Capítulo [34]

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Penúltimo capítulo, les dejo un meme para que no se pongan tristes :)

Penúltimo capítulo, les dejo un meme para que no se pongan tristes :)

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Venus


Mason

Recuerdo ese día que vine a la biblioteca, me acuerdo que hacía un frío que te cagabas. Recuerdo que estaba molesto porque no quería ir, preferiría mil veces estar en mi departamento, pero ese día habla sido diferente. Estaba molesto con un compañero, me había pedido un libro —uno que de verdad me había costado encontrar— y el muy cabrón lo había prestado.

Estuve dos días insistiendole que necesitaba ese libro. Hasta que al tercer día dijo «estoy en la biblioteca, te veo aquí». Y cuando llegué a la biblioteca estuve media hora esperándolo mientras yo me enojaba todavía más.

Fue entonces cuando alguien entró a la biblioteca. Si, se trataba de Alex. No le hablé, solo la observé. Había quedado enamorado, coladito por una chica que había visto una vez en mi vida y, cuando la volví a ver, me había enamorado todavía más.

Llevaba tiempo enamorándome de Alex, estaba dispuesto a amarla todos los días de mi vida. Claro, si ella me permite alguna vez.

Había pasado apenas una semana de que Ian viviera conmigo, para ser honesto, me gustaba tenerle cerca de mi. Así podría observarla y conocerla más, pero Ian se la pasaba encerrada en la habitación. El departamento había cambiado drásticamente, el baño había pasado de ser oscuro a estar lleno de productos femeninos.

Había una pequeña cesta verde dónde Ian tenía sus toallas sanitarias y sus shampos. Había cremas, rastrillos y ligas para el cabello en todo el baño, estaba su esponja y el baño no había sido su única víctima.

En mi habitación —ahora de ella también— había dejado de estar en orden, y eso la verdad no me molestó. Lo que era curioso era ver cómo salía con una sonrisa cuando terminaba su cita con la psicóloga. Y, justo ahora, estaba arreglando la habitación.

Tenía los cascos puestos, cantaba y doblaba su ropa. No quise interrumpir. Preferí ir a la sala a matar el tiempo, me acosté en el sofá y tomé el móvil. Marqué al número de Alex, está noche iríamos a cenar y todavía faltaban unas horas, también estaba aburrido.

—¿Bueeeeno?

—Eh... ¿Hola?

Escuché la intentos fallidos de Dante al querer hablar, hacía sonidos chistosos comos «mamama».

—¡Que esperes, amor! —alejo el móvil de mi oreja—: ¿Mason? Ah, perdona.

—¿Dónde está Alex?

Es raro el amor ©Where stories live. Discover now