¿Qué sucede?

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Capítulo 19
¿Qué sucede?

Mara

Eric se comporta extraño. He intentado hablar con él, comunicarnos como se supone que debería de ser, pero él sólo responde que no hay nada de qué preocuparnos, y aunque no le creo, lo acepto. Le doy su espacio un par de semanas... hasta que no puedo hacerlo más. Esta noche dijo que llegará a casa sólo un momento para salir de nuevo y mi radar hace sonar las alarmas de peligro. Aunado a ello, la cena es un poco seria. Intento hacer chistes, pero él sólo sonríe y continúa comiendo como si su mente estuviera en otro lugar, en otra cosa.

Sale del condominio y poco después lo hago detrás de él. Sé que es inteligente, es un oficial y tiene sus sentidos más desarrollados que nosotros los simples mortales, es por lo que no me preocupo mucho, pues he instalado un GPS momentáneo en su camioneta: Mi celular del trabajo.

Sigo su ubicación, y aunque yo misma me puedo catalogar como una loca, demente, tóxica y desquiciada, sólo quiero entender lo que está pasando con él, porque verdaderamente estoy preocupada y él no va a decirme nada.

Las calles se hacen desconocidas para mí y muy oscuras a estas horas de la noche. Admito que el miedo empieza a recorrer mi cuerpo, pero mi valentía lo ignora. Sigo hasta que no puedo hacerlo más. El GPS marca que la camioneta de Eric está ahí dentro: la prisión estatal.

Mi travesía llega a su fin en ese momento, pues es imposible que entre. Aguardo un poco, esperando a que salga, pero después de una hora me rindo. Decido regresar a mi departamento, a fin de cuentas, el hombre es oficial de policía y es normal que asista a esta clase de sitio, ¿no es así?

Me recuesto sobre la cama y me entretengo en Facebook mientras, ocasionalmente, checo la ubicación de la camioneta. La octava vez que la veo, me doy cuenta de que ya no está en la prisión; se encuentra en movimiento. Sigo atenta a su travesía, pero mi intento de Sherlock Holmes termina cuando él regresa a su condominio.

Misión fallida.
Eric es honesto.

***

Después de una rica cena en los tacos de Don Roberto, llego a casa para mi cita con Tere. Veremos una nueva película que se estrenó a la medianoche y que estuvimos esperando por meses. Las palomitas, las frituras con salsa y las sodas ya están listas sobre la cama de su habitación. Su cuarto es más grande y desordenado, así que unas manchas de chamoy no le causan un infarto como me lo causarían a mí y por eso es el lugar indicado.

Por primera vez, la película de un libro no nos está decepcionando, y sí, le han quitado muchas escenas, pero la esencia, hasta el momento, es perfecta. Sonreímos emocionadas cuando el protagonista está a punto de hacer la icónica y más bochornosa pedida de mano en la historia del cine, esa misma que se merece un Oscar, cuando... mi celular suena.

—¡Páusala! —grito con desespero, pues el nombre de mi novio aparece en la pantalla y tiene su prioridad conmigo—. Hola, galán.

—¿En dónde estás? —pregunta al otro lado de la línea con su sensual y varonil voz.

—En mi depa, ¿qué sucede? —digo al ver mi reloj en la muñeca, que marca las 10:39 p.m.

—Recién salí de trabajar y sólo quería saber si estabas en casa.

—No, estoy con Tere viendo una película. ¿Quieres que vaya?

—¿La película esperada? —cuestiona, pues la cuenta regresiva que manejé lo tenía harto.

—Esa misma —respondo con una sonrisa que él no puede ver.

—En ese caso, termínala. Mañana paso por ti para ir a desayunar.

El oficial de mis sueñosWhere stories live. Discover now