12. Planes Fragmentados.

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Fabián.

     Era finales de agosto cuando ya me había recuperado, no del todo, pero por lo menos podía caminar sin estar fingiendo frente a mis padres, tuve que abstenerme de cualquier esfuerzo que aún me causase dolor en la herida ya cicatrizada, por eso el uso del gimnasio por mi parte quedo descartado y me limite a salir a correr por las mañanas para despejar mi mente.

     Parecía ser la única forma que podía dejar de pensar, mientras me concentraba en no tropezarme con las personas a mi alrededor, en cruzar las calles en su debido momento, mi respiración y la música de mis audífonos lograba mantener exitosamente ocupado a mi cerebro.

     Aunque luego de unos días de seguir la misma rutina, comencé a sentir que me observaban, desde que salía a la calle muy de mañana hasta que volvía a casa, durante todo ese tiempo que corría, una sensación de que me estaban siguiendo me latía en la cabeza. Aunque no veía a nadie lo suficientemente sospechoso para comenzar a dudar, así que comencé a pensar que tal vez me estaba volviendo un paranoico después del tiroteo y creo que no era el único que lo pensaba.

     - ¡¿Ya quieres parar con eso?! – chillo mi hermana.

     Todas las mañana, Fiore ocupaba el gimnasio del sótano, era su hábito hacerlo por lo menos una hora, así que cuando llegaba de correr siempre me la conseguía ahí. Seguidamente le había estado comentando acerca de las sospechas que me causaba el testimonio que nos había estado dando Brith, hasta que le colmo la paciencia.

     - Primero sospechabas a muerte de Rylee y ahora es Brith. – me sonsaco mientras utilizaba la caminadora a toda marcha. – Ya ni te reconozco. ¿Cuándo fue la última vez que te relajaste? Porque pareces un chiflado.

    No respondí, me limite a beber agua sentado en un banco pegado a la pared no muy lejos de donde se encontraba. Se me había hecho imposible relajarme, desde que me levantaba hasta que me acostaba sentía una tensión en mí, ya que a diferencia de ella se me hacía mucho más difícil olvidar que tenía una diana en la espalda.

     - No he dejado de sospechar de Rylee. – mencione y mi hermana rio sardónica.

     - ¿No? Bueno, ambos pasaron toda la tarde de ayer metidos en tu habitación. – comento con un tono sugerente. – ¿No será que Jadeen tiene razón?

     Entorne los ojos, dándole una mirada severa a través de los espejos en la pared. Ella evadió mi mirada, sonriendo burlonamente de un chiste que a mí ni gracia y mucho menos satisfacción me causaba.

     - Ya sé que para la próxima no te menciono un coño. – me levante cabreado.

     - No es eso. – su voz jadeante de cansancio. – Fab, hermano, no paras de hablarme del mismo tema desde hace un mes. – puse los ojos en blancos y bufe. - No es que me valgas vergas, pero trato de volver a mi vida normal.

     - ¿Qué vida normal Fiore? – gruñí parado a unos dos metros de ella. – Estas llena de éxitos que te consumen lo normal de la adolescencia, ¿Cuándo fue la última vez que te relajaste? – utilice su misma pregunta. – Cierto, cuando asistimos a una fiesta hace un mes que termino en un asesinato.

    Fiore no respondió y suspire para darme la vuelta y dirigirme a las escaleras.

     - Toda esta jodida situación nos sacó de nuestro concepto de lo normal. – hable antes de dejarla sola.

     Al llegar al pasillo escuche actividad en la sala. Pase junto al baño de invitados bajo las escaleras y el montón de retratos familiares en la pared, al llegar a la sala ya no había más retratos en la pared, solo cuadros minimalistas.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Where stories live. Discover now