21. Día atareado

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—Kim, tiene quince minutos para entregarme su examen

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—Kim, tiene quince minutos para entregarme su examen.

Doyoung entró en pánico cuando escuchó al profesor, estuvo a punto de maldecirlo, pero recordó que eso no traía nada bueno y lo dejó pasar. Suspiró y trató de concentrarse, eran casi las dos y tenía menos de hora y media para acabar, llegar a casa y después correr al trabajo, pero si seguía pensando de esa manera no lograría prestar atención a las preguntas en su hoja.

Jaehyun se levantó de la mesa y entregó su hoja de exámen al profesor.

—Puede retirarse, Jung. Y no quiero verlo merodeando por ahí.

El pelinegro asintió y salió casi corriendo del aula, no sin antes levantar sus pulgares hacia Doyoung en señal de apoyo y susurrar un: suerte, vaquero. Casi ríe, pero el profesor le dió una mirada que casi lo hace orinarse en sus pantalones.

—Vamos, Doyoung. Tienes un futuro que darle a Irene.

Y con palabras de aliento a si mismo y unas cuantas rezaditas al de arriba, Doyoung terminó su exámen y se lo entregó al profesor.

El reloj en su muñeca marcaba más de las tres, tenía solo veinte minutos para llegar a su trabajo, no tendría oportunidad de pasar a su departamento. Se subió al primer autobús que encontró vacío y, ya dentro y en camino a su trabajo, sacó su móvil para enviar un mensaje a Taeyong.

No podré llegar a casa.
Dile a Irene que la amo
mucho.

3:15 p.m.

No olvides darle su medi-
camento, Tae.

3:15 p.m.

Guardó su teléfono en su mochila justo cuando el autobús se detuvo y se bajó corriendo. Antes de entrar se peinó el pelo hacia atrás y acomodó su ropa, bajó la mochila de su hombro y la dejó de lado. La campanilla sonó cuando abrió la puerta, Lucas lo miró y le ofreció una pequeña sonrisa cuando lo vió.

—¡Hola, Doyoung! ¿Qué tal la semana?

—Bastante cansada, la verdad.

Doyoung aún no podía pegar bien el ojos desde lo sucedido con Irene, seguía teniendo miedo de que algo le pasara, o que el sarpullido le regresara, a pesar de que el médico le dijo que no era probable que eso sucediera.

Lucas pareció notar el pesar en el pelinegro. Dejó el trapo con el que estaba limpiando la mesa sobre su hombro y se acercó a Doyoung.

—Ven, siéntate. —Jaló las dos sillas que estaban pegadas a la mesa y se sentó en una de ellas. Doyoung copió su acción—. ¿Quieres contarme? Aquí estoy para lo que sea. Soy todo oídos.

Doyoung rió enternecido por la amabilidad del azabache. Lucas desbordaba gentileza y ternura. Era algo así como un bebé grandote, gigante.

—Le di zapallo a Irene, mi hija, y resultó ser alérgica a ello. Estuvo internada toda la noche porque tenían que hacerlo análisis de sangre y descubrir qué fue lo que le causó la alergia.

—Oh, eso debió ser duro. Pero míralo por el otro lado, ahora ya sabe qué no le puedes dar. Será mucho más fácil criarla y sin la necesidad de estar al pendiente de qué le hace daño y qué no. —Lucas apoyó su codo sobre la mesa y dejó descansar su cabeza sobre su mano—. Mi primo Taeil pasó por lo mismo cuando tuvo a su primer hijo.

—¿Taeil? —preguntó Doyoung—. ¿Su esposo se llama Johnny?

—¿Los conoces?

—Yo no —dijo, sorprendido—, pero mi... Amigo sí, se topó con ellos en el supermercado. Le ayudaron a escoger leche. ¿O fue pañales?

—Vaya que el mundo es muy chiquito.

—Muy chiquito. —Lucas se puso de pie y volvió a correr la silla en su lugar—. Bueno, ve a cambiarte. Ponte el uniforme que está en el perchero del baño y después te lavas las manos y te pones gel antibacterial. Hoy te enseñaré a hacer panecillos con relleno de chocolate y almendras.

—¡No le pongas tanta harina!

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—¡No le pongas tanta harina!

—¡Este chocolate está delicioso!

—¡Chenle, no te comas las almendras!

En la cocina todo era un auténtico caos. Chenle, el hermano pequeño de Sicheng, había llegado de la nada, para ayudarlos, según él. Lucas trataba de quitarle el recipiente con almendras, pero el chico no se lo quería dar.

Sicheng estaba entrando al lugar, cuando escuchó los gritos de su hermano, dejó las cajas que traía sobre la mesa y entró de golpe a la cocina, encontrándose con una escena bastante... Chistosa.

Chenle tenía la cara manchada con chocolate, Lucas tenía harina en su cara y Doyoung... Doyoung estaba hecho bolita en un rincón, mientras repetía que serían despedidos por jugar en horas de trabajo.

Los tres se quedaron estáticos en su lugar, Lucas soltó el colador que traía en su mando y Chenle dejó de correr.

—¿Le querías pegar con el colador? —Lucas asintió, pero después negó—. Si vas a pegarle, mínimo hazlo con el cucharón. Eso dile más.

—¡Wonka!

—¡Wonka te voy a dar si me vuelves a decir así, burro!

Sicheng se acercó a Doyoung y le sacudió la harina que tenía en el cabello, el pelinegro ni siquiera se había dado cuenta de ello.

—Ve a lavarte la cara Lucas —dijo, mientras ayudaba a Doyoung a ponerse de pie. Miró al menor de los tres y lo señaló—. Y tú, dijiste que vendrías a ayudarme, no a tirar harina. Me recoges todo este tiradero y después te quiero en la casa, que tienes que terminar tus tareas.

Chenle le sacó la lengua y salió corriendo del lugar con Lucas detrás suyo.

—¿Es tu hijo? —preguntó un curioso Doyoung.

—No, es mi hermano menor. Nuestros papás murieron en un accidente y me quedé a cargo de él. Lo adopté legalmente después de que me casé con Yuta. —Sicheng se colocó el mandil y lo ató a su cintura, sin dejar de mirar al pelinegro—. Y es por eso que te entiendo, Doyoung. No es fácil criar a un niño, no cuando tú también eres uno. Y se que nuestras circunstancias y situaciones no son, ni fueron las mismas, pero puedo decir que te entiendo. Después de todo, ambos peleamos por los que queremos.

—Yo no...

—Tal vez no ahora —lo interrumpió—, pero es seguro que, en un futuro no muy lejano, tú tendrás que hacerlo por Irene.

Doyoung no lo negaría, se asustó por las palabras de Sicheng, pero sabía que tenía razón. Al no ser ni siquiera un familiar cercano a Irene, tendría que pelear mucho por ella. Ya fuera ante un juzgado, o ante la sociedad.

Y lo haría, por ella lucharía con uñas y dientes. No la alejarían de su lado. Nadie se la quitaría.


























¿Cómo están?
Espero tengan bonita noche.

Papá por accidente (Taedo) Where stories live. Discover now