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El silencio rondó por los pasillos del castillo, cada habitación en un silencio asesino. Ventanas cerradas, sin permitir un pequeño rayo de luz iluminar sus caminos.
Rhysand se sentó viendo el cielo de su hogar el techo, pero realmente su mente estaba perdida.
En su mente aún se encontraban muy frescas las imágenes de su hermana y su familia, apareciendo en la sala de la Casa de la Ciudad.
La forma en la que sus manos no dejaban de tocar el cuerpo inerte de Kaik, como le susurró promesas con la condición de que abriera sus ojos. Escuchó los gritos desgarradores que soltó, como sintió su propio corazón apretarse ante la horrible imagen.
Pero nada funcionó, porque su corazón había dejado de latir y ya nunca volvería con ellos. Con ella.
Rualik se había desmayado en los brazos de Azriel, que veía el cuerpo con una mirada perdida mientras susurraba cosas a su oído.
Escuchó los gritos desde la habitación que compartía Rualik y Az.
-¡No lo voy a dejar, no lo voy a dejar, no lo voy a dejar...! - el dolor destiló en cada frase. Hasta que los gritos se detuvieron, supuso que se había desmayado de nuevo. Esa rutina quedó por un día entero.
Al día siguiente Rualik se había parado en frente de ellos ; su rostro pálido, ojeras moradas, labios resecos y ojos hinchados. Ninguna emoción corrió su rostro cuando Laera, que también lucía devastada, les informó que se irían porque eran una amenaza ahí.
No necesitaron más para entender. Ahora sabiendo que Thaikon y Hellas la podían controlar no querría exponerlos. Pero ella no habló, no miró a nadie.
Incluso cuando él Círculo Íntimo de la Corte dijo que viajaría con ella a Ilyria, no los miró o habló. Perdida.
Y ahí estaban, pero habían perdido a uno de ellos y ya nada sería igual.
[°°°]
Vacío.
Silencio.
Dolor.
Se quedó quieta, en la misma posición en la que había permanecido desde que se encerró el su cuarto. Sus piernas recogidas contra su pecho, su mirada perdida en la nada misma.
Su cabeza gritó, protestando de dolor, sus pulmones se cerraron buscando aire, pero ella no reaccionó. No sentía nada.
No sentía a su hermano.
Escuchó voces, lejanas, creyó sentir a alguien moverla, pero no reaccionó. El agua fría tocó su piel, limpiandola.
