5. La Ventana.

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Fabián.

Mi dedo se hundió en el botón...

Silencio...

Luego escuche pasos...

El sonido de la cerradura abriéndose y las bisagras de la puerta rechinando, para luego ver a quien estaba del otro lado, en su rostro una mirada de pesadez, su vestimenta era un desastre, aunque yo era el menos indicado para juzgarlo.

- ¿Fabián? - musito confundido.
- No idiota. - el sarcasmo plasmado en mi voz. - Soy la Virgen María.

El rodo los ojos suspirando en cansancio, terminando de abrir la puerta permitiéndome pasar. Ya había pasado una semana desde la fiesta, una semana desde que Jean Carter había sido asesinado como vaca en matadero, era algo cruel decirlo de ese modo pero era lo que más se le asemejaba, por eso supongo que Jadeen estaba tan afectado.

Por lo cual se había estado quedando en la casa de su madre, a quince minutos de la de su padre donde había sido el incidente, no lo culpo yo ni siquiera hubiera podido dormir luego de encontrar a mi mejor amigo muerto en el armario de mi habitación.

- ¿Cómo estas hoy? - pregunte mientras caminábamos a la sala.

- Soy una fiesta andante de diversión. - el sarcasmo en su cansada voz me lo dijo todo. - ¿Tu qué crees?

También se había vuelto irritante, las pocas veces que lo había venido a ver en estos días note que su molestia seguía creciendo con el tiempo, supongo que era su forma de lidiar con el dolor o la razón de que el asesino de su mejor amigo seguía por ahí.

- Estás borracho otra vez. - espete notando como dejaba caer en el sofá.

- Si, bueno a Jean le gustaba la ginebra. - su voz desnivelada. - Decía que lo picante le recordaba a ella. - se rio.

Eran las dos de la tarde y Jadeen aún estaba en pijamas, creo que tiene como tres días que no se baña porque la última vez que lo vi tenía la misma ropa, su cabello parecía querer hacerle competencia al de mi hermana después de la fiesta, sin mencionar que solo traía una calceta.

- Ella, ella y solo ella. - balbuceo Jadeen tomando la botella del suelo. - Era lo único que decía cuando estaba borracho. - acaricio el cristal como si de una chica se tratase. - No sé qué mierdas tenia ¡¿Acaso era el mejor polvo del mundo?!

Quisiera venir una vez y no encontrarlo borracho, así podría tener una buena conversación. - ¡Dímelo Jean! - grito comenzando a llorar. - Dímelo maldita sea. - suspire observándolo, aunque sabía de quien hablaba quería preguntarle de todos modos haber que me decía a demás, de que era una experta desgraciando vidas. - Dímelo para saber si valió la pena.

- Jadeen, ya es suficiente. - le quite la botella, él estaba mal pero no era la mejor forma de manejarlo, a este paso sería un alcohólico que solo estaría ahogando sus penas en algo que no le ayudaría en lo mínimo. - ¿Por qué no mejor me cuentas algo?

- ¿Otra vez con esas mierdas, Lane? - se quejó su voz desafinada por el llanto. - Mi mejor amigo murió ¿qué quieres te diga? - suspire sintiéndome mal por él. - He estado borracho toda la semana. - por lo menos lo aceptaba. - Y mi cerebro no ha dejado de recordar todos los momentos que la pasamos juntos.

Debido a su estado de embriagues Jadeen me había contado algunas cosas, no de gran relevancia, pero cosas muy importantes en su amistad con Jean, así que eso de algún modo nos hacía algo cercanos aunque solo nos conocíamos desde hace una semana.

- Es mi culpa. - susurro sacándome de mis pensamientos. - ¡Todo esto fue mi maldita culpa! - trato de levantarse pero cayó al suelo sobre sus manos y rodillas. - Si no hubiera hecho esa fiesta en primer lugar.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Where stories live. Discover now