15. Un casi beso

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—Bien, ¿Ya decidiste que llevarás?

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—Bien, ¿Ya decidiste que llevarás?

—¡No! Me gusta el color cremita, pero también el amarillo. El amarillo es muy bonito, ¡Hasta tiene flores y todo! Pero no sé si a Irene le guste. ¿Tú qué opinas, Irene?

Doyoung se dirige a la infante, que parece estar más concentrada en descubrir de qué está hecho su chupete. Frunce el ceño, indignado por la falta de atención de su pequeña.

—¿Por qué no llevas los dos? —dice Taeyong en un intento por ayudarlo, se le hace muy gracioso ver en ese estado al menor.

Lo observa desaparecer entre los pasillos y, al cabo de unos minutos, regresa con dos bolsas, una ropa en cada respectiva bolsa. Doyoung le hace un ademán con la mano para que lo siga, Taeyong se levanta del sofá (aquellos que suelen estar dentro de las tiendas), y lo sigue.

Hasta el momento habían recorrido, al menos, tres tiendas, de las cuales Doyoung no había tomado más que una o dos prendas para bebé. Vaya que era muy cuidadoso al elegir ropa.

Primero las checaba, cuidando que no fueran de alguna otra tela que fuera algodón pues Irene parecía ser alérgica a unos cuantos tipos de tela, en especial las de poliéster. Después, checaba que no estuvieran maltratadas o descosidas, Irene solía jalar todo aquello que estuviera suelto, y Doyoung no quería que se cortara con algún hilo o que se le enredara en la mano.

No, definitivamente prefería evitar accidentes.

El balbuceo de Irene lo hizo voltear, se había quitado el chupete y parecía estar bastante inquieta entre los brazos de Taeyong, cosa que se le hizo raro. Se acercó al mayor y la tomó de sus brazos con delicadeza, la acomodó entre los suyos y trató de ponerle el chupete de nuevo, pero la pequeña infante se negaba, movía su rostro hacia otro lado. Claramente tenía hambre.

—Taeyong, ¿Conoces algún lugar que no esté tan transitado con personas? Irene quiere su leche y le gusta que haya silencio cuando lo hace.

—Creo que sí, sígueme.

Taeyong toma la mano de Doyoung y lo guía hacia una sección de comida que está dentro de la tienda, ahí casi no hay personas a esa hora, eso contando que era día viernes, y los viernes las personas —al menos la mayoría— se encuentran trabajando.

Ambos se sientan en una mesa bastante apartada de las pocas personas que hay a su al rededor, Doyoung acomoda a Irene entre sus brazos y le pide a Taeyong que le de el biberón con agua y el tupper medidor con leche. En cuanto prepara la leche y se lo da a Irene, esta la recibe más que gustosa, dando aplaucitos con sus manos.

—¿Y bien? ¿Cómo van las cosas en la universidad?

Doyoung tuerce los labios.

—Se puede decir que bien, pero esta semana que viene terminan los exámenes del segundo trimestre y tengo mucho para estudiar. Leyes no es precisamente una carrera muy fácil y divertida, pero lo amo. En un futuro quiero ayudar a las personas que lo necesiten, quiero defender los derechos de quienes son realmente inocentes.

—Y lo vas a lograr Doyoung. Como dices, no falta mucho. Además, estoy seguro de que serás un grandioso abogado.

Taeyong lo decía muy en serio, sabía que Doyoung lograría acabar la carrera, y no sólo porque le faltaba poco tiempo, sino porque en todo ese tiempo que llevaba de conocerlo había notado lo decidido que era. Irene era un claro ejemplo de lo fuerte, decidido y valiente que Doyoung era.

Eran casi las seis de la tarde, y para ese entonces Doyoung ya estaba terminando de comprar todo aquello que era para Irene

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Eran casi las seis de la tarde, y para ese entonces Doyoung ya estaba terminando de comprar todo aquello que era para Irene. En ese momento se encontraba pagando las últimas prendas de ropa que había tomado.

—Son 32 dólares con diez centavos.

—Claro.

Doyoung saco el dinero de su cartera y se lo entregó a la cajera, tomó su cambio y las bolsas de ropa entre sus manos. Se despidió amablemente y caminó hasta la entrada, en donde Taeyong lo esperaba con una muy dormida Irene entre sus brazos.

—¿Se durmió?

—Sí, se quedó jugando con su chupete y cuando me di cuenta ya se había dormido de nuevo. ¿Crees que se despierte?

—No creo, pero aún es muy temprano para que esté dormida. Perderá su sueño por la noche si la dejo dormir ahora. Cuando lleguemos a casa debo bañarla y darle de comer su papilla.

—Entonces, volvamos.

• • •


Cuando llegaron al edificio ya eran pasadas las seis y media, el sol ya comenzaba a ocultarse y la luna ya comenzaba a asomarse en el cielo.

Irene iba jugando con la cuerda que sacó del abrigo de Doyoung, este mismo iba tomando una botella de agua y Taeyong... Bueno, el conducía mientras cantaba canciones que pasaban en la radio. En algún momento Doyoung se quedó viéndolo, supone que se perdió en su mirada, en su voz, en baile, no sabe exactamente en qué, pero lo hizo, porque cuando se dió cuenta, Taeyong le estaba abriendo la puerta del copiloto.

—¿Qué piensas? ¿Acaso me veo tan bien que te deje sin palabras? —Y tal vez fue porque la pregunta lo tomó por sorpresa, pero Doyoung se quedó sin palabras—. ¡Es broma, Dongs!

¡Un momento! ¿Taeyong se estaba riendo? ¿Y en su cara? No, Doyoung no iba a dejar eso así. En ese juego pueden participar  dos.

—¡Claro, Tae! Aunque te ves muy bien con todo.

Pero Doyoung se equivocó, porque claramente, Taeyong podía ser un jugador muy, muy profesional. Al menos cuando su dignidad estaba en peligro.

El rubio se acercó hasta Doyoung, y cada paso lo ponía más nervioso, hasta el punto de hacerlo temblar en su lugar. Taeyong dió un paso en falso y terminó tropezando con el dividor de espacio que había en el estacionamiento del edificio y, de no ser porque Doyoung estaba frente a él, probablemente hubiera terminado con la cara estrellada en el cristal de la ventana.

No obstante, la posición de ambos se vió comprometedora, pues ambos quedaron con los rostros demasiado cerca, a tal punto de que sentían la respiración del otro mezclándose con la suya. Taeyong cometió el error de bajar su mirada hacia los labios de Doyoung, y este mismo cometió el error de mirar atentamente como Taeyong se relamía los propios.

Ambos tragaron, acercándose cada vez más, sus respiraciones casi volviéndose uno solo... Con sus labios a punto de probarse.

—¡Taeyong, sube rápido!

Y así como Donghyuk apareció, también desapareció.
Taeyong se enderezó en su lugar y carraspeó, un silencio algo incómodo los rodeó.

—Te ayudaré a meter las bolsas.

Y por primera vez, Taeyong agradeció mentalmente por la interrupción de su hermano, no sabe lo que hubiera hecho si no llegaba.



























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Papá por accidente (Taedo) Where stories live. Discover now