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—La vez que Liam se puso a llorar porque ibas a ir de viaje por unos días y vinieron aquí a jugar.

—Y a comer mucho—termina de decir Liam.

—Te la pasaste llorando todo el día, cuando era yo la que debería haber llorado—reprocho alegrándome por el tierno y triste recuerdo, un suspiro suave sale y una sonrisa se posa en mis labios.

—Te iba a extrañar y lo voy a volver a hacer.

—¿Te vas a ir?—pregunta Benjamin.

—Sí, pero mantendré comunicación con ustedes, sobre todo contigo Benjamin, tenemos mucho de que hablar.

Sonríe mostrando sus arrugas en los ojos verde oliva que posee y unas pequeñas en las esquinas de sus labios, él asiente satisfecho por lo que le admití, mientras que el pelinegro solo voltea a otro lado. Benjamin lo mira, y sus cejas rubias se hunden mostrando su clara curiosidad hacia Liam quien esta distraído viendo la poco luz que está empezando a verse en el cielo 

—¿Cómo está, Aurora? —interroga Benjamin a Liam.

—Bien—responde—, ella no ha estado aquí hace dos años, está trabajando.

—¿Tú padre?

—Me llama a veces para preguntarme como estoy y todo eso... supongo que bien.

Liam toma de su jugo de mora, Benjamin lo mira tratando de analizarlo y yo le doy la última mordida a mi hamburguesa.

Liam no tiene una linda relación con su papá y con su mamá es buena, sin embargo, ella se fue hace dos años para trabajar en Rusia como diseñadora de modas, él ha estado todo ese tiempo solo y a un que no lo demuestre le duele la ausencia de sus papás, sobre todo la de su mamá.

Llevo mis pensamientos a hace dos años, donde sucedió algo parecido a lo de hoy, pero el que estaba mal era él, así que decidimos conducir en mi carro a toda velocidad hasta que llegamos a un sitio vacío.

Bajamos del carro dejándolo al lado de un museo y empezamos a caminar.

—Me gusta el silencio.

—Lo sé.

—Este lugar es perfecto.

—Sí que lo es —dije, y lo jalé de la mano, para irnos a sentar a unos escalones de una tienda que estaba frente al museo.

—Sí que te gusta jalar a las personas.

—No, solo a ti, que te dejas.

—Claro que sí, ¿por qué no lo pensé antes?

—No se, dime tú— respondí divertida.

Nos sentamos en las escaleras y quise saber que le paso para saber cómo podía ayudarlo.

—¿Qué paso?

Se quedó en silencio mirando el piso, me incliné hacia adelante para poder observarlo mejor.

—Si no quieres decirme, está bien.

—No es que no quiera, es que no hay nada que decir—susurra.

Me quedo en silencio y me enderece, él hizo lo mismo y luego de un rato sentí como Liam puso su cabeza en mi hombro, voltee un poquito para poderlo ver y note como una lágrima resbalo por su mejilla. Quite mi hombro y  lo mire, de sus ojos azulados empezaron a salir más lágrimas. Se iba rompiendo de a poco, intento limpiarlas, pero fallo porque de su hermosa mirada resbalaba más tristeza.  

¿Y si tú fueras mi muerte? #1Onde as histórias ganham vida. Descobre agora