19. Tu chinchilla de confianza

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Todo sucede tan rápido que no sé cómo acabo atravesando la ventana del pasillo y salgo volando por el aire con dirección al suelo firme del jardín. 

No puedo pensar porque siento el mismo pinchazo de antes pero mucho más fuerte. Tanto que empiezo a perder la consciencia en pleno vuelo. 

Algo me agarra en el aire y sube al cielo. -Oye niña, no te conozco mucho pero creo que no tienes el don de volar. -es Axel. -Estás bien? -enseguida baja al bosque y me suelta, me apoyo en un árbol agarrándome el pecho. -Corazón roto... 

-No... -miento intentando recuperar el aire. 

-Sí, seguro, Malía, mi deber es protegerte, él me lo pidió y... 

-Jayden y yo no somos nada. -eso me duele más, mis piernas flaquean pero no dejo que lo vea. 

-Lo sé, y eso no es normal en él...

-A caso algo es normal en este estúpido colegio? 

-Escucha, estoy intentando ayudarte, pero no estás colaborando. -me da la vuelta obligándome a pegar mi espalda al árbol. Mantengo la cabeza bien alta. -Le he investigado, no lo habría hecho si esto no fuera algo raro. Ese no es el verdadero Jayden. 

-A qué te refieres? -cada vez que escucho su nombre el dolor aumenta considerablemente. 

-Creo que le han hechizado, con una poción. Todavía no sé cual, pero lo averiguaré, vosotros estáis destinados, no puede hacerte eso, es...

-Cállate! -el suelo tiembla un poco al gritar, se ha agrietado la tierra bajo mis pies. -No digas nada más! No quiero saber nada de él! 

-Créeme, sé de lo que hablo, intenta ver su aura en la competición, y verás que tengo razón. -baja su mirada a mi cuello. -Todos saben que tienes el corazón roto, no han parado de hablar de ello desde la fiesta. -mira las marcas de mi piel que asoman por la camisa. 

-No me interesa que la gente hable de mí, debería preocuparme cuando dejen de hacerlo. -paso a su lado y camino en dirección al castillo. 

A medida que camino el dolor aumenta porque no puedo dejar de pensar en él. -Mierda... 

Me cuesta respirar, pero intento mantenerme en calma para que no empeore. Pero parece que hoy no tengo nada bajo control. 

Me veo obligada a caer al suelo de rodillas, apoyada en un árbol he intentando recuperar la estabilidad de mi respiración. -Toma esto. -la voz de Bryson a mi lado me asusta, me da una botella con un líquido amarillento con pétalos de rosa dentro. No dudo en beberlo, es la medicina que puede ralentizar la enfermedad. 

Con el tiempo he descubierto que hay dos tipos de fases en esta enfermedad, el corazón roto y el corazón partido. La segunda es la mortal y la más común, la primera tiene varios síntomas: fatiga, emociones fuerte, cambio de personalidad brusco, migrañas, falta de oxígeno, desmayos, y mala coagulación de sangre. 

Lo de la coagulación me preocupa, porque significa que me desangraré con un corte más profundo de lo normal si nadie me ayuda. 

-Estás mejor? -pregunta Chase. 

-No se lo digáis a nadie, no me dejarán participar en el torneo. 

-Malía, no puedes participar así. 

-Sí que puedo, he estado entrenando durante mucho tiempo, necesito saber que soy capaz de hacer algo. 

-Nos preocupamos por ti Malía, no queremos que esto acabe contigo. -admite Chase. -Eres nuestra hermanita, nuestra mejor amiga, nuestra pequeña chinchilla. -sonrío al escuchar el mote que me pone. Me llama así porque en su clase de biología avanzada descubrió que ese animal es de la clase Mammalia.

Creo que no hay que explicar mucho más.

-Por favor, estoy bien, os lo prometo.

-Si vemos que no estás en condiciones pararemos el torneo, y sabes que no mentimos.

-Ya.

...

-Cíclopes, real o mito? -pregunta el profesor de filosofía caminando por la clase.

-Reales, hay estudios e investigaciones que afirman que aún existen.

-Cierto, dicen que viven en las cuevas más profundas, cerca de las minas de oro.

El señor Andersen sigue caminando haciendo resonar sus zapatos.

-Hidras, realidad o mito? -pasa su vista por la clase. -Malía?

-Mito. -él sonríe mostrando su dentadura blanca. 

-Mal. -sus ojos están fijos en mí, no se mueve, no parpadea, creo que siquiera está respirando. -En la historia de lo sobrenatural han ocurrido muchos casos en los que una Hidra, ese dragón de múltiples cabezas que se multiplican han evolucionado hasta convertirse en humanos con poderes poco comunes. Sabéis porqué no enseñan cosas sobre ellas? Porque nadie sabe sobre ellas, aparecen cada mil años aproximadamente unas diez en todo el mundo, pero son inmortales, como todos. 

-Entonces son reales? -pregunta una chica al fondo. 

-Así es, y son poderosas, una sola de ellas podría hacer desaparecer todo este instituto y el bosque entero si quisiera y supiese hacerlo. Sabéis que las brujas hacen aquelarres, no? Pues ellas igual, y hacerlo podría destruir el mundo tal y como lo conocemos. -nadie dice nada, tampoco se mueven, pero a mí me recorre un escalofrío por toda la espalda al escucharle decir eso. 

Noto como me mira de vez en cuando, pero rápidamente quita sus ojos de mí. Sabe algo, sabe lo que soy. 

El timbre suena y yo me quedo quieta en la mesa mientras todos recogen y se van. Una vez estamos los dos solos hablo. -Qué sabe? 

-Oh, Malía, por qué no te has ido? 

-Déjese de tonterías. Necesito saber qué soy, y usted lo sabe. 

-Nadie te lo ha dicho? -pregunta curioso. -Pensaba que la directora lo sabía ya. 

-La directora lo sabe, cierto? 

-Ella y yo hicimos una investigación sobre Hidras hace unos años, encontramos a una mujer que lo era, pudimos hablar con ella y aprender, y tú muestras los mismos poderes que ella. -noto su nostalgia y un claro sentimiento de tristeza. 

-Murió. 

-Su poder la consumió. Si tu cuerpo no está preparado para soportar tu don te vas muriendo poco a poco. El resto de Hidras la encontraron e intentaron convencerla de hacer un aquelarre, ella se negó y la maldijeron, perdió el control y se consumió así misma. -explica. -Sé que no te pasará, tú tienes algo que esa mujer no tenía. 

-El qué? 

-Amigos, familia y un compañero... -dejo de escuchar cuando pronuncia la palabra compañero.

-Tengo que irme. -cojo mi mochila y me largo. No sé a dónde ir, pero corro como una condenada, siento como si todo lo relacionado con esa palabra me persiguiera. 

Solo quiero olvidarle, pero parece que el destino me odia y no hace más que plantar a Jayden en mi camino. 


The Monster I KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora