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No me dejes

El alcohol era la única compañía en ese momento para la pelinegra, le sabía bien, Sana odiaba que ella tomara, lo recordaba pero igual ahora lo hacía por ella. ¿Por qué en momentos como esos el alcohol era parte de la solución, no?

Bebió día y noche, ni siquiera supo en que momento era domingo de nuevo para ella viernes aun no terminaba. Durmió solo para despertar e irse a la escuela, aún con dolor de cabeza y a pesar de no estar en todos sus sentidos fue a recibir su última clase o eso suponía hacer, no le gustaba estar en su casa.

Llegó solo para escuchar como los estudiantes no dejaban de murmurar cosas que no lograba distinguir, las personas en los pasillos no dejaban de observarla, tal vez era su mala cara, las ojeras, el cabello desordenado o el olor a alcohol que desprendía de su cuerpo al pasar por los pasillos.

veía como todos comenzaban a acercarse a una rueda que estaba formada en el centro.

—Hey tú— llamó a una chica de ojos algo grandes y lentes que estaba en una de las bancas en el patio, esta le vio —¿qué esta sucediendo?— La chica abrió un poco los ojos y la observó unos segundos como admirándola, pestañeando lentamente. La pelinegra pasó su mano en frente de está para que reaccionase. 

—Creo que una chica aceptó salir con otra y están festejando— su voz apenas audible.

Y tal como lo imaginó, ahí en medio de todos estaba Sana tomada de la mano de Mina. Como una cobarde salió de ahí.

... 

Los días pasaron, no salió de su habitación más que a comprar más bebida, no dejaba de beber y si lo hacía era solo en los pocos momentos en que se quedaba dormida.

El alcohol en sus venas no le permitieron saber lo que estaba haciendo, fue impulso quizás, que ella salió en busca de la nipona, tomó las llaves de su auto y con suerte llegó a salvo hasta la fiesta que se celebraba, sabía que la rubia estaría ahí.

La buscó y buscó aunque ella estaba más que perdida, ni siquiera sabía como aún seguía de pie, si su vista estaba demasiado borrosa y su cabeza casi explotaba.

—Sana— tocó el hombro de esta persona solo para darse cuenta de que no era la rubia.

Todos ahí la veían, era increíble ver a Zhou Tzuyu en ese estado de ebriedad, "Algo grave debió suceder con ella" decían.

...

Luego de un buen rato la encontró y como si la vida le ayudase la chica estaba sola en uno de los patios donde no había tanta gente, todo estaba de su lado.

—Sana— dijo, la rubia volteó solo para encontrarse con una tzuyu totalmente diferente a la que había visto una semana atrás.

—¿Tzuyu?— dijo un poco exaltada por la apariencia de la otra —¿Pero qué...?

—Sana seamos novias— soltó de la nada 

—¿qué te sucede?— confusión y enojo era lo único que estaba sintiendo en ese momento.

—Salgamos, digamos a todo el mundo que tenemos algo, pero por favor no me abandones.— se acercó solo para intentar darle un beso a Sana quien obviamente la empujó. 

—¿Qué mierda te pasa?— 

—Tzuyu hablemos cuando estés en tus cinco sentidos.— la chica se retiró del lugar.

...

Alguien tocaba su timbre, creyó que era Mina ¿quien podría ir a su casa a altas horas de la noche?

Abrió con cuidado para luego arrepentirse de haberlo hecho, esyaba Tzuyu en su puerta, con la nariz un tanto roja y el pelo algo mojado, supuso que se dio una baño ya que no llevaba la misma ropa de hace unas horas y lucia un poco más lucida. 

Estuvo apunto de lanzar la puerta en su cara, no necesitaba verla, no luego de lo de hace rato.

—Sana no me cierres, por favor— si, definitivamente su voz era más estable —Perdón por lo de hace rato.— agachó un poco la cabeza algo avergonzada —No volverá a suceder

—Claro que no, Tzuyu lo de nosotras terminó.

