Capítulo [1]

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Caminata

Alex

Me encogí en mi lugar al sentir una leve corriente de frío, con este clima no parecía que estuviésemos en verano y, pese a eso tenía que lavar cada tres días todos mis pantalones y jeans porque, me quedo sin ropa y no pienso gastar dinero. Es totalmente ridículo, ¡un pantalón me cueste 20 dólares!

Miré la hora en mi reloj, suspiré satisfecha al ver que solo faltaban cinco minutos para que el metro se detuviera. Pasé las manos por mi cabello e hice un moño, creo que debería comenzar a mirar videos de YouTube sobre peinados. O tal vez debería raparme la cabeza y no volver a tener estos problemas.

Apoyé la cabeza en el ventanal y cerré los ojos escuchando la melodía de algún pianista que el metro ponía en los altavoces. Dejé salir un bostezo, me preparé para dormir por solo cinco minutos… luego sentí como zarandeaban mi antebrazo.

—¡¿Qué?!

Mi hermana me miró con mala cara y me dio un golpe en la frente.

—Que ya llegamos, y no me contestes así.

—Estaba muy concentrada en la magnífica música de un artista —dije con aire airoso poniéndome de pie, me estiré un poco porque estar sentada por media hora no se sentía del todo bien. Sacudí mí vestido y miré hacía los lados, solo iba una mujer con sus tres niños, un hombre muy guapo, dos ancianos y dos tontas.

Aclaro que, las tontas somos nosotras dos.

—¿Desde cuándo te gusta la música clásica? —preguntó.

—Cállate y ayúdame a bajar mi equipaje —murmuró, Nakia me saco la lengua antes de ponerse de puntillas y bajar la maleta, yo bajé mi mochila y la colgué en mi hombro.

Ambas salimos del metro y la brisa de verano nos recibió. Metí ambas manos en las bolsas de mi vestido y caminamos a la salida.

—Me gusta la música clásica desde siempre, ahora es mi hobbie —añadi y me encogí de hombros.

Nakia me miró y negó con la cabeza, salimos de la estación y caminamos unos diez minutos hasta llegar a la horrible residencia. No es que sea tan horrible, bueno en realidad si lo es, pero no me quejo porque viviré ahí por unos meses, solo esperaba que pasaran lento. Algo por lo que me gusto esta chocita fue saber que cuenta con aire acondicionado y un muy buen servicio.

Al estar por la mitad del camino me detuve, eso cansaba mucho. Nakia ladeo la cabeza y entrecerró sus ojos, ¡que se espere porque me dio la maleta y pesa! Di dos boncandas de aire más antes de volver a caminar junto a ella, miré por ambos lados y reconocí todo, las tiendas de pasteles, tiendas de ropa, comida rápida, bares, y mi favorito: El restaurante Venus, con la estética de mi banda favorita, el bar Candy, ese bar era maravilloso y mas sus deliciosas hamburguesas.

Hice un berrinche mental antes de entrar, aire frío me recorrió el cuerpo y lo sacudí, vi de reojo que Nakia ponía cara de satisfacción y estiró ambos brazos; disfrutó del aire acondicionado.

Puse los ojos en blanco al ver la fila en la recepción, solte un suspiro y me ubiqué detrás de una chica de cabello rosado y morado, mi hermana la miró con cierta curiosidad, hundí las cejas y arrugué la nariz.

—Trajiste tu pase, ¿verdad? —asentí, lo saqué de la mochila y se lo mostré— Bien, yo creo que nos dejaran pasar.

Esta residencia no era muy famosa por la cantidad de personas que venían a alojarse.

—¿Quieres que vaya a preguntar?

—No, está bien. Aún no me quiero ir.

Sonreí con la boca cerrada y volví a colgarme la mochila, después de esperar por casi media hora fue al fin nuestro turno. Le di mi pase a Jenny y ella me dio una llave, tenia un delfín como llavero.

Es raro el amor ©Where stories live. Discover now