3. La torpeza y yo somos una

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Mientras hablo con los amigos de Tessa hacen un llamado para que los de primero vayamos a la entrada del sendero. Me despido de ellos y voy con el resto de mis compañeros. 

Un escalofrío me recorre la espalda pero trato de ocultarlo. 

En cuanto estamos unas veinte o veinticinco personas frente a un camino que se adentra en el bosque aparece la directora y comienza a hablar. 

Explica que esto es para conocernos y blah blah blah. No me interesa la verdad. 

En cuanto acaba su discurso la seguimos por el bosque hasta una zona bastante apartada. Un círculo de cinco piedras, parecido al monumento de Stonehenge, en Escocia. Pero solo son pilares absurdamente altos con grabados en un idioma que no entiendo. 

No sentamos sobre las piedras y los troncos que hay tumbado en el suelo viendo el caldero que hay en el centro  subido a una mesa de piedra. 

-Empecemos por ti, qué sabes hacer? -pregunta la directora viendo al chico que hay a mi lado. 

Este se pone en pie para hablar. -Me llamo Kyle y soy un hombre lobo. -sonríe mostrando sus garras y dientes. 

Luego se levanta otra chica. -Me llamo Emma y soy una bruja, mi especialidad es la electricidad. -entre los dedos de sus manos aparecen rayos brillantes. 

Seguimos así hasta que solo quedamos unos pocos. Como ninguno se levanta lo hago yo, me niego a quedar de última y ser el mono de feria. 

-Me llamo Malía y veo el futuro. -sus expresiones de sorpresa no me hacen sentir mal, siento su emoción y sorpresa. 

Me vuelvo a sentar sobre el tronco de brazos cruzados. Pero esta vez hay algo que me incomoda. Mi corazón late debocado, mi instinto me dice que corra y me aleje lo máximo posible de este sitio. 

Y así sin más, mi "don" se activa, pero está borroso, veo unos ojos oscuros, casi negros, pero se vuelven rojos como la sangre. Sacudo la cabeza quitándome la sensación del cuerpo, pero el malestar no se va. 

La gente acaba de presentarse, hay lobos, dragones, brujas, monstruos marinos y unas cuantas cosas más que no sé qué son. 

Ya es hora de volver con el resto de estudiantes. Me mantengo en el medio del grupo para intentar que el miedo se me vaya del cuerpo. 

Miro hacia todos lados para averiguar dónde narices están esos ojos. Sé que los veré, pero el problema es que no sé cuándo ni dónde. 

Sin darme cuenta me voy quedando atrás, una brisa me acaricia la nuca provocándome un escalofrío. Por suerte ya hemos salido del bosque y Tessa me está esperando con sus amigos. 

... 

Juego con la hierba que hay frente al lago, estoy sentada en el suelo viendo el reflejo del cielo sobre el agua. Ya me he aburrido de esta absurda bienvenida. 

Ya he hablando con papá y mamá. La situación con ellos es un poco tensa, saben que no soy normal, pero al menos intentan aceptarlo. Se siguen preocupando por mí. Me siguen considerando su hija, eso es bueno. 

Miro la hora, van a ser las dos de la mañana, yo me largo a la habitación. Le mando un mensaje a Tessa para que no se preocupe y entro al castillo. 

Me permito caminar con calma, viendo los cuadros, las estatuas y las puertas talladas. 

El problema llega a la hora de recordar dónde demonios está la habitación. 

-Esto de no distinguir izquierda y derecha a la hora de orientarse me va a traer problemas. 

Subo por una de las dos escaleras, rezando internamente por acertar. No hay absolutamente nadie aquí dentro, y las velas de lámparas y candelabros comienzan a apagarse. 

Quiero encender la linterna del móvil, pero no tengo batería. No tendría que haberme dormido escuchando música. 

Me topo frente a unas escaleras que suben hacia sabe quién dónde. Y qué hago, subirlas. Con suerte me pierdo y mañana no voy a clases. 

Me topo de frente con una puerta de color negro azabache, con una luna gris tallada en el centro. El pomo también es de metal negro. 

Pego mi oído a la madera intentando averiguar si dentro habrá un trol o un perro gigante de tres cabezas llamado Fluffy que quiera matarme. 

La puerta se abre sola y yo me caigo de bruces al suelo, me levanto gruñendo por lo bajo. Lo único que ilumina esta habitación es la luz de la luna, eso es todo lo que necesito para poder admirar la asombrosa estantería antigua repleta de todo tipo de libros en todos los idiomas que puedas imaginar. 

Me acerco curiosa, rozo los lomos de los libros intentando descifrar los títulos, algo imposible debido a la poca luz y a los infinitos idiomas que hay aquí y no entiendo. Mi pie choca con una escalerilla de mano con ruedas que se mueve a lo largo de la estantería. Esto es el sueño de cualquier lector. 

La librería acaba y yo me acerco a la ventana, estoy a mucha altura. Como un cuarto piso. 

Al levantar la mirada lo veo.

Esos ojos rojos de mi visión.  

Mi corazón quiere salirse del pecho, miedo se queda corto, terror se acerca más a lo que siento. 

Me alejo de la ventana como una tonta, creyendo que lo que veo está fuera y no dentro. Pero mis esperanzas se disipan como el humo en cuanto mi espalda choca con algo. 

Me giro para encontrarme de cara con él, el portador de los ojos color sangre de mi visión. Quiero escapar y alejarme lo máximo posible. Pero antes de apartarme siquiera un paso, esa cosa me empuja contra la pared, mi espalda recibe el mayor daño. 

-Joder... -me quejo sintiendo punzadas de dolor. Si no salgo de aquí esta cosa me matará de verdad. 

Esta cosa me agarra del cuello con una fuerza exagerada, mis pies se separan del suelo unos veinte centímetros. Me cuesta respirar. Me retuerzo intentando que me suelte pero es imposible. -Suéltame idiota... -gruño apretando con fuerza su muñeca, clavo mis uñas en su piel sacándole sangre. 

Las velas se encienden de golpe iluminando todo la sala, esto es una habitación, su habitación.

Es entonces cuando le veo. 

The Monster I KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora