9. En el fondo quiero que me mire así

187 20 0
                                    

Siento como se abalanza sobre mí. Los dos rodamos varios metros sobre el suelo. 

Cuando paramos me niego a abrir los ojos, siento su respiración agitada en mi oreja. Su pecho sube y baja sin parar y sus manos están agarrándome con fuerza. 

Me duelen las piernas y las manos. Abro los ojos con miedo de ver lo que me puedo encontrar. 

Y, efectivamente, estoy a pocos centímetros de su cara. Intento separarme pero no me deja, se aferra a mí como un niño pequeño a su peluche favorito. Parece agotado y muy frustrado. Todos  nos rodean para ver cómo estamos. 

-Apartad! Apartad! -el entrenador los separa. -Chicos, cómo estáis? -pregunta, yo me separo de Jayden y los dos no ponemos en pie. -Quest! Podrías haberla matado! -le grita el entrenador. 

Tessa, West e Iris se acercan a mí preocupados. -Dios, Malía, estás sangrando. -West me limpia la nariz con sus dedos. 

-Malía, enhorabuena, has llegado a la meta, tienes los puntos extras. 

-Al menos he llegado a la meta. -sonrío dolorida. 

-Quest! Llévala a la enfermería y asegúrate de que esté bien. 

-Qué? No hace falta entrenador, de verdad... 

-Ni hablar, estás destrozada, al menos que él se encargue de llevarte. -indica poniendo una mano en mi hombro y con la otra saca ramitas de mi pelo. -Venga, te mereces un descanso, has sido la única en llegar. 

-Qué guay... Nos vemos en el comedor chicos. -me despido de ellos y me acerco a Jayden. 

Empezamos a caminar en silencio mientras los demás continúan con la clase. Me duele mucho el pie, y él debe de notarlo por mi forma de caminar. 

-No puedes seguir así, te harás más daño, yo te llevo. 

-No. -él se queda quieto mientras yo sigo caminando. 

-Malía, para. 

-No. -me estremezco al escuchar mi nombre en su boca. 

-Por qué te comportas así? 

-No lo sé, quizás porque casi me ahogas, me tiras por las escaleras, me tiraste contra la pared en dos ocasiones y me mordiste? -gruño encarándole. -Y ahora me has hecho rodar por el suelo unos seis metros. La verdad yo tampoco entiendo porque me comporto así. No veo ninguna razón. -le doy la espalda y sigo caminando. Pero antes de dar siquiera dos pasos me sube sobre su espalda y echa a correr a uno velocidad de vértigo. Me agarro a su cuello con fuerza para no escurrirme. 

-Ahora la que me está ahogando eres tú. -bromea una vez hemos llegado. 

-Perdón. -me bajo rápidamente y desvío la mirada, no quiero verle a los ojos. -Qué hacemos aquí? -pregunto viendo la luna de su puerta. -Esto no es la enfermería. 

-Ya lo sé, entra. -me quedo mirándole, está agarrando la puerta para dejarme pasar. -Vas a hacerlo tú o te meto yo? 

Gruño y entro a su habitación escuchándole cerrar la puerta detrás de mí. -Siéntate aquí. -señala su cama antes de entrar al baño. Me siento, pero no porque me lo diga él, si no porque estoy agotada. 

Él sale del baño con un botiquín de primeros auxilios que deja a mi lado. Arrastra una silla hasta ponerla delante de mí, se sienta y empieza a limpiar las heridas de mis piernas. 

-Por qué me has traído aquí? -me mira sin parar de limpiar. 

-La enfermera tiene una reunión hoy en Alemania, no volverá hasta mañana. -habla serio y sigue haciendo su trabajo. 

-Mientes. 

-No lo hago. 

-Sí lo haces, no soy tonta. -me cruzo de brazos y aparto la mirada, mis ojos caen sobre la magnífica librería que tiene. Siento un líquido salir por mi nariz hasta caer en mi pantalón. Me tapo la nariz con las manos para detener el sangrado. 

-Toma. -me tiende un clínex, lo cojo sin protestar y me tapo la nariz con el. -Túmbate, así parará antes. -me dejo caer sobre el colchón, ahora limitada a ver el techo. 

Pero me sorprende que este esté pintado de color azul oscuro, hay estrellas, lunas y soles pintados de dorado. -Me gusta el techo. -me quedaría viéndolo milenios. 

No dice nada, siento como me quita el zapato y el calcetín de mi pie izquierdo. -Te duele si hago esto? -comienza a girarlo con delicadeza. 

-Sí. 

-Cuánto? 

-Mucho... Ay! Para! -quito mi pie de sus frías manos. -Joder... -me quejo sobando mi pie. Tengo el pañuelo metido en los agujeros de mi nariz para que no se caiga, cosa que a él le hace gracia y comienza a reírse. -No te rías! -le doy un empujón con mi otro pie haciendo que se caiga de la silla. Ahora la que se ríe soy yo. 

-No hace gracia. -gruñe. Dejo de reírme y los dos nos quedamos en un silencio incómodo. 

Él se levanta y entra al baño, escucho el agua correr, se va a duchar? 

Me pongo en pie y cojeo hasta el baño. -Será mejor que me vaya, yo...

-Date un baño, estás horrible. -pasa a mi lado y se acerca al armario. 

-Perdona? -se quita la camiseta dejando al aire su fuerte espalda, antes de apartar la mirada logro distinguir un tatuaje en su cuello. No soy capaz de articular palabra. Estoy demasiado sonrojada. 

-Date un baño. -repite. -Necesitas quitarte esa ropa llena de tierra. 

-Vale... -entro al baño y cierro la puerta con pestillo. Dios, qué está pasando? No entiendo nada. 

...

Salgo del baño envuelta en una toalla, la aferro con fuerza a mi cuerpo para asegurarme de que no se va a caer. 

-Toma. -se levanta de la cama y me tiende una bolsa. Sus ojos me escanean de arriba abajo varias veces. -Te traje algo de ropa de tu habitación. 

-Primero, me sigues mirando así y te arranco los ojos, segundo, cómo has encontrado mi habitación y cómo has entrado? 

-Eso no es importante, y yo te miro como me de la gana. -gruñe acercándose a mí descaradamente. -Además, no es mi culpa que hayas salido así del baño, si no quieres ver las consecuencias será mejor que te pongas esto cuanto antes. 

-Idiota. -le quito la bolsa y vuelvo a entrar al baño para cambiarme. 

Y este de que va? 

The Monster I KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora