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Rompecabezas

El reloj marcó las 7 pm, la nipona se veía al espejo mientras alisaba su vestido por quinta vez en los últimos dos minutos.

Escuchó el sonido proviniente de un claxon de un carro y de inmediato supo que la castaña había llegado por ella, así se dio una última vista en el espejo e intento acomodar su rubio cabello aún cuando esté estaba perfecto.

Bajó por las escaleras a pasos acelerados intentando no caer durante ello, corrió hacia aquel auto y abrió la puerta del copiloto pero ¡Sorpresa! Estaba ocupado el lugar.

—Oh Sana— dijo la castaña —Ella es Shuhua e irá con nosotras, ¿podrías irte atrás?

—Claro, no hay problema.— respondió y ambas chicas le sonrieron

Durante el camino la nipona no dejó de observar a la linda chica, tenía el pelo largo de color negro, facciones marcadas y bonitas, el tono de piel un poco más pálido al de ellas, su sonrisa era muy bonita, la castaña de vez en cuando le regalaba sonrisas a la chica y eso le provocaba un dolor en el pecho.

"¿Le gusta ella?" Se preguntó Sana y de nuevo volvió a examinar a la chica esperando encontrar algún error pero era una lastima ella era perfecta.

(...)

La pista de encontraba llena de jóvenes alcoholizados bailando o intentando hacerlo, otros solo se comían las bocas y tomaban más alcohol, la nipona veía desde la barra como la castaña bailaba cómodamente con la otra chica.

"Ella tiene buen cuerpo" bajo la mirada y por impulso agarró su estómago "yo también" una mirada más para la chica "¿Si cambio el color de mi cabello le gustaría a Tzuyu?" Se tocó la punta de sus desordenados cabellos "¿O el corte de mi cabello?" 

¿Pero por qué debía cambiar? Ni ella lo sabía, estaba segura que era linda con una figura perfecta, con decenas de chicas y chicos detrás de ella, sin embargo se sentía común y poca cosa para Tzuyu.

(...)

—Mina, ¿podrías venir por mi?— el reloj marcaba las tres de la mañana, el alcohol en sus venas la hacían sentir aún más torpe, no podía buscar un taxi por su cuenta así que su única solución era llamar a su compatriota.

Luego de algunos minutos la chica llegó, le ayudó a ponerse de pie e incluso la guió hasta el auto donde la sentó en la parte de atrás para que pudiera recostarse.

La nipona pelinegra ni siquiera debía preguntar, lo más probable era que Tzuyu haya abandonado a la rubia por una de sus aventuras.

(...)

El día siguiente apareció, sus desordenados y rubios cabellos caían en su rostros cubriéndolo, mientras la pelinegra preparaba un rico desayuno.

Minutos más tarde la rubia apareció y ambas se sentaron a degustar.

—Hey Minari— llamó recibiendo una sonrisa con un "dime" —Gracias por lo de ayer.

—No es nada— le sonrió de nuevo

—Minari, ¿Podrías no odiar a Tzuyu? Ella nunca antes me había dejado sola en una fiesta— la justificó otra vez en la semana aún sabiendo que la taiwanesa si lo había hecho muchas veces antes.

—¿Qué?— la pelinegra intento no incomodar pero de verdad estaba confundida.

—Momo odiaba a Tzuyu, ella no necesita que alguien más la odie...— bajó la cabeza un poco apenada, no era eso a la taiwanesa ni siquiera le importaba lo que pensaran de ella pero Sana tenía la necesidad de que la vieran bien aún cuando sus actos no eran de ayuda.

—No te preocupes Sanita, no la odiare, ni siquiera sé si puedo hacer eso — le regaló otra sonrisa dejando a la vista sus hermosos dientes que eran como perlas.

Sana la observó ¿Por qué Tzuyu no podía ser como ella? De nuevo se observó al espejo, mirando su aspecto deseo una vez más cambiar para ser perfecta para Zhou Tzuyu.








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Dedicatoria para: BOTITASUwU  

(Not) Us /SatzuWhere stories live. Discover now