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Todos ya nos encontramos en nuestras casas, luego de dos días en carro, nosotras llegamos y luego los chicos avisaron por el grupo que también lo lograron.

Es de noche y me encuentro terminando de organizar las cosas que tenía en las maletas.

—¿Puedo pasar? —Pregunta mi mamá desde el otro lado de la puerta de mi habitación.

—Pasa.

Escucho que la puerta es abierta, siento sus pasos resonar contra el mármol del piso negro.

El aroma a rosas es lo primero que siento cuando ella entra recorriendo cada espacio de mi cuarto, la detallo y noto que está más hermosa que la última vez, su pelo negro al igual que el mío está recogido en una coleta alta, tiene el rostro sin maquillaje excepto los labios que los tiene pintados de un rojo intenso y sus ojos color miel están más brillantes.

—Te veo diferente —informa mientras se acerca a la cama.

—¿Por qué?, estoy igual.—Camino a ella y me siento a su lado observándola a los ojos que me encantan, son mi lugar segura.

—No sé, solo te noto como más... —Coloca un mechón detrás de mi oreja y luego sacude un poco la cabeza—. Mejor olvídalo. ¿Cómo te fue en el viaje? —Cambia de tema.

La analizo en silencio sin responder, ella voltea a ver el cuarto con una sonrisa y su mirada vuelve a caer en mí.

Paso saliva y la pregunta rebota en mi mente.

—¿Más qué?

—Tranquila, son pensamientos que no tienen nada de importante.

—Pregunte algo.

No me gusta quedarme con las dudas cuando se trata de mis papás y menos si eso puede ser algo bueno o malo sobre mí.

—El mismo carácter que tu padre.—Sonríe y se para—. Más apagada—suelta y yo subo una ceja confundida.

—Sigo siendo la misma.

—Tal vez sí, pero no es lo que yo he notado, ¿han vuelto las pesadillas?

—No—miento rápidamente mientras me paro y quedo frente a ella.

Las pesadillas nunca se fueron.

Aprendí a lidiar con ellas sin hacer ruido.

—Si no es eso, ¿Qué es?

—Nada.

—Sabes que cuentas con tu padre y conmigo, no sé qué es lo que te pasa últimamente, sé que cada vez se acerca más ese día y tal vez te da miedo...

—No es miedo, solo no es eso, no es nada.

—Tal vez con los de más puedas aparentar que estás bien, pero yo te conozco y sé que no es así, de pronto sea porque tendrás que contarle a Omeo lo que sucede en esta familia o que tendrás que alejarte de tus amigos. O tal vez no sea nada de lo que acabo de decir. Yo sé que la mayoría de veces afrontas tus problemas sola, pero si en algún momento necesitas ayuda no dudes en pedirla que siempre estaré para ayudarte.—Se queda en silencio por un instante y vuelve a hablar:—No tengas miedo a pedir ayuda.

Un nudo se crea en mi garganta y me aguanto las ganas de soltarme a llorar, porque sé que ella me ayudaría en cualquier cosa como siempre lo ha hecho o intentado. Pero en este preciso momento no quiero nada, solo ser fuerte por los que amo.

—Tranquila mamá, no pasa nada, tal vez es porque he estado pensando mucho en lo que pasara el año que viene, pero ya se me pasara—comunico mientras me acercó al closet y saco una pijama.

—Espero sea eso.

—Es eso.

Miro enzima de mi hombro y noto que no se va, no puedo aguantar, necesito que se vaya.

—Todo va a estar bien, podrías decirle a papá que lo amo y que tampoco se preocupe.—Lo último se lo digo, porque sé que cuando uno de los dos está preocupado él otro está peor y quiero que los dos estén tranquilos.

—Bueno.—Camina y siento sus pasos más lejanos—. Te amo nochecita.

—Yo también te amo—respondo y escucho como la puerta es cerrada.

Empiezo a resbalar quedando sentada en el piso y mis lágrimas contenidas salen.

Nada de lo que te hicieron fue tu culpa.

Me repito hasta poderme creer la mentira más grande que me repito desde los ocho años.

Debes ser fuerte por el futuro que viene.



¿Y si tú fueras mi muerte? #1Where stories live. Discover now