25. Frente al pasado

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Cuando Taeyong se sintió mejor, al cabo de unos minutos, su llanto había pasado a ser sólo pequeños sollozos

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Cuando Taeyong se sintió mejor, al cabo de unos minutos, su llanto había pasado a ser sólo pequeños sollozos. Doyoung secó sus lágrimas y le limpió el rostro con la manga de su chaqueta. El mayor le dió una pequeña sonrisa rota, pidiéndole disculpas al menor con la mirada.

—¿Mejor?

Taeyong asintió y se sentó, Doyoung copió su acción y recostó su cabeza sobre el hombro ajeno. Su mirada seguía fija en la lápida, pero al mismo tiempo estaba perdido.

—Baekhyun era mi esposo y Mark mi hijo —comenzó diciendo, tomando a Doyoung por sorpresa. Cerró sus ojos y dejó caer su cabeza sobre la ajena.

—¿Cómo eran ellos?

Taeyong sonrió inconcientemente cuando comenzó a recordar. Era como si estuviera abriendo una cajita con fotos después de haberlas guardado por tanto tiempo.

—Baek era muy amable y vivaz, alegre y optimista. Lograba ver en los demás la gentileza y belleza que los demás no. Pero era muy bajito y blanco, era muy parecido a los duendes que aparecen en la televisión, esos que ayudan a papá Noel en el polo norte. —Una risa se escapó de sus labios—. Odiaba que lo llamara así.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Tuvimos una discusión, él salió enojado de casa y se subió al coche, condujo por dos kilómetros antes de volcarse al intentar esquivar a un coche que venía en sentido contrario.

—¿Cómo te...?

—Estaba en casa de sus padres cuando me llamaron, encontraron su móvil a unos metros del accidente, tardaron en encontrarlo y por eso no pudieron contactarnos el instante. Cuando llegamos aún estaba vivo, pero Mark... —Las lágrimas comenzaron a deslizarse de nuevo por sus mejillas, su voz entrecortada por el nudo en su garganta—. El no sobrevivió, el golpe que Baekhyun recibió en el vientre lo mató casi al instante. Nació muerto.

Se detuvo por un momento, en el que se levantó y buscó en los bolsillos de su pantalón hasta que dió con su teléfono móvil. Lo desbloqueó y buscó las fotos que tenía con él en su galería. Doyoung tomó el teléfono de Taeyong cuando se lo ofreció.

—Era muy lindo —susurró.

—El siempre lo fue. Tan hermoso como el cielo en primavera, tan hermoso como las flores, como la vida. Él era todo lo que estaba bien. Tenían tanto por vivir. Y Mark...

Su voz salió entrecortada, rota, con el nudo estorbando en su garganta, impidiéndole continuar. De pronto sintió su cuerpo pesado, sus piernas débiles, estuvo a punto de caer de no ser porque Doyoung lo sostuvo de costado.

—Taeyong, si no quieres continuar está bien.

El susodicho negó rotundamente, era momento de dejarlo salir, de dejar salir todo aquello que aún lo mantenía atado al pasado.

—Déjame terminar. Tengo que sacar este pedazo de hierro que atraviesa mi corazón. —Su ceño se mantenía fruncido, pero no estaba molesto, no. En su rostro sólo estaba plasmado la culpa, el enojo, la impotencia... El dolor—. Cuando llegué estaba despierto, me estaba esperando. Incluso en ese momento me miró con amor, no había reproche ni rencor en sus ojos. Él jamás me reclamó, jamás me culpó por los acontecimientos adversos. Me dijo que me amaba, que no me culpara. Sus últimas palabras fueron "No te culpes por las consecuencias de mis acciones. No detengas tu vida sólo porque la mía lo hará. No dejes que mi partida te impida vivir y ser feliz". ¿Por qué no me odió? ¿Por qué incluso en ese momento siguió cuidando de mi? Día y noche pienso en sus palabras, día y noche pienso en lo diferente que sería todo si tan sólo no hubiera discutido con él. Nuestro matrimonio no estaba funcionando del todo. Nada era lo mismo, pero yo lo amaba. Tenía la esperanza de que saldríamos adelante, pero no fue así. De la noche a la mañana me quedé solo, Doyoung.

Su corazón se partió en miles de pedazos al oír sus últimas palabras. Doyoung también se había quedado solo de la noche a la mañana, algo que acepto desde un momento y que, cree, fue lo que lo hizo salir adelante. Porque él jamás se dejó atrapar por la oscuridad que la soledad trae consigo.

—No —masculló, firme, decidido. Taeyong lo miró, confundido por sus palabras—. Escúchame bien, Lee Taeyong. Tu no has estado solo y jamás volverás a estarlo. Baekhyun te amaba, te amó demasiado, de eso estoy muy seguro porque me lo has dicho, porque... ¡Dios! ¿Cómo no amarte, Taeyong? Eres tan sensible, empático y te preocupas por las personas que te rodean. Intentas ayudar incluso cuando sabes que puedes salir herido. Eres como Superman, pero con menos músculo. ¡Diablos, Taeyong! —Doyoung reunió coraje y tomó el rostro de Taeyong entre sus manos, pegando su frente con la suya, quedando a escasos centímetros—. Sé que esto está de más, pero aquí, frente a Baekhyun, frente a Mark, quiero decirte que no estás solo, que nada de lo que pasó es culpa tuya. Taeyong, Taeyong no estás solo, yo no...

Sus palabras se quedaron atoradas en su boca, mejor dicho, entre los labios de Taeyong. El mayor acortó la poca distancia que los separaba y chocó sus labios contra los suyos, en un beso torpe, desalineado y algo temeroso, pero cargado de cariño, ternura y amor.

Doyoung creyó estar soñando, se sentía tan irreal todo, parecía como si el tiempo se hubiera detenido, se sentía... Mágico, extraño.

Ambos se separaron cuando el aire les faltó, respiraron profundo, llenándose con el aroma del otro. Se miraron y rieron, avergonzados, jocosos, pero felices. En ese beso habían entregado y confesado lo que sentían el uno por el otro.

En ese momento eran sólo ellos dos y nadie más.

—Déjame ser tu familia, Taeyong —susurró. Levantó la mirada hacia Taeyong y tomó sus manos entre las suyas, entrelazando sus dedos—. Déjame amarte la manera más sincera posible.

Taeyong se mantuvo callado por unos minutos, torturando a Doyoung de esa manera. No sabía lo que estaba pasando por esa mente necia y testaruda. El rubio ofreció una de sus más sinceras sonrisas y le dijo:

—Doyoung... Tú ya eres mi familia.

En ese momento, Doyoung se sintió la persona más afortunada. Estaba tan feliz, que no midió la fuerza con la que se lanzó sobre el mayor, y terminó tirándolo. Ambos rieron, sin tomar muy en cuenta que sus ropas se ensuciaban.

—Oye Taeyong.

—Dime, Doyoung.

—Sólo quería decirte que en la palabra "familia", viene incluida cierta niña de casi un año.

Taeyong sonrió y asintió. Estaba más que encantado con ello.

—Yo estaré encantado de gritarle al mundo sobre ustedes.

Y en ese momento, Taeyong entendió que cuando soltó el pasado, pudo encontrar el camino hacia adelante.




















Lloro:(

Papá por accidente (Taedo) Where stories live. Discover now