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Hace diez horas fue la graduación, donde mire a Omeo sonreír con sus amigos mientras le daban un trofeo de reconocimiento en el escenario. Donde Celyse buscaba mi mirada y se la negué. Donde Adriana intentaba hablarme o tocarme y fui tosca con ella porque sigo dolida. Donde evite hablar con Zafir sobre cómo me sentía al saber que no estaba Liam en la graduación. Porque sí. No pude evitar buscarlo por todos lados y dolerme no haberlo encontrado. Pero sabía que eso era lo mejor.

Luego de tirar los birretes, dar la gracias a los profesores me fui. Mi mamá quiso llevarme a cenar y papá también, así que eso hicimos. 

Al terminar de comer y dar una pequeña vuelta por la ciudad volvimos a casa para que ellos descansaran un rato y yo para arreglarme de nuevo, esta vez por la fiesta de graduación que se va a hacer en una mansión que tiene un excompañero.

Bajo las escaleras, mientras mis papás me toman fotos sin querer parar, como hicieron por la mañana. Llego al último escalón y ellos por poco puedo decir, se lanzan sobre mí para abrazarme y decirme halagos. Sobre todo, mi papá que no paro de repetirme lo preciosa, diosa, linda y no sé cuantos más comentarios habrá dicho sobre mí que me hacen sentir la mujer más hermosa.

Volteo intentado no tropezarme con los tacones para poder ver a mi mamá que ahora está llorando de felicidad, la abrazo por unos segundos. Me alejo un poco para respirar y poder verlos a ellos. Tiro mi pelo lacio hacia atrás y mis labios crean una sonrisa más grande mostrando mis dientes.

—Te ves hermosa—repite mi papá.

—Gracias—digo.

La habitación queda en silencio y nuestras sonrisas de felicidad se transforma en nostalgia. Será la última vez que pise esta ciudad, seguro por mucho tiempo.

Esta noche tendré que disfrutarla todo lo que pueda y ese será el reto más difícil.

—Nochecita—me llama mi mamá acercándose—, disfrútalo. Has que está despedida sea memorable y un gran recuerdo para...

—Mi corazón—termino.

—Si—afirma. Se acerca y me vuelve abrazar, pero esta vez con más fuerza y calidez. Sonrió sintiéndome en calma. Los brazos de papá se unen y un beso es dejado en mi mejilla por él.

Unos minutos después un pito de carro suena molestando el momento de mi mamá, papá y yo. Me sueltan y se alejan, veo como los dos han soltado algunas lágrimas mientras sonríen.

—Tienes que irte—informa mi papá.

Volteo un segundo sobre mi hombro y veo las luces de un carro alumbrando, seguro intentando llamar mi atención para que no me demore más. Sonrió y vuelvo mi vista a ellos.

—Gracias por todo y el almuerzo—agradezco.

—A ti Nochecita—responde mi papá. Se acerca y me da un beso en la frente, se aleja—. Tienes que irte ya.

Asiento, miro detrás de él y veo a mi mamá sonriéndome mientras intenta aguantarse las lágrimas que claramente no lo logra.

Hoy están muy sentimentales.

Igual que tú.

Volteo y camino a la puerta, al llegar la abro, salgo de mi hogar y antes de caminar hacia las afueras suelto un fuerte suspiro. 

Camino hasta que salgo de las rejas que rodean todo mi hogar y llego al carro de Zafir que me ha estado esperando. Él abre la puerta de copiloto y habla:

—¿Por qué tanta demora Aris?

—Hablaba con mis padres—informo. Termino de entrar al carro y volteo a verlo—. Te ibas a quejar Zafir...—pregunto haciendo una afirmación.

¿Y si tú fueras mi muerte? #1Where stories live. Discover now