Capítulo 33: Captura y rescate

11 1 1
                                    

—Finalmente....— dice la persona encaramada en los árboles, mirándome de forma tan dulce que no puedo evitar sonreír aún después de lo que pasó.

—Akinmaru— se que me sorprende mucho verle pero me las arreglo para parecer agradable después de tantas lágrimas —¿Viniste por alguna clase de venganza?— pregunto mientras cae de pie a mi lado.

—La verdad es que no. Había recibido la noticia de que Tuksaka prestaría servicios al reino así que debía comprobar eso por mi cuenta— alza su mano y borra lo que queda de agua salada en mi rostro —¿Si que sabes que uno de los trabajos de Tuksaka es evitar que venga al mundo humano verdad ?— interroga con una sonrisa maliciosa.

—Es por eso que estabas en el bosque ¿verdad? Buscabas información y terminaste tropezando conmigo.

—Y no me arrepiento de nada. A sido todo un honor conocerte, Maiko.

—Entonces— me crucé de brazos pensativa —¿Se supone que debo detenerte?

—No, eso es cosa de Tuksaka, no las de un guardián— dice desatando su coleta con su cabello cayendo en cascadas sobre el rostro antes de volverlo a acomodar —Felicidades por el puesto.

—G-Gracias— tartamudeo de tan solo ver lo hermoso que es su rostro —¿Te vas a quedar mucho tiempo? Sigo pensando que no es buena idea tenerte aquí.

—Tranquila, regresare feliz al reino. No quiero estorbar tu trabajo— me sonríe una vez mas antes de despedirse besando el dorso mi mano y escapando por los árboles.

Akinmaru Yok parecía una buena persona que tenía ideales equivocados pero no tan exagerado como lo describía Tuksaka . Al parecer mi sensei era un perro gruñón después de todo usando sus instintos naturales para mantenerse a la defensiva de un demonio gato . Sonreía de tan solo imaginarlos como esos animalitos y peleando entre si

—¡Maiko-nee! Tienes que venir conmigo , los Dai-Dai se han metido en problemas— Kiba apareció de la nada, corriendo con todas sus fuerzas hacia mi y pidiendo a gritos que lo siguiera.

—¿Que quieres decir?— sabía que esos hermanos revoltosos vivían metiéndose en problemas pero nunca había visto a Kiba tan alterado por algo así.

No lo pensé dos veces y lo seguí tomando mi forma de zorro llegando hasta una fabrica abandonada cercana al pueblo. Destroce las puertas para entrar. Daisuke y Daichi estaban colgando de cabezas desde el techo, sus pies sostenidos por una de esas trampas para oso, la sangre corriendo por sus kimonos. La cadena que los mantenía suspendidos provenía de un cajón metálico en lo alto y enseguida todo me olía a mi tío Mozu, el cazador de demonios.

—¡Chicos, no os movéis, ahora iré por ustedes!— les llame corriendo con la intención de romper las cadenas. Me miraron sorprendidos y aliviados por tenerme allí pero entonces sus ojos se agrandaron el doble con evidente horror.

—¡Miako, cuidado!— advirtió Daisuke pero fue demasiado tarde para mi. Mi pie se atasco en otra trampa para oso y se activó, clavando sus filosas puntas en mi tobillo. Proferí un grito agudo mientras la cadena comenzaba a correr y me ponía de cabeza.

—¡Nee-chan!— lloriqueó asustado Kiba y lo vi con intenciones de venir a mi rescate. Le hice señas para que se detuviera a tiempo antes de que él también quedara atrapado. Entonces las cadenas que nos mantenían en el aire a los hermanos y a mi volvieron a correr para encerrarnos en esa caja. Ya no había tiempo de pensar un buen plan de escape

—¡Kiba busca a Tuksaka, dile donde estamos y que venga lo mas rápido posible!— le indiqué y asintió con tristeza en lo que se iba. Luego busqué a los hermanos que estaban a punto de ser encerrados —¡Daisuke, Daichi! Duerman e intervengan en los sueños del otro, no nos queda tiempo ¡Ahora!— logré decirles antes de que la puerta de metal que me correspondía se cerrara por completo , dejándome encerrada a oscuras y con un terrible dolor en el tobillo.

Niebla: El zorro de nueve colas Where stories live. Discover now