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Rhysand caminó por varios pasillos en la profundidades de la gran biblioteca. Cuando ya se iba a a cansar de buscar la vió. En una esquina, mirando le libro como si su mente estuviera perdida.
- ¿Seguirás escondiendote aquí?- se recostó en una pila de libros, preocupado por la reina.
Ella no levantó su vista del libro, sólo se encogió de hombros.
- No me escondo.
Pero sí lo hacía. Habían pasado ya tres días desde que Azriel se enteró de la verdad.
- Azriel...
- Le doy su espacio, Rhys. Era su hogar antes de que yo apareciera, no lo incomodaré.
Y le dolía, porque no sentía nada por el vínculo, como si lo hubieran apagado. Pero ella sabía que tenía la culpa, y no lo presionaria. Aunque mentiría si dijera que no estar junto a él o escuchar su voz por tres días no le afectaba. Eran como estacas en su corazón.
Suspiró, finalmente levantando la vista hacia su hermano. Él se había acercado, ahora se encontraba sentado a su lado.
-Además, sabes que no me siento bien.
Rhys sabía que era verdad. El poder de ambos anillos la habían golpeado fuerte, si ya contaba con un gran poder, contar con dos llaves que ayudaban contra uno de los primeros seres en existir, la habían sobrecargado hasta dejarla sin moverse en el sillón de su oficina.
Ahí la había encontrado hace tres días, sorbiendo su nariz, sus ojos rojos, pero perdidos en el suelo. Cuando había levantado su cabeza, sólo había tragado con fuerza.
-Lo jodí.
Ahora con ella ahí, sus ojos apagados y sin él brillo malicioso, su corazón se apretaba con dolor.
La miró, y unió sus manos.
- Dos cosas. Uno; eres mi hermana y al igual que él, esta es tu casa. Dos; ¿Cómo sigues sobre eso?
Rua se encogió de hombros fingiendo una sonrisa que parecía más una mueca.
- Aveces me duele mucho la cabeza. Y empiezo a temblar, pero no le digas a nadie o le digo a Feyre-bromeó. Hadeth, Nuwyn, Laera,Cass y Nesta se habían quedado en el campamento entrenando a las Ilyrias ahora aladas.
- Rua...
-Estaré bien, solo es una excusa para esconderme aquí- bromeó de nuevo, pero no era verdad.
Su cabeza realmente dolía y caminar la cansaba, pero nadie debía saber eso
- Al menos, ven a comer. Feyre te extraña.
Rua sonrió, empujando su hombro con el de Rhys.
-Te dije, nadie puede conmigo - y Rhys entendió en doble significado de esas palabras. Lo agotadas y desanimadas que sonaban.
