5

756 122 32
                                    

¿Cambio?

—Sana— escuchó su nombre y luego al dar la vuelta se encontró con la amplia sonrisa de la pelinegra, la rubia sonrió también.

—Mina— ambas caminaron para quedar más cerca. —¿Vienes por mí?

La pelinegra asintió repetidamente y sonrió.


Apenas le tomaría la mano, se detuvo al oír una voz detrás de ellas.

—Sana— la mencionada dirigió su mirada hacía donde le llamaban ahí estaba una chica con la mandíbula un poco apretada, la castaña se acercó y tomó la mano de la rubia para alejarla un poco —¿Estás bien?

—Si...— la rubia estaba algo confundida, tal vez estaba alucinando la taiwanesa nunca la había buscado, ni siquiera se saludaban en la escuela. —¿Tú...?

—Quería invitarte a almorzar— dijo un poco tímida, la rubia se asombró y al mismo tiempo espantó esa no era Tzuyu.

—¿Te sientes bien?— tomó su rostro para verificar que no tuviera temperatura.

—Mejor que nunca.

—Lo siento iría a almorzar con...

—Solo está vez— insistió la taiwanesa y la nipona suspiró.

(...)

Ahora estaban en el comedor, le explicó a la pelinegra que por favor la disculpara y Mina solo le dijo que estaba bien, que no se preocupara.

La taiwanesa de vez en cuando le daba de comer en la boca a la nipona, siendo observadas por los demás a su alrededor, la rubia seguía confundida eso que estaba pasando solo pasaba en sus fantasías.

Se enterró un tenedor en la mano.

—¡¿Sana?!— preguntó alarmada la castaña —¿Estas loca? ¿Por qué haces eso?

La nipona observó cómo su blanquecina piel comenzaba a pintar de aquel característico rojo sangre.

—¿Es real?

—Vamos a la enfermería ahora.

(...)

Una venda en la mano, una rubia sentada en una camilla y una castaña preocupada estaban dentro de aquella habitación de enfermería.

—¿Por qué lo hiciste?

—Un accidente.— se encogió de hombros.

—Hoy te haré una rica cena para que te recuperes pronto.— le sonrió tiernamente y la rubia sintió tan raro aquello.

—¿Necesitas algo?— preguntó con la esperanza de que la taiwanesa dijera si, que a eso se debía su cambio de actitud.
—Sea lo que sea pídelo ahora.

—Tonta— rio dejando un marcado hoyuelo en su mejilla —No necesito nada, solo que estés bien.

(...)

Efectivamente en cuanto llegaron al departamento de la taiwanesa, la castaña comenzó a prepararle comida.

Esa tarde la castaña de encargó de todo e incluso le dijo que dormiría en el sofá para no evitar llegar lastimar su mano.

—Yo puedo dormir en el sofá.

—No— dijo cortante —Dormirás aquí.

El doctor del instituto les había dicho que tardaría unos días para que su mano lograra componerse por completo.

La taiwanesa agradecía que fuera su mano izquierda y no la derecha, al igual de que todo sucediera en viernes, tendría todo el fin de semana para medio recuperarse.

Al día siguiente, la nipona despertó e inmediatamente fue a la sala a buscar a la taiwanesa, pero en su lugar solo encontró un par de cobijas afiladas y ordenadas, como si hubiera limpiado antes.

Su estómago rugió ante el hambre y fue a la cocina para prepararse algo, se sentía inútil al no poder usar su mano.

Con cuidado cortaría unos vegetales para comer un sándwich.

—¿Qué crees que haces?— una molesta Tzuyu llegó arrebatando de sus manos aquel cuchillo —Tienes prohibido esto.— la tomó por los hombros suavemente y la llevó a la sala. —Espera aquí te prepararé algo.

Luego de satisfacer a su estómago pudo preguntarle a la castaña.
—¿Saliste?

Está asintió —Fui a comprar algo para la cena.

La nipona no sabía cómo sentirse al respecto, la taiwanesa de la nada la estaba tratando diferente.

(..)

—Ah— dijo mientras abría la boca para que la nipona repitiera la acción. —Avioncito— dijo dirigió la cuchara a la boca de la rubia quien recibió el bocado.

Entre risas comían cómodamente, la nipona se veía y se sentía feliz.

(..)

Aunque todo el fin de semana la sobreprotegió, ni al baño la dejaba ir sola la nipona se sintió como nunca antes lo había hecho, era como si tuvieran una relación normal, uno de sus tantos sueños pareciera estarse cumpliendo.

Las últimas dos semanas de mayo fueron igual, el mes terminó y la taiwanesa seguía con la misma actitud, la nipona aún no creía lo que sucedía y seguía pensando que era un sueño.

—Mina— llamó a aquella pelinegra en cuanto está respondió el teléfono. —¿Puedo contarte algo?— la pelinegra se había hecho demasiado cercana, ahora se contaban casi todo, era fácil mantener aquella conexión con la chica, incluso se alegró cuando le contó el cambio tan repentino de la castaña.

—Lo que quieras.

—¿Crees que yo pueda gustarle?— se mordió el labio luego de decir aquello, no sonaba tan mal pero tampoco se sentía del todo bien diciéndole, no quería lastimarse con falsas esperanzas. —Olvídalo, es una tontería.

—No lo es— respondió la otra nipona detrás de la línea. —Solo te cuidado, no quiero que salgas lastimada.

Ahí estaba su realidad, no debía ilusionarse si no quería salir lastimada pero todo era tan difícil, tan difícil teniendo a Tzuyu enfrente de ella siendo la persona más linda.

(Not) Us /SatzuWhere stories live. Discover now