Capítulo 47: El deseo de Kyle.

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La mañana siguiente a mi cumpleaños, desperté con ganas de enterrar mi rostro en la almohada y gritar de la vergüenza

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La mañana siguiente a mi cumpleaños, desperté con ganas de enterrar mi rostro en la almohada y gritar de la vergüenza.

Tuve el sueño más extraño de toda mi vida. Soñé que me besaba con Alex.

Sin mencionar que amanecía con el problema matutino de todos los hombres, y que a la cabeza me vinieran partes de mi sueño me hacía sentir más «intranquilo» en ese aspecto, por así decirlo.

¿Qué tanto bebí anoche?, seguramente mucho, porque la cabeza me retumbaba con solo pensar.

El sueño se sintió real, ridículamente real, casi podía recordar la sensación exacta de lengua de Alex entrando en mi boca y casi llegándome a la garganta.

¿Acaso habría sucedido...?

No, ¿qué estoy pensando?, claro que no sucedió. Solo pensarlo era ridículo, Alex es el chico más heterosexual que conozco, no se besaría conmigo ni siquiera estando al tope de drogas.

Tenía que dejar de pensar en eso. Pero no era tan fácil dejar de pensarlo, no sé porqué, pero en mi sueño los besos de Alex se sintieron muy bien, en mi sueño era mejor besando que Brookelle, y seguramente fuera de sueños también...

«Ah... ya deja de pensar en eso Kyle»

Toda esa experiencia irreal fue tan erótica que me hacía sentir extraño, algo incómodo, tenía vergüenza con él sin siquiera haberlo visto todavía.

Tenía que hacer algo para ayudarme a desviar mis pensamientos extraños, tal vez si pensaba en algo más, o... alguien más, como la hermosura de Brody Dalle. Mi diosa del punk.

Brody, tan sexy y hermosa que es, con su pálida piel de vampiresa, su negro cabello, sus ojos feroces y ruda actitud.

Un momento... ¿por qué esa descripción me suena familiar?

Mierda, no puedo estar pensando ahora que Alex era la versión masculina de Brody Dalle. Ahora no podré alejar esas imágenes de mi cabeza.

Bueno, de todas formas esto es un problema de mañana habitual, metí mi mano a mis pantalones para acomodarlo mientras el efecto matutino se pasaba y en ese momento entro Larry, creyéndose que me había atrapado a punto de masturbarme.

—Kyle, espero que ya estés despierto porque...

Bajó la mirada hacía donde estaba mi mano y su expresión cambió súbitamente, de sonriente y fresco por la mañana a totalmente desconcertado.

No lo culpo, cualquiera habría mal pensado a este grado.

—Oh, no, no, no, no —negué repetidas veces con las manos—. Sé lo que parece, no es eso.

—Kyle, es algo completamente normal. Estás creciendo, pasando por la adolescencia, todas tus hormonas están como locas.

Se sentó en la esquina de mi escritorio y tomo esa manía que hacía con sus manos, moviéndolas por todos lados, clásico de cuando comenzaba con un sermón, lo cuál me hizo poner los ojos en blanco.

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