Capítulo 18 : El Reino de los demonios

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— ¿No te gusto como soy? ¿Verdad? — quiso saber mi Tuksaka — Vivimos discutiendo.

— No, claro que no — y me lancé a sus brazos en forma de consuelo — Se que en el mundo real Tuksaka y yo discutimos pero aquí tu eres especial . Es aquí donde te quiero.

— Me alegra saber ...eso — y depositó un beso en mi frente — ¿Y cuando yo no esté? ¿Qué harás?

— ¿Por qué dices eso? — sus ojos estaban triste, desesperados . Su beso fue una despedida porque el sueño se desvaneció .

.

— No — susurré abriendo mis ojos

«No quiero que te vallas, no tú» — y deje escapar una cuantas lágrimas que solo cesaron cuando un brazo se envolvió a mi alrededor.

Seguía en el mundo espiritual , en la casa de Hanzo y durmiendo al lado de Tuksaka , la misma persona que apretaba mi cintura con sus brazos y me acercaba a él . Susurró una cuantas cosas sin sentido y dejó caer su cabeza sobre la mía dejando sus cabellos obstruyendo mi vista.

«Esta dormido» — pensé nerviosa por esta cercanía

Con mucho cuidado me fui corriendo para quedar enfrente de él . Por instinto quitó su cabeza y dejó sus brazos en el mismo lugar, en este caso por detrás de mi espalda . Se veía adorable durmiendo con suaves ronquidos y párpados cerrados que le daban una pizca de inocencia y tranquilidad.

Con la yema de mis dedos rocé su mejilla hasta llegar a esas dos cicatrices de las que no sabía absolutamente nada . Dejé mi mano ahí notando la profundidad de las heridas que  parecían las marcas de unas garras filosas.

Mis pensamientos dieron un alto cuando el brazo que me cubría por encima se alejó y una mano se deposito suavemente sobre la mía , dejándola estática sobre el rostro de Tuksaka.

— Fue hace mucho tiempo — habló y me dejó apreciar de cerca sus ojos soñolientos bañados en oro — Cuando solo tenía tres colas .

— ¿Qué fue lo que pasó? — pregunté en susurros mientras se acercaba más a mi dejando muy poco espacio entre nosotros.

« Eres cruel hasta siendo adorable » — pensé con rostro tranquilo pero mi mente era una cascada interminable de nervios y gritos . Sentí mis mejillas enrojecer de paso estando sorprendida cuando descubrí un rubor en su rostro imperturbable y luego me respondió con calma .

— Sólo era un adolescente cuando la zona oscura se hizo presente — bajó la mirada — Papá me pidió que cuidara de los hermanos mientras él se preparaba para la guerra . Era de esperarse siendo un yōkai pero lo que nadie esperó es que él fuera consumido por las sombras . Se convirtió en uno de esos demonios oscuros — me explicó con aire de tristeza

— Cuanto lo siento — intenté apartar mi mano pero me detuvo

— Cuando ya estaba poseído por las sombras nos buscó a mi y a los hermanos . Estaba sin control e intentó atacarnos — regresó a mirarme — Daisuke y Daichi nunca supieron porque los escondí y les mentí diciendo que mi padre había muerto.

— ¿La cicatriz fue ..?

— La primera batalla en la que participe en mi vida fue contra mi propio padre . Él me hizo estas cicatrices, pero en cambio yo no pude destruirle así que le dejé escapar — admitió apenado como si hubiera sido un cobarde.

— ¿Pero, no deberían haber desaparecido? — sonrió pero esa supuesta alegría no llegó a sus ojos

— Es el único recuerdo que me queda de él, jamás dejaría que se desvanecieran . Me las hiero cada vez que están curando — y aún con mi mano atrapada pudo hacerse un corte en la primea cicatriz con sus garras . Comenzó a sangrar

Niebla: El zorro de nueve colas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora