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Unos minutos después Rua aún seguía sin dormir, sin poder dejar de pensar en Azriel.
En sus labios, en su olor, en su sabor... Pensó lo completa que se sentía a su lado, como la hacía dejar de pensar como guerrera y reina y le mostraba como era tener un corazón de nuevo.
Podía jurar seguir sintiendo sus manos en su cintura y su cuello, el como las cicatrices le enviaron escalofríos por su columna.
Como sus labios deboraron los suyos, como si hubiera esperado por ese beso miles de años.
La forma en la que el hilo de su lazo, tiró de ellos. Un beso lleno de confusión, pero también de necesidad. Por medio del lazo, supo que Az había sentido anhelo, tranquilidad y exitacion. Él quería más.
No era el único.
Rua no entiendía como había pasado tanto tiempo sin probar sus labios, sólo tenía claro que alejarse de él, se volvería más difícil que nunca.
Arrugó el ceño al sentir una emoción grande abarcarla. Una que no había sentido en bastante tiempo.
Miedo.
A perderlo.
Incluso aunque no lo tuviera.
Desvío la mirada a la puerta y se levantó, dispuesta a ir a Azriel. Quería estar con él.
Aunque una vez más no logró alcanzar la manilla. Y no por una razón que le gustara, como Azriel deteniendola y besándola.
Él disgusto la recorrió y aunque peleó, como siempre, su conciencia la abandonó.
Cuando reaccionó, ya no estaba en Prythian, estaba en Leindur el mundo de Thaikon, donde había sido vendida.
Su comprador estaba enfrente de ella, con su típica sonrisa burlona y arrogante.
Rua sabía a lo que venía, desde que la había comprado era lo mismo una y otra vez, pero no revelaría el dolor y desespero que esto le causaba.
Ella levantó su cabeza en alto, incluso cuando sus piernas le fallaron, haciéndola arrodillarse en frente de Thaikon gracias a una orden en su lazo.
- Mi preciosa Rualik...- degustó su nombre de una manera que casi la hacía vomitar-¿Me has extrañado?
Rualik no habló, no le dió el gusto, hace muchos años le había dicho que no merecía su atención, no cambiaría ahora por nada.
- Sigues en lo mismo, ¿eh? - chasqueó la lengua y sonrió malicioso, su cabello largo y negro llegando hasta sus hombros. - Eso nunca lo mejora, cariño.
Rua lo miró fingiendo tranquilidad, aunque por dentro gritaba porque alguien llegara y la sacara.
Theikon silvó, dando un aviso. Rua evitó el temblor en su cuerpo, por poco.
