07. Cuidando de Irene

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Doyoung hubiera deseado dormir un poquito más, aunque fuera unos cinco minutos, pero la alarma de su teléfono móvil emitiendo el típico sonido ring ring, sólo le recordaba que, si no se levantaba en ese mismo instante, llegaría tarde a sus clases

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Doyoung hubiera deseado dormir un poquito más, aunque fuera unos cinco minutos, pero la alarma de su teléfono móvil emitiendo el típico sonido ring ring, sólo le recordaba que, si no se levantaba en ese mismo instante, llegaría tarde a sus clases. Y no estaba como para eso, no en ese momento de su vida.

«Si quiero darle un futuro a Irene, debo enfocarme en comenzar a construirlo».

Lo primero que hizo una vez estuvo fuera de la cama, fue acercarse al cunero para poder echarle un vistazo a la pequeña, ella se chupaba su dedito pulgar mientras miraba a Doyoung.

—Iré a darme un baño, ¿Está bien?

La bebita lo siguió mirando, sin dejar de chuparse el dedito. Doyoung interpretó su silencio como una afirmación y se fue corriendo al baño, encendió la calefacción del agua y abrió la llave, en cuanto el agua tocó su cabello y se deslizó por sus hombros, sus músculos se relajaron. Tomó un poco de shampoo entre sus manos y lo distribuyó por todo su cabello, talló bien sus mechones y volvió a meter la cabeza en el agua. 
Se pasó el jabón por todo su cuerpo y volvió a enjuagarse hasta que todo rastro de shampoo y jabón desapareció.

Enrolló la toalla al rededor de su cintura y salió del baño, a penas y puso un pie dentro de su habitación, Irene explotó en llanto. Se puso rápidamente la ropa que llevaría a la facultad y se acercó a la cuna para sacar a Irene.

—Shh, shh. Tranquila, ya te daré de comer.

Salió de su habitación en dirección a la cocina para preparar el biberón de Irene, sin embargo, antes de que pusiera un pie en la cocina, dos golpecitos en la puerta lo hicieron darse vuelta.
Abrió la puerta con dificultad y se hizo a un lado para dejar pasar a su vecino.

—¡Gracias por venir!

Doyoung lo miraba como si estuviera viendo a Dios.

Ah, lo estaba viendo.

—No agradezcas, de verdad. Es un placer cuidar de esta pequeña budín. —Cerró la puerta en cuanto entró y dejó la bolsa que trajo consigo sobre el sofá—. ¿Ya te tienes que ir?

Doyoung miró la bolsa con curiosidad.

—Sí, llevo prisa —contestó volviendo su mirada—. Sus biberones están en el mesón, la leche dentro de las gavetas y las frutas dentro del refri. Puedes tomar lo que desees de aquí, no te limites. Leí que a su edad ya puede consumir puré, ¿Es eso cierto?

Taeyong asintió.

—Sí, pero tiene que ser cuidadosamente porque no sabemos si es alérgica a algún alimento, fruta o verdura.

—Bueno, te encargo mucho eso. En estos dos días la he hecho tomar siestas a las tres de la tarde, así que, por favor, procura que se duerma. Ayer... No lo hice y sufrí las consecuencias.

—¿No te dejó dormir? —preguntó, curioso. Doyoung asintió—. Está bien. Entonces, siesta a las tres. ¿Puedo salir con ella a algún lugar?

—Sí, pero recuerda no llevarla a lugares en los que haya mucha gente, el ruido lastima mucho sus oídos.

Taeyong asintió mientras lo veía acercarse junto con la pequeña, que le fue entregada con toda la delicadeza del mundo. Doyoung la trataba como si de una muñequita de porcelana se tratase. Lo vió dejar un beso sobre su cabecita para después tomar su mochila y caminar hacia la puerta. Repentinamente se dió la vuelta.

—Yo... Muchas gracias, Taeyong. De verdad que no tengo palabras suficientes para expresar toda la gratitud que siento hacia ti. Eres un ángel.

El rubor cubrió sus mejillas al escucharlo.

—Lo hago con mucho gusto, Doyoung.

Lo vió asentir y salir del departamento. ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Por qué sus mejillas se sintieron calientes por un momento? Por más que le hubiera gustado seguir creando preguntas que no sabría cómo responder, el llanto de la pequeña Irene lo sacó de su... Serie de preguntas mentales.

—¡Ahora, preparemos un rico desayuno para ti!

Fue cuestión de minutos para que Taeyong comenzara y terminara de preparar la leche de Irene, se suponía que tan sólo tres cucharadas de leche en agua eran más que suficientes para tener una mezcla perfectamente deliciosa, pero al rubio se le pasó la mano y puso demasiada agua dentro del biberón, lo que ocasionó que la bebida quedara completamente aguada. Tuvo que vaciar la mitad en otro recipiente y meterlo al refrigerador, mientras que a la otra mitad le agregó dos cucharadas más de la leche en polvo.

Antes de que el microondas sonara, Taeyong apretó el botón de "Stop"  y sacó el biberón, lo agitó suavemente y le dió la vuelta, unas cuantas gotitas de leche cayeron sobre su mano.

—¡Perfecto!

La leche estaba en su punto, perfectamente tibio. Se acercó a Irene y la tomó entre sus brazos, la acostó ligeramente y le acercó el biberón. Pronto, la bebé comenzó a tomar del biberón.

De verdad que era muy calmada, no podía ser tan difícil estar con ella por las siguientes cinco horas, ¿O si?












































Volví:)

Papá por accidente (Taedo) Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum