Capítulo [32]

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Alexandra


Mason

Los días de Acción de Gracias en mi casa eran increíbles. Las hermanas de mi madre se juntaban en una casa, traían a mis primos y jugábamos todo el día. Unas veces la pasábamos bien, pero había otras veces en las que solo peleaban.

Así que mamá decidió no volver a invitar a sus hermanas —cosa que todas aceptaron— y solo festejar nosotros Acción de Gracias. Mamá solía pasarse casi todo el día preparando la comida, Ian y yo le ayudabamos a preparar las galletas. Papá era el que iba al supermercado y compraba lo que mamá decía.

La última vez que fui fue incómodo, cenamos en el restaurante. Mamá no tuvo ganas de cocinar y papá... A él le dio igual, pero nadie habló. Ian miraba el móvil, yo observaba a todos. Fue la cena más aburrida del mundo. Por lo menos, está vez no será así, estaré con Alex.

Llegué con ella temprano, a las diez de la mañana. Puesto que yo ayudaría a mamá a preparar la comida. Estuve a punto de ir al sala, pero Alex me sujeto fuertemente de la muñeca.

—Espera —me dijo, le envolví la cintura y ella se pasó los mechones detrás de las orejas—. Estoy nerviosa, por primera vez. Estoy nerviosa y mi corazón está latiendo muy rápido.

—¿Quieres que te dé un beso para que se te olvide?

Las mejillas se le ruborizan y me da un golpe en el pecho.

—No, dime... Algo, lo que sea. Algo para que me tranquilice.

—Te voy a llevar a patinar saliendo de aquí.

Alex me mira a los ojos de inmediato, de poco a poco esboza una sonrisa. Me plancha el abrigo sin borrar su hermosa sonrisa, tiene los ojos brillantes y está apenada. No se porque eso me pone feliz.

—¿Seguro? Porque odio que me dejen plantada.

—Si, estoy seguro. Lo prometo —le doy un beso en la frente.

—¡Alex! ¡Ven!

Ian llegó a robarse a Alex. En la mañana, la había venido a dejar luego de que sus amigas se fueran. Para que así, Alex y yo tuviéramos un poco más de privacidad. Cosa que no pudimos tener porque Alex estaba realmente nerviosa, dijo que teníamos que ir a su residencia para que se preparara.

—Creo que tía Mary vino de visita —me susurra Ian. Asiento con la cabeza y voy detrás de ellas dos, antes, le pido el abrigo a Alex.

Lleva puesto unos de sus vestidos, este es de mangas cortas. Se le ve increíble, esbozo una sonrisa porque me ha hecho caso. Cuelgo los abrigos en el perchero y me dirigo a la sala de estar. En ella se encuentra mi tía Mary y mi madre, también están mis dos primos.

Papá está sentando en el sofá y ríe por las cosas que dice mi tía Mary.

—Buen día —saludo a todos. Mi tía Mary gira la cabeza de inmediato y, al verme, sonríe enormemente.

—¡Mason, qué alegría verte! —se pone de pie y viene hacia mi. Me estruja en sus brazos y apenas le devuelvo el abrazo, pues me aprieta tanto que apenas puedo moverme. Luego se gira a Alex— ¡Ian! Que cambiada estás, ¿eras pelirroja? ¡Ay que importa! Te ves grandiosa mi niña.

Justo cuando Alex va a protestar, mi tía le da un abrazo enorme.

—Te ha crecido mucho la pechuga —le dice cuando se separan, Mary sonríe—: Esos los heredaste de mí.

—¿Eh? No, no...

—Tía Mary, ella es Alex —rodeo la cintura de mi novia—, mi novia.

La tía Mary retrocede y se tapa la boca.

Es raro el amor ©On viuen les histories. Descobreix ara