Final.

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Sandra y Mario se encontraban en un plácido sueño en su habitación de hotel luego de pasar su primer día en su luna de miel. Sí, se encontraban en la capital de Italia disfrutando de aquellos maravillosos días como lo merecían.

El día anterior, al llegar, fueron directamente a almorzar y luego; disfrutaron de una noche de discoteca. Por esa razón, ambos despertaron con el característico dolor de cabeza.

—Carajo, no pensé que beberíamos tanto.—El castaño soltó un quejido.—¿Recuerdas cómo llegamos aquí, cariño?

—No...—Se esforzó para recordar lo que ocurrió a lujo de detalles, pero sólo recibió una punzada en su cabeza.—Necesito aspirinas, me duele.

—Llamaré a un empleado para que nos traiga algunas, espérame.

Mario tomó el teléfono y marcó el número de la recepción. Pidió aquellas pastillas para la resaca y sin dudarlo, el personal aceptó traerles. Dejó el objeto en su lugar cuando terminó la llamada y se acurrucó junto a su esposa.

—Abrázame.—Pidió la menor.

El contrario asintió y envolvió el cuerpo de Sandra con sus brazos.

—Te amo.—Calderón susurró dulcemente.

—Yo más, amor.—Sonrió.—Pero abrázame más fuerte que tengo frío.

—¿A caso quieres que te asfixie?—Interrogó, riendo.

—Sí, ahora cállate y abrázame.

<3

Salieron del hotel cuando se recuperaron de la dolorosa resaca que por un momento los dejó sin ganas de existir. Se dirigían hacia un elegante restaurante para cenar, donde protagonizaba la cultura italiana y comieron unas deliciosas pastas. Conversaron y al terminar, pagaron la cuenta.

Caminaron sin rumbo alguno, deseando observar los lugares que se encontraban. Se tomaron de la mano y se dedicaron unas hermosas sonrisas. El castaño besó la frente de su amada, recordándole lo feliz que era al estar allí junto a ella.

Les hacía feliz compartir un romántico momento.

—Tomate, ¿quieres que te compre un café y una dona?—Interrogó el mayor, sonriendo.

Una sonrisa de enamorado.

—¡Sí!—Replicó emocionada.

—Está bien, cariño, hay que entrar.

Ingresaron a la pequeña cafetería sin soltar sus manos, algunas personas los observaban con ilusión, deseaban tener una relación tan linda como la de ellos.

Les entregaron su pedido y se retiraron de aquel lugar tan agradable para comer mientras paseaban.

—¿Te gustó, tomatito?

—¡Sí, está muy rico!—Al terminar de hablar, bebió un sorbo de su café.

Él sonrió nuevamente, nada le hacía más feliz que estar junto a su ahora esposa. La única mujer con la que quiso un futuro.

<3

Pov. Mario

—Amor, ¿podemos ir allá?—Sandra consultó con su dulce voz. Señalaba con su pequeño dedo un muelle con una hermosa vista al mar. 

—Claro que sí, cielo, vamos.

Nos encaminamos hacia allí, posé mis brazos en el barandal de madera para observar lo que tenía enfrente y mi tomate sonreía, dejando ver sus hoyuelos, mientras sus cabellos se movían con la brisa.

No tardé ni un segundo en depositar mi mirada en ella, en su belleza.

Sandra es más que una mujer y cada día me lo demuestra con sus palabras, acciones y todo aquello que la hace notar tal cuál es.

Como la mujer que me hechizó.

Ni un “te amo” es suficiente para describirlo. Desearía que exista una palabra más que amor... Porque realmente la amo.

No recuerdo mis días sin su presencia, sin sus abrazos, sin sus besos y especialmente; sin ella. Porque sólo me imagino una vida a su lado, con aquellas bromas que me sacan más de una carcajada y con su sonrisa que me hace sentir como la persona más afortunada de este Mundo. Porque sólo yo pude conocer desde el lado más fuerte hasta el lado más débil de ella y aún así, sigo y seguiré pensando que es la mujer más bella que he conocido.

Mis días eran tan corrientes y sólo ella les dió sentido... Sólo ella me hizo disfrutar de cada momento de mi vida, convirtiendo en recuerdos borrosos, a recuerdos que me marcaron de una forma preciosa.

Ella es preciosa.

—¿Qué tanto piensas, cielo?—Preguntó, sacándome de mi nube de pensamientos.

Me acerqué a ella y deposité un cálido beso en sus labios.

—En lo afortunado que soy de tenerte, tomatito.

Me enamoré, y no me avergüenzo de ello porque finalmente encontré a la persona que me hace sentir bien, con la que puedo ser yo.

La amo sin miedos, sin ataduras, porque sé que podré disfrutar de una vida junto a ella... Amándonos mucho más al paso del tiempo.

Yo, Mario, amo a Sandra.

Y nunca dejaré de agradecerle al destino, porque gracias a aquel error que cometí en su momento, pude encontrar al amor.

—Te amo, tomate y te amaré incluso en mi siguiente vida.

—Te amo mucho más, Mario y prometo buscarte para ser felices nuevamente.

La encontré, a la mujer que juré amar para siempre... A la indicada, la que me dió a conocer el verdadero amor.

Sandra, mi Sandra.

Fin.

𖦆

Llegó el final de “Sé que fue un error”. La verdad... Me entristece un poquito que este fic el cual le tomé mucho cariño, haya llegado a su fin después de bastante tiempo.

Les agradezco por todo el apoyo que recibí durante estos años. Los votos, los comentarios, etcétera. Créanme que ha sido mucho para mí y no me caben las palabras para expresar lo agradecida que estoy por todo,
todo el cariño.

Nos seguiremos leyendo por aquí, ya que aún falta el epílogo y uno que otro extra. Si desean seguirme, sería genial. Estaré trabajando en más fics, y... Claro, continuando “Years Later” que sigue en emisión.

Mario y Sandra tuvieron un hermoso final, siendo felices y con un aprendizaje de vida.

No me queda más que decir. Sólo... gracias, gracias, gracias.
Los quiero<3

Atte. Leonela (Leo)

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora