Capítulo 45: ¡Feliz cumpleaños, Kyle!

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Lo primero que hice tras despertar fue pedirle a mi tío que me ayudara a medirme contra la pared

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Lo primero que hice tras despertar fue pedirle a mi tío que me ayudara a medirme contra la pared. Como todo ser traumado con su estatura, yo llevaba mi propio registro, la última vez que me medí fue antes de mudarme a Everless, llegué aquí con un metro sesenta y siete de estatura, por mucho que Alex se negara a aceptarlo (ya que para él lucía más bajito).

Larry terminó de medirme con ayuda de una tarjeta que aplastaba ligeramente en lo alto de mi cabello, aplacándolo. Me ponía nervioso esperar estos resultados como si fueran a darme una noticia de vida o muerte.

—Hoy, doce de diciembre —repitió la fecha como si hiciera una nota mental—, mides un metro con setenta centímetros.

Me quedé boquiabierto para que luego se me formara una sonrisa enorme que no me pude sacar de la cara.

—¡Uno con setenta! —repetí entusiasmado. Crecí dos centímetros en los últimos meses, no era mucho, pero seguía creciendo y eso me ponía muy feliz—, ¡Por fin pase el metro con sesenta, me había parecido eterno!

—Sí, ¿ya ves? —me dió un par de golpecitos en la cabeza—, yo te dije que no te habías quedado estancado. que crecerías, y seguirás creciendo, al menos hasta los veintiuno, según el doctor.

Me emocioné tanto que me puse a dar brincos sin sentido dentro de mi habitación, estaba revoloteando como un pájaro loco, tan sin control que fui a estamparme contra mi vitrina donde tenía un montón de álbumes, libros y el oso que recién me había dado Alex hace una semana. Se cayeron un par de cosas, mi tío se agachó para ayudarme a recogerlas y fue ahí donde se fijó que la primera cosa que tomé entre mis manos para rescatar de todo el desorden fue aquel peculiar oso de peluche.

—¿Y eso?

—Ah, es un peluche.

Él crispó el gesto extrañado.

—¿Hace cuánto lo tienes?, no recuerdo habértelo comprado, y con esa finta lo recordaría, como todas las cosas emo que te empecé a comprar cuando empezaste con tu faceta a los doce.

—No lo recuerdas porque no me lo diste tú —alegué poniendo los ojos en blanco—, Alex me lo dió no hace mucho.

—¿Te lo dió? —volvió a cuestionar extrañado—, ¿por qué?.

—¿Qué tiene?

—Nada, solo que me parece poco usual que él te regale esto a ti, como si fueras su novia.

Torcí el gesto con disgusto y puse los ojos en blanco, Larry inmediatamente notó mi molestia e intento arreglarlo.

—No, no malinterpretes lo que estoy diciendo. Yo sé que ustedes no son así —tomó el peluche entre sus manos y comenzó a inspeccionarlo escrupulosamente con la mirada—, quizás se lo dió a su novia y no le gustó, es algo estrafalario este oso, por no decir feo, ¿se supone que son mascotas de cementerio o algo así?

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