Capítulo 39: Eres mi héroe

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El corazón casi se me sale de lugar cuando vi a Greg tirarse del edificio, me vinieron las náuseas; tuve que volverme al lado contrario y cerrar los ojos con fuerza porque no podía mirar, simplemente no quería mirar, no iba a soportarlo

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El corazón casi se me sale de lugar cuando vi a Greg tirarse del edificio, me vinieron las náuseas; tuve que volverme al lado contrario y cerrar los ojos con fuerza porque no podía mirar, simplemente no quería mirar, no iba a soportarlo. Pero luego escuché a todas las personas a mi al rededor soltar exclamaciones y aplausos eufóricos.

«¿Qué?»

Abrí mis ojos y eleve mi mirada, aún temeroso de lo que pudiera ver.

Alex alcanzó a atrapar a Greg, lo tenía sujeto de la muñeca.

—¡¿Qué carajo estás haciendo?! —me gritó Greg casi desgarrándose la garganta—

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—¡¿Qué carajo estás haciendo?! —me gritó Greg casi desgarrándose la garganta—. ¡Suéltame!, ¡déjame morir!

Apenas y alcancé a tomarlo de la muñeca él se puso histérico e inquieto, comenzó a moverse para intentar soltarse, y aunque yo lo tuviera bien sujeto ese no era el problema. El problema es que yo me había esforzado tanto por alcanzarlo que la mitad de mi cuerpo se quedó afuera —suerte que yo era alto, sino, los dos ya estaríamos estrellados en el pavimento—, y con los movimientos tan bruscos que soltaba Greg para librarse de mi iba a conseguirlo, pero llevándome con él de visita al cielo, bueno, yo iba al infierno.

Mis piernas se arrastraban un poco más al límite con cada segundo que pasaba por efecto de la gravedad.

—¡Ya basta Greg! —le grité furioso—, si te sigues moviendo así nos vamos a terminar cayendo los dos.

—¡Que me sueltes!

Pero claro que a él poco o nada le preocuparía si me llevaba arrastrando.

—¡Basta!, ¡yo no me quiero morir! —volví a gritarle—, ¡soy demasiado joven y bello!

—¡Déjame maldito!

Alargue otra de mis manos para sujetarlo, quitándome otro pinto de apoyo e incrementando el riesgo de caída. Estaba en medio de un juego peligroso, ya no solo Greg se encontraba en riesgo, de aquí o salíamos los dos vivos, o muertos, y eso se decidía en un abrir y cerrar de ojos.

Tiré de él con todas mis fuerzas, fue un jalón brusco hacia arriba, y por el tiempo no pude calcular nada; por ello, Greg se golpeó en la cabeza con una de las estructuras de concreto que destacaban, el golpe fue tan duro que lo dejé noqueado.

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