Capitulo 25.

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Amy y yo hemos sido mejores amigos desde sexto grado.

Recuerdo que me la encontré un día llorando en el salón porque los chicos de nuestro grupo no querían sentarse con ella, decían que apestaba a frituras ya que su madre se la pasaba todo el tiempo en la cocina de Wester.

A pesar de eso, ella jamás se avergonzo de su madre. Al contrario, a pesar de lo mal que se sentía por las burlas de los demás, siempre admiraba a su madre por su manera de trabajar y sacarlas adelante.

Ese día que la encontré, me sentí muy mal por ella. Estaba en las esquina abrazándose asi misma, lágrimas cayendo por sus mejillas, su cabello despeinado y su cara hinchada.

Me acerque a ella y le hable amablemente. Al acercarme y verla de cerca, sus espinillas me dieron un escalofrío por todo mi cuerpo. Eran en toda su cara, más en la punta de la nariz.

-¿Estás bien? -recuerdo que le pregunté acercándome a ella. Se sorprendió al verme ahí, creo que pensaba que nadie la observaba.

Ella se limpio sus lágrimas y me dió una sonrisa triste y fingida.

—Si, solo tengo alergia. —-mintió.

Me reí en mis adentros por su mala mentira, pero no quise burlarme de ella en estos momentos. -Se que estás mal por lo que dicen nuestros compañeros sobre tu mamá. -le dije, incómodo. Me senté a su lado.

—Los chicos de nuestro grupo son demasiado crueles. —exclama con tristeza mientras sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

Le ofrecí una sonrisa sincera de boca cerrada. Lo se, pero no debes tomarles importancia, no te avergüences de tu madre ni de lo que hace.—le comente.

Ella frunció el ceño y arrugó las cejas.

—No me avergüenzo de mi madre ni de lo que hace —me aclaro— estoy mal por lo que dicen de ella, más jamás negaría el esfuerzo que hace por sacarme adelante.

Recuerdo que desde ese momento supe que sería mi amiga. Su actitud, su honestidad y su sensibilidad me agradaron, me hicieron sentir empatía hacia ella. Me agrado en ese momento.

—Eres alguien muy fuerte—le dije con sinceridad.

Ella echo un suspiro cansado-Solo soy alguien realista —dijo.

Recuerdo que le di otra sonrisa—Eres alguien demasiado cool, Amy, no dejes que los demás vean que te afecta.

Ella me sonrió enseñándome sus dientes, blancos y parejos. —Gracias por decirlo, aprecio mucho que alguien no me crea una fracasada.

—Jamás me burlaría de alguien que tiene una madre que cocina delicioso.

Ella se echo a reír, una carcajada tan escandalosa y graciosa al mismo tiempo, se me hizo algo adorable.

—Seamos amigos y prometo que haré que tengas beneficios a la hora del almuerzo. —propuso ella con una sonrisa divertida.

Tendí mi mano con una sonrisa, emocionado por lo que dijo. —Acepto, niña espinilla.

Ella me pone una cara aburrida. —Es un problema de pubertad.

—Pues por ahora serás mi amiga la espinilla—le digo gracioso.

Ella me dio un suave empujón y sonrío, aceptando mi mano.

—De acuerdo, el apodo no me gusta pero si que seamos amigos.

Desde ese día, hemos sido inseparables. La presente a mis amigos y al poco tiempo se acostumbraron a ella igual que yo.

Cómo dijo, las espinillas eran cosa de la pubertad. Cuando estábamos en octavo grado, tenía la cara suave y cuidada que las espinillas casi ni se le notaban.

Sentimientos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora