Capitulo 3.

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Después de la cabalgata con espinilla, ambos nos vestimos y ahora si me coloqué la ropa deportiva sin penetrar a Amy. Espinilla se volvió a colocar su sexi ropa deportiva haciendo de nuevo que no pueda quitarle la vista en su abdomen y a su trasero.

-Acabas de follarme como quisiste, por lo menos deja de babear al verme.


Me cachaste, querida Amy.

Comencé a reírme y apreté mi mandíbula mientras ella se metía una goma de marcar a su boca divertidamente.


-No es mi culpa que vengas a mi casa con ropa según deportiva realmente sexi que me hace querer follarte a toda hora. -Le dije haciéndola poner roja de nuevo. Al final ambos bajamos las escaleras encontrándonos a mamá preparando una ensalada. Como lo estuvimos haciendo en una posición realmente excitante, ambos terminamos rápido. Mamá nos miró con el ceño fruncido al vernos.

-Pensé que solo iban a buscar algo allá arriba. -dijo mi mamá juntando las cejas. Iba a responderle pero espinilla se adelantó.

-A Blake se le olvido que parte del trabajo de química le había tocado, así que le dije y aprovechamos y buscamos la información, señora Evans.-dijo una sonriente espinilla. Después del tiempo y excusas seguidamente, aprendió a mentir. Y parece servir, pues mamá se lo creyó rotundamente y volvió a sonreírle a Amy.

-Si no fuera por ti estoy segura de que Blake reprobaría.-se acercó a Amy y la abrazo por los hombros.

-¡Hey!-me queje por dar a entender que era un idiota-No me quemes frente a espinilla mamá. Y tu espinilla -le dirigí mi vista a ella-vamos a correr.

Ella asintió y se despidió de mamá, aquí como estamos en abril, hay calor. Así que no había preocupación de que entre más oscuro más fresco esta el clima.


Salimos y primero como toda buena rutina, comenzamos a trotar. Aún no anochecía, estaba un atardecer.

-Tu mamá me adora. -dijo ella sonriendo.

Puse los ojos en blanco. -Lamentablemente tienes razón, Espinilla, mamá te adora y me pregunto porque.

-Quizá porque piensa que te ayudó con las materias.-Respondió mientras comenzábamos a aumentar la velocidad. Íbamos derecho, porque como en unas veinte cuadras había un parque. Ahí era nuestro punto de parada.

-Y no sabe qué tú solo me llevaste por el camino del mal, antes era virgen, y por tu culpa no lo soy más espinilla. -Le dije divertidamente. Escuche su risa boba y santurrona de siempre.

-Fue tu culpa que yo haya perdido mi virginidad también.

Me eché a reír. -Ya quisieras tu, tu me violaste ese día.

-¿Por que hablamos de sexo?

-Es imposible no hablar de sexo contigo con esa ropa, espinilla.

Volví a escuchar su risa y corrimos por unos veinticinco minutos más. Aún no llegábamos al parque, pero no estábamos cansados. Cuando uno de los dos se daba cuenta de que uno y se estaba cansando, disminuimos la velocidad. No estábamos cansados pero sí sudados.

Sentimientos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora