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La taiwanesa estaba en su departamento acomodando las cosas que llevaría a su viaje con Jihyo, la semana anterior luego de que todo sucediera, deseó con todas sus fuerzas desaparecer pero la coreana le dio ánimos, la apoyo, la aconsejó para que hiciera lo mejor, por eso mismo ahora necesitaba despejar su cabeza y pensar en lo que quiere con Sana.

Llevaría unas cuantas cambias, llevaría también un regaló que compró para Jihyo pero esté último no lo encontraba. "Tal vez lo dejé en el auto" salió de su departamento y bajaría a asegurarse de que estuviera en su coche, luego de encontrarlo subió de nuevo a su cuarto pero justo antes de que diera un pasó por el pasillo vio a su madre que estaba justo delante de su puerta.

Su madre le regaló una sonrisa que pasó muy desapercibida y caminó hacia ella.

—No...— murmuró la taiwanesa y por impulsó retrocedió, su corazón latía con mucha velocidad, se sentía como un roedor acorralado. —No ahora— ¿por qué siempre alguno de sus progenitores aparecía justo cuando se sentía bien? Por eso tenía la necesidad de huir de ahí si no quería salir lastimada ese día.

—Tzuyu— escuchó como su madre la llamaba pero estaba más enfocada en desaparecer de ese lugar. —¿Por qué me ignoras?— su voz era cada vez más fuerte y al mismo tiempo se oía más lejos.

Saldría de ahí, estaba apunto de llegar a la salida cuando la figura de su progenitor apareció. Entró en pánico, sintió sus manos temblar, la chica no cree que haya alguien en el mundo que se sienta tan incomoda como ella cuando ve a sus padres, eso la hacia sentir como una mala hija ¿que hija siente esos sentimientos de rechazo y falta de amor hacia sus progenitores? cada vez las palabras de sus padres se hacían más reales "Eres la peor de las hijas"

...

—¿Por qué me ignoraste?— se escuchó el reclamo de su madre, estaban en la sala de su departamento. —Te quejas de que no te ponemos atención pero cuando venimos a visitarte nos tratas de esa forma.

—L-lo siento, no sé en qué estaba p-pensando.— tartamudeo la chica y agachó la cabeza

—Nunca piensas— ese era su padre —¿A dónde te piensas ir?— miró a su padre quien tenía los ojos fijos en aquellas maletas encima del sofá. —¿Qué, cometiste un crimen y ahora huyes?

—N-no

—¡Habla bien! Eres desesperante— su padre tenía la paciencia muy corta.

—Perdón— sus ojos ardieron, trató de que su voz saliera lo menos temblorosa y quebrada posible. —Voy a viajar...— sintió la mirada de su progenitor y se sintió juzgada —con una amiga.

—¿Con una amiga?— dijo molesto, odiaba que se relacionara con otras mujeres —No irás.— soltó, su madre veía la situación, Tzuyu no sabía si le interesaba pues nunca la ha defendido, pero sintió esa lástima en los ojos de su madre.

—Pero papá

—Te quedarás aquí y punto. No hay peros.

Tzuyu de verdad quería enfrentarse a él, decirle lo mucho que lo detestaba y que no obedecería ninguna de sus órdenes, pero era cobarde y lo único que quería era huir.

Aquel hombre salió del departamento, indicándole a la mujer que se fuera con él.

Llegó el fin de semana el sábado planeaban irse, la taiwanesa de verdad quería ir, no sabía cómo o por qué su padre lograba intimidarla nunca le ha interesado ver cómo vive, donde va o con quien, pero justo ese día tenía que aparecer y no era capaz de irse porque tenía miedo de que su progenitor volviera y al no verla la golpeara.

Llamó a Jihyo un día antes para decirle que estaba enferma y no podría ir. La coreana le dijo que si quería podían posponer el viaje pero está no aceptó, no quería que sus planes se perdieran por su culpa.

Esperaba no ver a algubo de sus padres, sin embargo, ese día temprano por la mañana su madre estaba entrando de nuevo a su habitación.

—¿Ahora me vigilarán?— su madre ignoró el reproche y preparó un desayuno, le dio un plato y se sentó a su lado sin decir palabra alguna. —Gracias

—¿Es necesario que vayas?— preguntó, su voz era diferente, por primera vez no sonaba como un reclamo. —Tzu— esa manera de llamarla la dejó atónita —¿De verdad quieres ir?

—Si— murmuró con miedo.

—Entonces ve— instó.

—Pero mi padre

—Al diablo tu padre— espetó. La pelinegra solo la observó, sorprendida por su actitud, esa no era su madre —Tzuyu ya tienes la edad suficiente de decidir. ¿Vivirás toda la vida bajo la sombra de tu padre?— era la primera vez que su madre hablaba así de su marido. —¿Dejarás que siempre controle lo que hagas? Ni siquiera dejes que yo te controle.— sonaba sincera y al mismo tiempo como una súplica —Corre vete, vive tu vida no la vida que él quiere que vivas.

—Madre yo...

—Deja de huir de los problemas y enfréntate a ellos— su madre era la menos indicada, pues ha vivido toda la vida a lado de su progenitor aún cuando no había felicidad —No seas como yo— por primera vez vio como su madre tenía lágrimas en los ojos —No hagas, ni permitas que te digan que hacer.

—¿Mamá?

—Anda se hace tarde.

—¿Pero y si él viene?

—Él sabe que estaré contigo y si viene esta bien, yo me haré responsable.

Tzuyu corrió, llamó a Jihyo que la esperara.

(...)

Llegaron a aquel lugar que era como una pequeña cabaña, estaba en lugar libre de contaminación de las grandes empresas como las que había en la gran ciudad.

El viaje en realidad era para ellas dos porque el padre de Jihyo tuvo que atender unos asuntos relacionados con su trabajo. Ambas salieron al bosque para dar un paseo y conocer el lugar, era un lugar extraordinario, las dos coincidían en que las plantas eran sus favoritas, en realidad tenían mucho más en común de lo que creían.

Para la noche decidieron hacer una fogata, para asar carne, con una buena bebida aunque la taiwanesa terminó tomando un refresco porque el alcohol era su peor enemigo y quería cambiar.

—Gracias Jihyo— dijo la taiwanesa mientras observaba con interés al pedazo de carne consumiendose en el fuego —Nunca nadie me había tratado como tú.

—¿Ni Sana?

—Tal vez, nunca le di la oportunidad.— se sintió culpable.

—Tzuyu, ¿Por qué le tienes miedo a las relaciones?— preguntó la coreana

—Mis padres— sus comisuras se distorsionaron —Crecí en un ambiente hostil, nunca pelearon, en realidad mi padre hablaba y mi madre guardaba silencio; mi padre ordenaba y ella solo obedecía, mi padre tenía la última palabra. Ella ni siquiera tenía derecho a pensar diferente o a opinar...— las escenas de su madre siendo violentada por su progenitor vinieron a su cabeza. —La idea de algún día tener un esposo así me llenaba de asco y repudiaba pensarlo— la expresión en su cara era una mezcla de emociones —Por eso me gustan las mujeres— sonrió —Pero creo que soy un asco con ellas.

La coreana la escuchaba atentamente, no la iba a juzgar, tampoco iba a justificar las acciones de la taiwanesa porque era obvio que no era excusa para tratar a la nipona de esa forma como lo había hecho.

—Sabiendo lo mucho que he lastimado a las personas ¿Me odias?

—Tzuyu, yo te quiero incondicionalmente.

—¿En serio?— un brillo se posó en sus ojos

—Si, pero quiero ser sincera contigo— tomó las manos de su amiga —No puedo sanar tus heridas— le regaló una sonrisa genuina —pero puedo ayudarte a sobrellevarlas.

Hubo un breve silencio

—Jihyo, ¿Aún te gusto?— la pelinegra preguntó con la voz un poco temblorosa.


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Tiempo sin actualizar, una disculpa.

(Not) Us /SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora