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La taiwanesa creyó que ya era hora de irse, sentía que tal vez la otra chica tenía cosas que hacer y por su culpa estaba deteniéndose.

Se levantó de la cama, se colocó sus zapatos, saldría para buscar a Jihyo y agradecerle por todo lo que había hecho.

Abrió la puerta despacio y salió de la habitación, apenas bajaría por las escaleras cuando a sus espaldas escucho la voz de un hombre, claramente no era la coreana.

La taiwanesa volteó hacia él, encontrándose con un señor de mediana edad, no era tan joven pero tampoco era lo suficientemente grande a su parecer, con un corte de cabello algo extraño, vestía un elegante traje, si no mal recordaba era el hombre que estaba en la foto pero con unos años más.

—¿Tú eres...?— el señor no había sido grosero, era más bien curiosidad y es que obviamente nadie espera ver una extraña en su casa.

La pelinegra hizo una reverencia y saludó.

—Mi nombre es Tzuyu.

A diferencia de lo que pudiera imaginar, aquel hombre relajó la mirada y le habló como si de toda la vida que le conociera.

—Así que tú eres la dichosa Tzuyu— le regaló una sonrisa —He oído tanto sobre tí — aquello acababa de ser una sorpresa para la taiwanesa —Veo que por fin se dignó a hablarte— esto último parecía habérselo dicho él solo. —Pero no me digas que ya te vas, ven vamos a comer algo.

La taiwanesa se disculparía, ya había molestado mucho como para quedarse a comer ahí.

—Muchas gracias pero...

—¿Pero?— su ojos se fruncieron un poco, pudo notar que debía decir una excusa lo suficientemente buena como para irse.

La taiwanesa respondería cuando una voz que provenía de las escaleras se escuchó.

—¿Papá?— era la coreana —¿Que haces aquí?— la chica también estaba sorprendida.

—Es mi casa  ¿no tengo derecho a venir?— aquel hombre sonrió divertido.

La coreana observó a la taiwanesa que mantenía la mirada hacia abajo y pensó que tal vez su padre dijo algo que la incomodó.

—Debo irme.

—¿En serio no comerás con nosotros? Traje mucha comida.

La taiwanesa diría que no pero la verdad es que hace mucho que no comía con alguien o mejor dicho hace mucho que no comía, estos días había estado matando su cuerpo con puro alcohol y si comió, no fue comida decente.

(...)

—Tzuyu, siempre había querido conocerte Jihyo no deja de hablar de ti— dijo feliz aquel hombre.

—¡Papá!— se quejó Jihyo, su cara estaba tan roja y caliente que podría cocinar ahí. Y por vergüenza no pudo ni voltear a ver a la taiwanesa la cual estaba sorprendida por esa información pero al mismo tiempo le sonreía a la coreana.

—¿Que?— dijo el señor el Park como si no fuera nada —Es verdad, mi hija me ha contado que eres muy popular, escuchaba tantas cosas de ti— La pelinegra se preocupó, últimamente solo había cosas malas en ella, su imagen estaba jodida —Me alegro que te lleves con Jihyo, personas como tú solo pueden brindarle cosas buenas— Le regaló una sonrisa, ¿qué? Era la primera persona aparte de Sana en decirle que se alegraba de tenerla, aunque Sana ahora la odiaba ...

—Gracias— solo pudo responder aunque por dentro estaba sintiendo que todo aquello era mentira, ella no era una buena persona.

El padre de Jihyo siguiendo haciendo distintas preguntas a Tzuyu como si le gustaban los deportes, en una de esas preguntas hablaron sobre música y junto a Jihyo coincidieron en un grupo que les gustaba mucho.

(Not) Us /SatzuWhere stories live. Discover now