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Empiezo a revolcarme en la cama buscando el cuerpo de Omeo y al no encontrarlo abro los ojos con pereza confirmando que me encuentro en la mitad de la cama sola.

Seguramente lo votaste al piso.

Que graciosa esta conciencia, yo no lo vote.

Puede que sí, eres torpe.

Tú eres yo y yo soy tú, así que sí yo lo hice tú también.

Alzo mis brazos estirando mis huesos para terminar de despertarme, después miro el piso para confirmar que no vote nada y luego de fijarme que no lo vote, veo la mesita de noche donde se encuentra un reloj, son las 3:09 de la tarde.

Tienes que pararte.

Cojo las cobijas que están tapándome y las quito lentamente, sintiendo como el frío empieza a hacerse presente por todo mi cuerpo. Me siento en la orilla de la cama y tomo un respiro.

Quiero volver a dormir, pero no lo voy a hacer.

Me paro de la cama y voy al baño, abro la puerta y al entrar camino al retrete a hacer mis necesidades. Luego me dirijo al espejo, al mirarme noto que tengo ojeras bajo mis ojos verdes y mi pelo negro se ve muy enredado y largo.

Tienes que volver a cortarlo.

Me desnudo y entro a la ducha. Salgo y me pongo una toalla alrededor de mi cuerpo y aplicó unas cremas hidratantes en mis brazos, me cepillo los dientes y salgo del baño.

Camino hacia el closet para elegir lo que me pondré, saco un jean negro ajustado con algunos rotos, una blusa cuello tortuga que me llega hasta arriba del ombligo que también es del mismo color que mi pantalón y unas converse grises.

Me termino de arreglar y salgo del cuarto, bajo las escaleras, llegando a la sala y me encuentro con el ganador del juego.

Zafir.

—Hola, hola, ¿Cómo durmió mi perdedora favorita?

—Bastante bien, ¿y tú?

—Demasiado bien.

—Lo pensé—dice y se voltea.

Camina hacia la terraza y lo sigo, para de repente antes de salir completamente haciéndome pegar contra su espalda, voltea un poco su rostro, sus ojos me miran y se echa a reír como si yo hubiese hecho el chiste más grandioso de la historia.

Él y sus ataques de risa repentinos.

Espero a que se calme y cuando lo hace entramos a la terraza. Liam está sentado en uno de los sofás con Adriana, mientras que Celyse está sentada en un sillón individual, Omeo está en una de las mecedoras de madera color rojo.

—Buenos días, quiero hablar de dónde serán nuestras próximas vacaciones —dice Zafir terminado de entrar y todos ponen su atención en él.

—Un ¿Cómo están? No está de más—murmura Liam bajando las piernas del sillón.

—Mejor dilo de una vez—habla Omeo acercándose a mí.

—Ya, ya entendí, quiero ir a la hermosa playa de Nooasa, nos encantará y sobre todo a mí—expresa feliz.

—Bueno—responde Omeo sonriéndole y dándole dos palmadas en el hombro.

Omeo se termina de acercar dándome un beso corto y suave en los labios, me coge de la cintura y sonrío.

—Vamos a comer —comunica parándose del sillón.

Todos miramos a Celyse con horror, ella no sabe cocinar.

—Cocinó Adriana—aclara poniendo los ojos en blanco.

—Mucho mejor—respondo.

Todos empiezan a salir de la terraza y al notar que Liam se queda solo viendo hacia el bosque jalo el brazo de Omeo y llamo su atención.

—Ya vamos—hago saber.

Me mira con confusión, pero después pasa sus ojos detrás de mí y ve a Liam, asiente no tan seguro y se va.

¿Qué fue eso?

Últimamente, él y Liam no se llevan muy bien.

Voy a donde se encuentra Liam y me siento, nos quedamos así por un rato hasta que él rompe el silencio:

—Te quiero.

Pensé que no hablaría, pero al parecer sí.

—Yo también. —Sonrió y él hace lo mismo.

—Estoy feliz que seas parte de mi vida y espero nunca te vayas de mi lado—expresa en voz baja mirándome a los ojos.

Hago silencio sin saber que responderle, últimamente anda muy sentimental lo que se me es extraño ya que no es normal en él.

Se va a morir, tal vez...

Siento que pasa una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, ignoro aquello, cojo la mano de él que está en su rodilla y la aprieto.

—Eres mi mejor amigo, créeme que nunca podría irme de tu lado Liam. Y sabes que si llegara a pasar algo el destino se encargará de unirnos. Lo prometimos, estaremos juntos por la eternidad de esta vida—declaro para reconfortarlo.

—Y una promesa no se rompe. Nos alejemos o no estamos destinados a encontrarnos, lo sabemos. —Toma un respiro y pone su mano encima de la mía apretándole, voltea un segundo a ver el paisaje y sigue hablando: —Pero eso no evita que siga teniendo miedo de que pueda pasar algo...

—¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué llegue el apocalipsis? —bromeo.

Él abre los labios para volverlos a cerrar, agacha la cabeza y noto como está pensando en algo, su rostro se contrae un poco y lo vuelve a levantar con una sonrisa triste.

—Sí, supongo...

—¿Terminaron? —Interrumpe Celyse en la entrada de la terraza, asomando su cabeza.

—Si—confirmo después de unos segundos.

—Bueno, entren para comer todos juntos—se da la vuelta yéndose.

Nos levantamos del sofá y al llegar al comedor encuentro que hay tres sillas vacías.

Cojo la muñeca de Liam y lo llevo a las dos sillas vacías que están juntas para que se siente a mi lado. Antes de que él se siente, coge mi silla y la separa de la mesa haciendo una seña para sentarme, le sonrío y me siento dejando que la mueva para terminar de acomodarme, después se sienta mi amigo.

Miro hacia donde está Omeo y me encuentro con una mirada que expresaba ¿enojo?, hago una cara de confusión y él solo voltea la mirada hacia a Zafir que le está hablando.

Esto es muy raro.

Celyse aparece, la miro y no tiene ningún plato en sus manos.

—Necesito ayuda—explica.

—Amarilis y yo te ayudamos, Celyse —le dice Liam y ella hace un asentamiento.

Nos paramos de nuestras sillas y seguimos a Celyse hacia la cocina.

Cuando llegamos ella voltea:

—Qué motivados—nos dice, pues no somos de ayudar mucho—. ¿Qué piensan hacer? —Pregunta y le sonreímos.

Esto será divertido.

¿Y si tú fueras mi muerte? #1Where stories live. Discover now