Un peor momento

423 59 7
                                    

Capítulo 18
Un peor momento

Mara

Me divido en cuatro: En mí, la boutique, mis diseños y Eric. Todo me gusta, todo lo disfruto. Pero la tensión lo hace difícil, y es que, desde aquel incidente en las afueras del restaurante, nada es igual. El ánimo para mí y atender la boutique está por los suelos, la inspiración para los diseños es escasa, y mi relación en zozobra.

Intento relajarme con un poco de Yoga, pero cuando mi hermana azota la puerta del apartamento con todas sus fuerzas, mi paz se esfuma. Le miro con molestia y ella sólo me ignora. Aún sigue molesta porque mi persona habladora arruinó su relación más bonita, sin embargo, eso no me quita el sueño. Ella lo arruinó con sus actos, que no me culpe.

Aspiro con fuerza y reinicio mi momento celestial.

—¡Me acabé el gas! —grita Tere desde la cocina.

Bien, eso es todo.

Mi límite y mi paciencia llegan a su fin. Me levanto y abandonó la paz, dando grandes zancadas que me conducen hasta el comedor en el que ella desayuna.

—Debo bañarme y hacer mi desayuno, ¿cómo es que te pudiste acabar el gas?

—Sólo pasó.

—¿Sólo pasó? —gruño en respesta, haciendo que la Mara histérica aparezca—. ¡¿Sólo pasó?! ¡Te voy a decir qué cosas "sólo pasan" y eso es el maldito horario de verano, la cadena alimenticia, la puta de Karla Panini! ¡Pero no se acaba el gas sólo porque sí! ¡Te tocaba llenarlo!

—¿Sabes? Tienes razón, no pasa simplemente. —Sonríe y muerde su pan tostado—. Lo permití para que sufras, maldita perra chismosa.

—¡Oh, te voy a matar, des...!

Pero no puedo acercarme a ella, pues unos fuertes brazos me sostienen, evitando por completo que mis manos la desgreñen como se merece.

—¿Desde cuándo tienes la llave de mi depa? —pregunta Tere, con una ceja en alto al ver cómo mi novio aparece a media discusión.

—¡También es mi depa, estúpida bruja!

—Cálmate —ordena el cabellos y rostro perfecto, dirigiéndome a mi habitación.

—Últimamente adoras darme órdenes y no, ya basta —gruño cuando hemos llegado.

—¿Qué sucedió ahora?

—Se acabó el gas, y por eso debo andar hambrienta y apestosa por la vida, sin comida ni baño —reniego.

—Mi casa es tu casa. Tu huella abre la puerta, y sabes que puedes hacer uso de ella cuando sea. Cuenta con todos los servicios y comida en el refrigerador —hace una pausa—.... ¿Desde cuándo te gusta cocinar?

—Desde que empecé a llevarte lonche —suelto con los brazos cruzados y gran seriedad en el rostro—. ¿A qué veniste?

—Mara... —me advierte.

Suspiro, relajando esa postura a la defensiva que ya no pretendo mostrar más.

—Sólo quiero que todo vuelva a la normalidad —digo, dejándome caer entre sus brazos, harta de la situación.

—Todo es normal, Mara. Lo que en realidad pretendes, es que las cosas sean como antes, y eso es imposible porque estamos en constante cambio.

Me separo un poco de él, haciendo que nuestras miradas se entrelacen.

—No necesito tu filosofía ahora, sólo un apapacho.

Pero él no me apapacha.

***

El oficial de mis sueñosWhere stories live. Discover now