaño soltó un quejido.

Aquel se sobó los ojos y cayó en cuenta de que la pelinegra estaba besando su rostro sin parar, así que, la tomó del cuello suavemente y besó sus labios.

— Buenos días, cielo. — Sonrió.

— Buenos... — Un beso. — Días... — Otro beso. — Amor.

Rieron y se dieron un dulce abrazo.

— ¿Tienes hambre? — Preguntó el mayor mientras acariciaba el cabello de Sandra.

— Mucha, pero, eso lo podemos hacer después. Ahora quiero que me des muchos besitos. — Hizo un puchero.

— De acuerdo.

Mario le dió tiernos besos provocando pequeñas risas en Sandra. Luego de su larga sesión, se dirigieron a la cocina para desayunar tranquilamente unos panqueques hechos por él mismo.

Quedaron satisfechos y se encaminaron al piso de arriba nuevamente, pero ésta vez a la habitación de Mario.

Se acostaron en la gran cama y el castaño prendió la televisión tecleando un número en el control y automáticamente cambia el canal de noticias a uno dónde transmitían dibujos animados.

Sandra ríe debido a la ternura que le causaba saber los gustos de aquel hombre descubriendo su sorprendente dualidad.

— ¿Qué es gracioso? — Cruza sus brazos y abulta sus labios formando un puchero.

— Nunca llegué a imaginar que el vicepresidente comercial de una de las empresas de moda más reconocidas de Colombia y uno de los hombres más codiciados del país disfrute tanto de los dibujos animados. — Suelta una carcajada y le da un abrazo.

— Éste es mi secreto y sólo tú lo sabes, amor. Ahora mira Doki conmigo o terminamos. — Encoje los hombros.

Sandra abre la boca ofendida.

— ¿Terminarías conmigo sólo por no ver contigo Doki? — Pregunta con el ceño fruncido.

— Sí.

— ¿Bromeas, no? — Se sentó en frente del mayor bloqueando su vista a la televisión.

— No.

La azabache golpea el hombro del castaño fuertemente.

— ¡Auch! Me duelen tus golpes, Sandra Patiño. — Soba la zona golpeada.

— Ah, con que terminando, idiota. — Golpea ésta vez el muslo de su novio.

— ¡Basta! No, no vamos a terminar. Ahora, veamos Doki que ya se va a acabar el episodio. — La jala del brazo y la lleva hasta él.

— No, no quiero, ve tu Doki pendejo solo. — Se resigna.

— Mi amor, veamos, yo sé que quieres... — Calderón le da un pequeño beso en el cuello.

— No quiero, ya dije. — Lo aleja.

— Nada, dame un besito.

La pelinegra lo piensa, pero, decide hacerse la difícil aunque sabe que no le va a durar.

— No.

— Dámelo o lloro. — Hace una mueca fingiendo tristeza.

Se dejó convencer y le dió un besito en los labios, sin embargo, su novio fue más rápido y la toma del cuello suavemente dándole un besito más largo.

— Que mejor que una pareja viendo Doki. Desean. Somos los mejores, deberían ponernos en el Guinness Récords cómo la pareja más genial del Mundo ¿No crees? —  El mayor guiña un ojo.

— Tienes razón, ahora déjate de cosas y veamos Doki. — Recuesta su cabeza en el regazo de su pareja y observa la televisión.

Él sonríe e imita la acción de su novia.

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— Recuerdo que... las del cuartel vinieron con un chisme, contaron que tú estabas “saliendo” con alguien y probablemente iban a formalizar. — Posa una mano en su frente. — Hablaban de Gina, y... me sentía muy celosa, la verdad, no quería que lo supieran ni ellas ni tú. Por eso estaba tan rara, aparte, créeme que aún estaba dolida. — Mario acarició su mejilla. — Aún sentía aquella tristeza, pensé que todo iría para un “noviazgo”, pero eso nunca pasó hasta ahora.

La pareja se encontraba en la cama jugando a las confesiones y ésta vez le tocaba a Sandra, decidió confesarle a su novio lo que se escondía hace mucho tiempo.

— Cariño, yo te lo dije aquel día cuándo declaré mi amor hacia a ti. Supe y sé que fui un estúpido, y sufrí las consecuencias cómo no tienes idea. — Peinó el cabello de la contraria. — Y... Ahora estoy muy feliz contigo, mis días a tu lado son los mejores, siento paz cuándo estoy contigo, cada día me gustas más y me encanta que me des todo de ti. Te pido perdón una y mil veces, yo.. Sé que fue un error.

La menor le da un beso en los labios.

— Y yo te perdono una y mil veces. — Juntó sus frentes.

— Te quiero, Sandra.

Le brillaron los ojos a la menor, finalmente llegó el día... Finalmente le dijo que la quería. Las lágrimas amenazaban en salir de sus lindos ojos negros.

— Yo también te quiero, Mario.

Juntaron sus labios en un beso lleno de amor, el sabor salado de las lágrimas de Sandra eran intrusas en aquel beso. La felicidad de saber que se querían mutuamente era grande.

Mario quería a Sandra y Sandra quería a Mario.

Se querían y pronto cambiaría a algo mucho más fuerte que aquello.

𖦆

Esto me pone soft, quiero llorar.

A ver, besense.

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Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora