Capítulo [13]

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Necesitaba decírselos

Alex

Voy a ser honesta. Este día se titulaba el peor de todos, hoy iría a hablar con mis padres sobre un tema muy específico. Tenía grabado en el cerebro que nada de esto terminaría bien, hace años que no hablo con ellos, calculando bien creo que se va por cuatro o cinco años, ¿mucho tiempo, no?

Es tan… agh, ni siquiera debí aceptar hablar. Ni siquiera debí haber dicho que sí así como así, se tardaron cinco jodidos años en hablar, cinco jodidos en los que se me pasó por la cabeza que yo era la culpable de todo. Sintiéndome cada vez más mal, cada vez más inútil.

Froté mis ojos con ambas manos y las pasé detrás de mi nuca. Me mordí el labio con fuerza y agarré el celular, miré la hora en el reloj y me di cuenta que era bastante tarde. Y, no me iba a levantar de la cama, no, ahora ellos tendrán que esperarse.


Mason: Por cierto buenos días :)
8: 46 am

¿Qué le pasaba? ¿Por qué se levantaba temprano en un domingo?

Alex: Buen día.
11: 19 am

No recibí ninguna respuesta, así que me puse de pie yendo directo a la ducha. No había rastro de Atenas por ninguna parte.

Lo único que me puse fueron unos jeans ajustados, una playera de mangas largas color blanca y mis botas militares. Me dejé el cabello suelto y con mi peor cara salí de la residencia, mi panza empezó a doler por los nervios que me causaba esta situación. Me dieron ganas de vomitar y sentía que si en este momento olía la loción de un hombre; vomitaba.

Los mensajes por parte de mi hermana comenzaron a estallar en mi celular y eso me puso más nerviosa. Pare el autobús y subí, me sostuve del estúpido tubo y apoyé la frente en mi muñeca. Esto es una ventaja; ser alta y poder sostenerte bien del tubo del autobús, no se que haría si fuera baja. De un momento a otro mi cabeza punzó y mi corazón se aceleró, el autobús se detuvo y fue mi momento de sacar mis auriculares. Casi caigo pero logré sostenerme a tiempo, reproducí una canción de mi álbum favorito y cerré los ojos por unos segundos.

Miel de Zoé inundó mis oídos, repiquetee los dedos en el tubo y respiré profundamente más de tres veces. Abrí los al sentir un peso en mi hombro, mi respiración fue bajando de poco a poco y, por un pequeño momento creí que iba a morir. La canción estaba dando sus últimas notas y Labios roto sonó, la cabeza se me movió por sí sola, Es raro el amor, ah. El autobús hizo una parada y mucha gente salió, fue mi momento de ganarme un lugar.

La canción aún seguía a todo volumen en mis oídos, las canciones de Zoé son como respirar aire puro. Apoyé la cabeza en la vidrio y canté en voz baja, me transmiten tanta paz, tanta tranquilidad que quiero pasarme los días en este autobús escuchando sus canciones. Pusé mala cara cuando alguien se sentó a lado mio.

Así mismo, llegué a mi parada luego de cuatro canciones más. Ahora se reproducía Ciudades invisibles, sostuve con fuerza mi bolsa y caminé unos cuantos metros hasta llegar a mi destino. Entré, sin más, busqué con mis ojos a mis padres y…

Los encontré, ahí estaban. En una de las mesas del centro; mi madre luciendo nerviosa, mi padre está enojado y muy impaciente. Nakia parece tratar de calmarlo con sus honestas palabras motivadoras, me quitó los auriculares y los guardo en la bolsa junto al celular, llego a la mesa y los tres pares de ojos recaen sobre mí.

—Alex, hija…— mamá medio se pone de pie, quiere tomar mi mano pero no la alcanza. Tengo la cabeza baja; no quiero verlos, no quiero…, no quiero.

Es raro el amor ©Where stories live. Discover now