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Largo tiempo después regresó la mucama con malas noticias, la niña no estaba. Milo estaba agitado tras haber recorrido la mayor parte del terreno en busca de Jana. Al no haberla encontrado acudió a casa de Belmont y de Nabu para ver si se encontraba ahí, lo único que consiguió fue alarmar a Nabu, quien apresurado siguió a Milo hasta la residencia principal. Al llegar estrechó la mano del inspector y la del detective, los miró con intriga y cierto nerviosismo ante la desaparición de su hermana. Por su parte, su madre la llamó a su móvil. Ella nunca lo cogió. Frente a sus ojos una noticia más estaba por revelarse.

-¿Desde hace cuánto no ven a Jana? -preguntó Allan Franco pensando en algo que no quería creer.

-Desde el día de la Unión -dijo con temor la mucama.

-¿Jana estaba en la fiesta? -preguntó el inspector a todos con desesperación, pues Caden también se había encontrado ahí.

-No -dijo Brisebois. «Habría recordado haberla visto».

-No la vimos -dijeron la mucama y el mayordomo.

-Estaba ocupada con los preparativos, no recuerdo haberla visto -afirmó su madre.

-Se supone que hoy tiene curso en el colegio -intervino Nabu-. ¿Han llamado al colegio? Quizá pueda estar ahí. No nos apresuremos a pensar lo peor.

Enseguida, su madre buscó entre sus contactos el número del colegio y llamó en espera de que Jana pudiera encontrarse ahí. «Oh, Dios, que Jana esté ahí», pensó con insistencia como si con el pensamiento pudiera ser capaz de hacer un cambio en el tiempo. Al otro lado respondió la secretaria, quien se comunicó inmediatamente con sus profesores. Todos ellos afirmaron que Jana no había asistido al colegio. Creyeron que era justo después de la muerte de su hermano. Así que no sospecharon y no se vieron en la necesidad de comunicárselo a su madre.

-No está, no fue al colegio -reveló la señora Lémieux con tristeza y gran preocupación. Eso la animó a volver a llamarla a su móvil.

Nada, Jana no respondía.

-Así que nadie la ha visto prácticamente desde la feria... -dijo el inspector e inmediatamente escribió en su libreta que la niña había desaparecido-. Señor Lémiuex, aprovechando su asistencia ¿podríamos hacerle algunas preguntas? -se dirigió a Nabu.

Dicho esto, el inspector y el detective se disculparon con la señora Lémieux, no sin antes pedirle que los llamase en caso de que Jana se comunicara con ella. De cualquier manera, se iba a ordenar una búsqueda inmediata y de eso Oscar Grenier debía ocuparse.

-¿En dónde estuvo la noche de la muerte de su hermano? -Allan Franco fue al grano, la situación parecía estarse agravando y para ser sincero, no había esperado un giro como ese. Creía que Nabu podía ser el culpable y necesitaba descartarlo de una vez por todas o evitar perder su tiempo.

Esta vez se encontraban en la residencia de Nabu Lémieux, no era muy diferente a la de su hermano, ambos guardaban cierta pulcritud y orden en sus cosas. Aunque a diferencia de Belmont, quien tenía una especie de área artística, Nabu contaba con una oficina como su madre. Él los condujo hasta su hogar a través de un sendero por el que pudieron ver la residencia de Belmont. Nabu abrió la puerta y les dio acceso a su morada.

-Tomen asiento, por favor. -Él era joven, pero se comportaba como todo un adulto. Tenía 27 años y aparentemente, con esa edad estaba por convertirse en el único heredero de las riquezas de sus padres.

-Gracias, pero no ha respondido a mi pregunta -insistió el inspector.

-Bueno, estuve en la feria, más tarde fui a una cantina, me perdí los fuegos artificiales y más tarde volví a casa. No vi a Belmont si es lo que quiso preguntar.

El sendero de la muerteWhere stories live. Discover now