Capítulo 29: Debilidades

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Los planes para destruir al Reino de los demonios sombras estaban en marcha. Casi todos los dias Daisuke, Daichi, Tuksaka y yo nos batíamos a duelo con el enemigo usando al pobre Kiba de carnada. Nos iba bien y servía para las clases prácticas que necesitaba. Cuando no hacíamos eso Tuksaka, Kiba y yo pasábamos horas en la biblioteca de Hanzo para descubrir algo en contra de las nubes negras que ya protagonizaban mis peores pesadillas, me iba muy mal la verdad pero todo eso era  compensado por la felicidad que me daba saber los sentimientos que tenía Gigi en torno al niñito que dormía junto a mi en las noches. Un amor no correspondido según Kiba ya que el mismo decía que ese sentimiento era repugnante . Aún era joven para pensar en eso pero la misma mini-bruja ya había planeado la boda.

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—¡No!

—¡Si!

—¡No!

Llevaba como tres horas escuchando una discusión lamentable entre Tuksaka y Kiba. En estos últimos días no hacían nada más que pelear y quejarse.

—Ya te dije que si irás. No puedes hacer enojar a la gran bruja— le discutía Tuksaka desde la ventana.

—¡No iré hoy! No quiero ver a esa niña loca— se cruzó de brazos y se escondió en las almohadas de mi cama —Si eres zorro sácame de aquí, de otra forma ni cuentes conmigo.

—¡Aarrrgg! Maldita rata, no podemos retrasarnos por tu culpa.

—No señor tonto. Ve si quieres pero yo soy muy joven para perder mi virgini...

—¡Kiba!— le regañé ante lo que iba a decir ¿de donde aprendía tantas cosas? Su mirada se entristeció por mi grito pero la de Tuksaka se llenó de superioridad —Y ya dejaló en paz, si no quiere ir que no valla además no podremos ir esta noche— enseguida me interrogó por el motivo, se acercó hasta el escritorio donde terminaba mi tarea —Porque hay luna llena— oh si, esa semana angustiosa había regresado y no me parecía seguro asistir al mundo espiritual con tanta energía en el ambiente y mucho menos después de lo que pasó la última vez —¿Lo habías olvidado?

—Últimamente no tengo noción del tiempo— se inclinó sobre mi hombro —¿Te quedarás a dormir en mi casa otra vez, verdad?

—Mis maletas y mi permiso están asegurados— le esquivé y me incliné sobre la pared de al lado —Lo único que de verdad nos falta por hacer es la batalla de hoy. Daisuke y Daichi ya han acordado una para el sur, Kiba irá con ellos— aún con su puchero proseguí —Tu y yo estaremos en el norte.

—Me parece bien si la rata no va— colocó ambos brazos sobre su cabeza antes de unir las cejas con confusión al ver como Kiba se transformaba en perro y caminaba muy contento hacia él. El pequeñito puso en alto su patita izquierda y vacío el contenido de su interior en el pie descalzo de Tuksaka —¡Maldita rata asquerosa! ¿cómo te atreves?

—¡No me llames rata!— tomó forma de niño solo para decir esas cuatro palabras sin darse cuenta de el acceso que le otorgó al Kitsune. El Sensei lo agarró del kimono y dio con todas sus fuerzas a las pompis de mi amigo. Era como un padre dando nalgadas a su hijo travieso. Por primera vez no me enojé , las carcajadas se escapaban de mi boca ... aunque si iba a castigar a los dos por eso, talvés después de la batalla de hoy.

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—¡Esto es tu culpa! ¿por qué los hiciste enojar?— el zorro de pelaje negro gritaba por sobre la brisa qué provocaba la velocidad de correr.

—¿Mi culpa?— me señalé ante semejantes palabras pero ver a todo esa ola negra pisándonos los talones lo libró de mi enfado. Teníamos cosas más importantes ahora —¿Qué hacemos? 

Niebla: El zorro de nueve colas Where stories live. Discover now