Llamado de emergencia

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Capítulo 4
Llamado de emergencia.

Mara

La fiesta en la terraza de Cóndor es buena. Música con ritmo, suculentos aperitivos, bebidas exquisitas y excelentes candidatos para asociarse a nuestra marca. O al menos lo es hasta que Brandon, mi ex prometido, decide aparecer y arrebatarlos de nuestras manos. Él conoce el negocio a la perfección y su labia es mejor, sin contar el gran apellido de su familia. Gracias a él llegamos lejos, y aunque nos mantenemos, sin él avanzamos más lento.

Ahora es nuestra competencia.

—Lo odio —gruñe Tere, sacudiendo los olanes de su verde vestido por una rabieta.

—Salud por haber metido a esa araña ponsoñoza a nuestras vidas.

—Perdóname, no vuelvo a hacerlo —suelta tras haber sido ella la que nos presentó.

—Tranquila, el sexo era bueno; no es tu culpa.

La noche continúa, y aunque no logramos nada laboralmente hablando, intentamos divertirnos, relacionarnos, gozar del momento esperando un milagro. Pero cuando veo cómo Ian y Clara aparecen en la fotografía, no puedo más. Esa es mi señal, la que dice que no pertenezco más a este lugar.

—Nos vemos mañana, hermana —me despido.

—No puedes irte —dice preocupada—. Tenemos la oportunidad de cerrar trato, Mara.

—Ian y Clara...

—¿Qué importan esas porquerías? Estamos aquí por nosotras, no por ellos. Necesitamos esto.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás. Me siento derrotada, así que camino hacia la barra para conseguir un shot que me dé el valor necesario para sobrellevar la cruda y larga noche que parece esperarnos, pues ese par en verdad hace que mi moral baje hasta el suelo y más allá. Ellos eran mis amigos, yo los quería, los apreciaba. Saber que fueron capaces de causarme tanto daño sin importarles un carajo y arrebatarme todo sin escrúpulos, me derrumba emocionalmente.

El shot no funciona. 

Mi amargura sigue siendo grande, y no soporto las miradas ni los rumores que se desatan con la llegada de aquellos monstruos. En consecuencia, mi mente al 45% de ebriedad decide catalogar el momento como una emergencia.

Mis dedos se mueven rápido, escribiendo el número de la salvación que está plasmado en la tarjeta. Sólo aguardo dos timbres y la voz del oficial sexy se escucha al otro lado de la línea.

—¿Estás ocupado? —pregunto y él parece identificar pronto mi voz.

—¿Es una emergencia? —cuestiona sereno.

—Totalmente. Cormoranes, 235. Residencial Flamingos.

Su profesión se nota cuando llega tan solo unos minutos más tarde. No porta su uniforme, gracias a Dios, pero tampoco un traje. Tejanos y chaqueta negra de cuero es lo que su perfecto físico muestra justo ahora, haciendo que el claro azul de sus ojos resalte de forma insuperable. Me acerco, él acecha nuestro alrededor.

—¿Qué sucede? —pregunta con discreción.

—Las miradas y los rumores me tienen hasta el tope. ¿Podrías sacarme de aquí?

Su rostro se desfigura de un segundo a otro antes de mirarme y sentir el ki de su gran molestia.

¿Hice algo malo?

—Maldita sea —murmura y fija la vista sobre mí—. Te di el número sólo para emergencias.

—Esto es una emergencia —insisto ingenuamente.

El oficial de mis sueñosWhere stories live. Discover now