Capítulo 55: Amor vicioso

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Nota: Este capítulo tendrá una ruleta rusa de emociones, y ya sé que ustedes se frustran y eso pero, creo que es importante que advierta desde este momento que lo lean hasta el final, ¡HASTA EL FINAL!, ¿OKAY? Porque luego me quieren funar a mitad del capítulo y NONONO 😖, lo siento por gritar, me altere 🙂 si llegan al final van a entender todo y se llenaran de vida y felicidad 💖

Nota: Este capítulo tendrá una ruleta rusa de emociones, y ya sé que ustedes se frustran y eso pero, creo que es importante que advierta desde este momento que lo lean hasta el final, ¡HASTA EL FINAL!, ¿OKAY? Porque luego me quieren funar a mitad ...

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Llegué a casa con el corazón al mil por hora, todavía no podía creer que acababa de confesarle mis sentimientos a Kyle.

Por fin... por fin lo hice, incluso si solo lo decía en mi cabeza, se sentía tan irreal. Después de tanto tiempo de silencio y miedo.

Escuché un ruido que me hizo estremecerme tan pronto puse un pie dentro de mi departamento. Provenía del pasillo, o tal vez más hacia la habitación de Greg.

—¿Greg? —grité.

Seguido de eso escuché su voz y la de otro en susurros.

—Ah, ¡ya voy Alex!

Me acerqué a la puerta de la habitación de Greg, intenté abrir pero estaba bajo llave.

—¡Que ya voy te dije! —se le salió la voz de macho.

—Dios, que susto...

Llevé mi mano a mi pecho y solté un suspiro. No creí que a Greg le pudiera salir esa voz.

—¿Qué pasa Alex? —me preguntó con una sonrisa forzada, dejando más de la mitad de su puerta cerrada y cubriendo el resto con su cuerpo.

Tenía la ropa puesta las prisas, lo noté porque nunca se veía desalineado. La mitad de su cabello estaba despeinado como cuando estás recién levantado y se quedó marcado con la almohada, y sudaba como si hubiera corrido un maratón.

—¿Tienes a alguien ahí?

—¡¿Qué?!, ¡claro que no!

Estaba siendo tan exagerado tratando de cubrirlo que ya estaba sintiendo pena ajena. Parecia un doble de serie de televisión barata. Me crucé de brazos y me recargué también sobre el marco de su puerta.

—Estas todo sudado.

—Hacia ejercicio.

—Huele a sexo.

—¡Te lo imaginas!

Decidí seguirle la corriente para que no siguiera sufriendo, pues ya lucía como que estaba sudando más que antes.

—Tienes razón, tal vez es porque llevo tanto tiempo sin clavarla que ya alucino con eso.

—Que fino eres Alex, como de costumbre —mencionó en queja por la forma tan peculiar con la que me había referido a tener sexo.

—Nunca pierdo el toqué —chasqué con la lengua y guiñé el ojo—. Por cierto, eres terrible ocultando que tienes alguien ahí, pero no importa, solo no lo hagan en el sofá, me iré para no estar escuchando sus ruidos sexuales.

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