Capítulo [23]

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No lo sé, creo que había entrado en pánico

Alex

«Labios Rotos» se escucha en mis audífonos, esta es la sexta vez que la reproduzco y, se que jamás me voy a cansar de escucharla. La letra, la voz, los instrumentos… la música. Me gusta, me puedo identificar en todo lo que dice y en pocas palabras tiene razón.

Es raro el amor.

Volví a leer el anuncio, dos habitaciones, un baño, sala, cocina, balcón. En el cuarto piso, todo sonaba bien, y 25 dólares al mes. Ya no podía hacer nada, pues ya estaba aquí.

El edificio era bonito y vivían muchas personas de mi edad, o eso es lo que me dijo la dueña del departamento. No lo iba a comprar, la idea de la otra vez había estado rondando por mi cabeza. Así que, por cualquier cosa, mi dinero ahorrado seguiría en el mismo lugar.

La canción terminó de reproducirse y le dio pase a «Locos». Me paseé por los pasillos del departamento, las paredes eran de colores blancos. Salí al balcón y una helada brisa me envolvió, metí las manos a los bolsillos de mi abrigo y miré abajo.

Encontré a Mason apoyado en su motocicleta y con las manos metidas en los bolsillos.

Simplemente puedo decirte.

Que eres lo más bonito.

Que he visto en toda mi vida.

Las mejillas se me calentaron a pesar del tremendo frío que había. Lo miré de soslayo antes de volver a dentro, me quité los audífonos al ver a Cinty, la chica quien me iba a rentar el departamento.

—Bueno, ¿qué tal? —tiene unas enormes gafas que me distraen.

—Sigo teniendo fé en que cambiará.

Suelta una risa que parece de cerdo, sonrío.

—No te preocupes, en un mes exacto podrás empezar a traer tus cosas.

Asiento con la cabeza mirando a mi alrededor.

—Es que... No creo que vaya a rentarlo.

La chica sonríe y asiente con la cabeza.

—Espero y pronto encuentres lo que sea que estés buscando, bien día.

Al salir del departamento ya tengo la mirada de Mason en mi. Saca las manos del abrigo para envolverme entre sus brazos.

—Tenía frío hace unos momentos y ahora me siento calentita junto a ti —le digo frotando mi nariz con la suya.

—Que cursi te has vuelto, Witwer.

Me da un pequeño beso en los labios.

—Tú me obligas a serlo.

La intención es hacerlo reír, y lo consigo.

—¿Qué tal te fue?

—Bien, pero... No me convenció, seguiré buscando mañana.

—Atenas se va a poner triste en cuanto le digas que te mudaras.

Asiento con la cabeza, eso es verdad. Pero creo que no le haré tanta falta, estás semanas ella ha estado con Raven o haciendo tareas. Solo dos veces salimos junto a Mikaela, ambas se llevaban genial. Las tres ermos unas lunáticas cuando estabamos juntas, es decir, un peligro.

Es raro el amor ©Where stories live. Discover now