—No Sana, dame una oportunidad.— suplicó —Seamos novias, no me abandones por favor— lagrimas se acumularon en sus ojos.

—Tzuyu, nunca hubo nada serio, pensé que no te importaba en lo absol—

—¡Me importa!— gritó con la voz ligeramente rota —Me importas mucho...

—¿Ahora? ¿Por qué ahora?— preguntó la japonesa

—Sana, por favor...

—Tzuyu, déjame en paz, tú lo dijiste, no hay exclusividad, no hay sentimientos, nada de nada, cada una tiene su vida y yo estoy haciendo la mía como en repetidas ocasiones me dijiste que lo hiciera, no voy a molestarte más—

—Podríamos intentar...

—¡Te odio!

Esas dos simples palabras bastaron para romper a Tzuyu completamente, sus ojos se cristalizaron y su garganta se apretó de forma dolorosa, miró con un profundo miedo y terror en sus ojos a la hermosa chica que decía esas palabras.

—¿M-me odias?— preguntó en un pequeño susurro casi inaudible, su voz era apenas un hilo muy fino a punto de partirse en miles de pedazos

—¡Sí! Desearía nunca haberte conocido, y desearía no haber sido tan estúpida al entregarme por completo a ti, te odio porque hiciste que rompiera todo de mí para tratar de arreglarte y que al final mis esfuerzos por hacerte feliz se fueran a la mierda por tu egoísmo— gritó con fuerza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas —No eres más que una maldita egoísta, una niña miedosa, pero se acabo, dijiste que hiciera mi vida y me fuera a la mierda, que dejara de joderte la existencia y eso voy a hacer, no te necesito, nunca lo hice, pero por un momento tuve la esperanza de que así fuera— murmuró —Y por un momento también pensé que tal vez algún día me querrías y me necesitarías— finalmente las lágrimas escurrieron por sus abultadas mejillas

Tzuyu quiso acercarse y limpiar esas feas lágrimas del rostro de Sana, quiso abrazarla y decirle que todo estaría bien, que cambiaría, quiso acercarse a besarle y mimarla para que dejara de llorar, pero apenas y tocó la mano de Sana, la japonesa se apartó y negó con la cabeza mientras seguía llorando.

—Basta, déjame en paz— susurró Sana

—Sana... — su voz salió rota, completamente hecha pedazos, como si no tuviera vida alguna, como si le hubieran arrancado el corazón —Por favor— suplicó, estaba suplicando mientras sus piernas temblaban —Por favor no me dejes— rogó con lágrimas finalmente escurriendo por sus ojos, finalmente Zhou Tzuyu estaba llorando con dolor frente a ella

Una vez Sana soñó con aquellas palabras, con aquellos momentos, pero ahora teniendo a Tzuyu frente a ella, llorando y rogando mientras repetía las palabras de sus sueños, no causaba nada.

Nada porque su averiado corazón aterrizó en el calmado y hermoso desierto de Myoui Mina que fue capaz de curar y rellenar cada grieta que las caricias de Tzuyu llegaron a formar.

Tzuyu dejó de lado su orgullo una vez su corazón finalmente se rompió, pero Sana rompió su corazón y su orgullo al mismo tiempo por enamorarse de una ilusión de Tzuyu y aceptarlo

—No, déjame en paz Tzuyu

—Por favor — De nuevo su voz salió, pero esta vez ahogada en lágrima, ahogada en dolor y miedo —T-te prometo que y-yo— tomó aire porque sentía que se ahogaba —Yo voy a c-cambiar, te lo juro, yo solo te pido, te pido una última op-oportunidad 

Las lágrimas de Tzuyu escurrían con violencia por sus mejillas, estaba tratando de no llorar, pero entre más y más traba de evitar las lágrimas éstas escurrían con mayor frecuencia.

—Es tarde—finalizó la nipona dándose la vuelta para cerrar la puerta detrás suyo, dejando a Tzuyu con su corazón en manos y lágrimas traicioneras en sus ojos.

(Not) Us /SatzuWhere stories live. Discover now