Jugando al escondite- Final

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Subo al último piso y esta vez no hay ninguna luz de colores. Antes de poder avanzar, una barrera de cristal me frena, no entendía nada hasta que una voz robótica me dice de colocar la pulsera en la ranura. Hago lo que me indican y de repente la barrera se abre y una luz ilumina la habitación 666. Me acerco y entro, ahí está Clarissa. ¿Qué está pasando?
Clarissa: Vaya vaya, parece que alguien se ha portado mal.
Yo: no lo entiendo, no me has pillado, imposible.
Clarissa: te equivocas, justo en la planta cinco no te molestaste en esconderte para que no te reconociera. Has fallado, te he pillado y ahora me toca castigarte.
No sé qué clase de castigo me impondrá pero me pone cachonda solo de verla con ese látigo.
Me coloca en una silla, ata mis manos atrás de la silla de forma que no puedo moverlas, me abre de piernas con un movimiento brusco y me las esposa a las patas de otras dos sillas conjuntas. Estoy inmovil, no puedo moverme, de nuevo.
Clarissa: a lo largo de tu estancia aquí he ido acumulando datos sobre lo que más cachonda te pone, te he observado, te he disfrutado a lo lejos y puedo decirte que me has sorprendido. Parecias una buenaza pero escondes un lado sensual que pocos conocen. Te ponen las mujeres mayores, mujeres que podrian ser tu madre, te pone que fronten su vagina con la tuya, te pone verlas disfrutar contigo. Pero he venido a castigarte, no a hacerte disfrutar más.
Tengo entre miedo por haberme calcado e intriga, pasión y ganas de que me dé con ese látigo hasta romperme. 
De pronto aparece una mujer de cerca de cuarenta, tal y como me gustan, totalmente desnuda. Se coloca delante de Clarissa y seguidamente Clarissa aparece detrás suyo con una careta de mi cara y ambas se besan. Se colocan en la cama en frente mio y la mujer empieza a jugar con los pechos de Clarissa, que con la careta parece que me lo hace a mi. Clarissa gime y la mujer baja hasta su intimidad. Mete su lengua y empieza a lamer su coño mojado. Solo pueden oirse los gemidos de Clarissa y mi sufrimiento interno, pues verlas y no poder hacer nada me estaba matando, ahora entiendo el castigo. Solo de ver que podría ser yo e imaginarme que soy Clarissa me pone todavia más.
Clarissa: ¿te gusta, cariño?
Yo: si...
Clarissa: ¿quieres probar?
Yo: por favor...
Clarissa y la mujer se ponen cada una en las sillas que estaban pegadas a la mia y comienzan a masturbarse. Sus gemidos se convierten en uno y mi sufrimiento aumenta. No puedo evitar gruñir y gemir.
Yo: por favor, Clarissa...quiero...necesito probaros...
Clarissa: bienvenida a tu castigo.
Puedo escuchar sus coños mojados como chapotean con sus tocamientos feroces. De pronto noto como un líquido empieza a caer en mi, la mujer se estaba corriendo y yo solo intentaba abrir la boca para probarla pero ella se alejaba para hacerme sufrir.
Después, ambas se ponen en el suelo en frente mio en posición de tijera y comienzan a frotar sus vaginas con pasión. Gemidos fuertes, coños chapoteando, mis ganas de gritar. De tan cachonda que estaba me empieza a caer líquido de mi propia vagina. La mujer lo ve y se coloca debajo para tragarselo. Después, ella y Clarissa se besan y eso me pone mucho más, asi que no puedo evitarlo mas y gimo fuerte.
Al escuchar mis gemidos, Clarissa coloca un vibrador de control remoto dentro de mi y ambas se colocan en la cama mirando hacia mi y se masturban la una a la otra mientras me ven sufrir y van aumentando la vibración del vibrador.
Yo: ¡aaah!¡dios! ¡sssiii! ¡mas mas maaas! ¡ahahahaaah! no...nn....oo pares....
Estoy a punto de tener el mayor orgasmo de mi vida y de repente Clarissa para en seco.
Clarissa: Basta. Amada mujer, ha sido un verdadero placer.
La mujer se va y Clarissa me deja en shock.
Yo: ¿ya? No puedes dejarme así.
Ella simplemente me da la ropa y me recuerda que en eso consiste un castigo, en no disfrutar.
Yo no puedo evitarlo, no quiero que acabe así, algo se apodera de mi y la empujo contra la cama. Recorro con mi vagina su cuerpo hasta llegar a la suya. Nos frotamos con pasión, chorreamos y llegamos juntas al orgasmo de nuestra vida.
Yo: Ahora sí hemos terminado.
La dejo rendida en la cama, le coloco mi ropa interior en su boca y me voy completamente desnuda, solo con una bata que robo del hotel. Volveré

CULPABLEWhere stories live. Discover now