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Era ya de noche, todos dormían tranquilamente. Todos, menos Rualik y Azriel.
Ambas almas estaban turbias en ese momento, hundiéndose en un sin fin de recuerdos que ahora eran pesadillas.
Pesadillas; que los perseguían día y noche, aunque en la noche tomaban más poder.
Se sentían débiles.
Azriel se removía en la cama, sudando. Con su ceño fruncido se volteó a la izquierda, tratando de huir de los recuerdos.
No veía nada, su alrededor era oscuridad. Escuchaba su respiración agitada y unas voces que hablaban en susurros, asustandolo.
"Pequeño..."
"Busca venganza... "
Azriel no quería eso, el solo quería ver a su madre de nuevo.
"Está bien, está cociendo ahora..."
Se tranquilizó al oír a las voces decirle eso. Pero no duró mucho.
Sintió como unas manos le taparon la boca y le lastimaban sus alas. Trató de safarce de sus agarres, pero él casi no comía, estando muy flaco y ellos eran fuertes.
- Mira, si es el pequeño monstruo - le jalaron el pelo, haciéndole doler la cabeza.
-El insecto que nadie quiere
- No vales nada, bastardo, tú madre es un asco.
- Debes tener lo que en realidad mereces.
Sintió como las manos desaparecieron, pero de pronto, todo su cuerpo se empezó a incendiar, sentía como si sus manos se fueran a caer.
Escuchó las risas de sus hermanos, y empezó a gritar, pidiendo ayuda. Al voltear su cabeza, vió a su madre, está lo veía decepcionada.
- Cobarde
-Monstruo
- Bueno para nada
- Estúpido.
Las voces de sus hermanos y la de su madre, empezaron a ser borrosas, y ahora sólo escuchaba sus propios gritos de agonía.
Las sábanas estaban mojadas, al igual que el largo pelo de Rualik, se volteó a su lado derecho. Hizo una mueca, aún dormida.
Sus manos estaban atadas, sus ojos vendados y solo supo que la pasaron de una habitación a otra por los pocos ruidos.
Supuso que llegaron a su destino al detenerse en un lugar frío. Cuando descubrieron sus ojos, vió a Thaikon y a tres de sus "amigos" cercanos, la veían burlesca.
Sintió sus manos sudar y sus piernas temblar, sin saber que iba a pasar. Tenía ya seis años y aún no entendía muchas cosas de las que su "jefe" hacía o decía.