Capítulo [12]

254 23 18
                                    

El pollo de almendras junto con ella sería ahora, mi mayor sueño

Mason 

Su cabello estaba muy desordenado, sigo insistiendo en que a ella se le ve demasiado perfecto. Apoyo la mejilla en mi puño mientras que la veo desaparecer entre el pasillo de la residencia. Hoy se ve espectacular, estoy acostumbrado a verla en vestidos que resaltan todas sus bonitas facciones. Y, ahora que la veo con jeans ajustados y una blusa negra sin mangas… no sé con qué vestimenta me gusta más.

Le quité el freno a mi motocicleta y emprendí mi viaje hacia el departamento de Jason y Hector. Quizás y ahora estén planeando mi muerte con todos los detalles y sin ninguna prueba de que fueron ellos.

Aparqué la motocicleta en un pequeño espacio que había entre dos coches y bajé quitándome el casco. Subí por el horrible ascensor, caminé por unos pasillos hasta estar frente a su puerta. Toqué tres veces para que se dieran cuenta que era yo.

—Tengo una explicación —dije con las manos a centímetros de su pecho.

Jason me miró de arriba a abajo, suspiró y se hizo a un lado para que pudiese pasar. Lo miré desconfiado y con cuidado entré, sentí la palma de su mano impactar contra mi nuca causándome un severo dolor. Subí la mano hasta ella y la froté, ojalá se le hubieran roto y adiós sueño de ser cirujano.

—Una jodida hora y media esperándote. ¿Quién te crees que somos? ¿La enferma nueva o qué?

—Dije que tengo una explicación, ¿qué fue lo que no entendiste?

—No hay explicación, llegaste tarde.

Me pasó por un lado con la cabeza echando humo. Volví a frotar mi nuca con la mano y dejé mi casco en el perchero. Fui a la sala donde me encontré a Hector con la laptop en la piernas, a Ansel acostado en el suelo jugando en su móvil y a Jason comiendo de una bolsa de galletas.

Todos clavaron su mirada furiosa en mí.

—Dame una explicación coherente que no me haga lanzarte mi chancleta justo ahora.

Ansel me señaló con ella luciendo amenazante.

—Es que… me he distraído.

—¡¿Cómo qué…?!

—¿Esa distracción tiene que ver con una chica de cabello rojo y se llama Alex?

No pude evitar sonreír.

—Esta bien, te la paso porque yo también he estado así de idiota por alguien— dijo, pasándose la mano por el cabello rubio y apagando la laptop.

—Y yo— replicó Ansel.

Giramos el cuello para ver a Jason, quien puso los ojos en blanco.

—Yo también.

—¡Pero llegó tarde!— Ansel se puso de pie— Y no fueron diez minutos, ¿qué tanto hacían?

—Hablar.

—¿De qué?

—¿Eso qué importa? El punto es que está aquí.

Es raro el amor ©Where stories live. Discover now