11. Más de una Cara.

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Jadeen.

     Estación de policía de Newark.

     Mis dedos tamborileaban en la mesa mientras esperaba, observe el reloj que estaba situado en la pared y luego hacia esa ventana con vidrio especial, que me reflejaba como un espejo aunque sabía que del otro lado me podían ver.

     La policía había llamado a mi puerta y luego me arrastro hasta aquí, deteniéndome como si fuera un criminal y manteniéndome retenido en una sala de interrogatorio, los primeros cinco minutos espere paciente a que alguien apareciera, pero mí paciencia se estaba agotando.

     Sabía porque estaba aquí y presentía con quien me encontraría, pues claro, si al detective Morgan no se le pasaba el mínimo detalle. Y una insignificante balacera ocurrida en un tranquilo vecindario no lo alertaría, pues, claro si tenía todas para inculparme como quiso hacerlo desde un principio, procurando y restregándome en la cara que era inestable mentalmente.

     Cuando la puerta por fin se abrió y lo vi entrar decidí ponerme cómodo para saber que loca teoría sacaría ahora, el tomo asiento al otro lado de la mesa, sus ojos negros observándome fijamente mientras ponía una bolsa plástica transparente con la gran etiqueta que tenía escrito “Evidencia”.

     - Jadeen Conway. – comenzó viéndome con recelo. - ¿Por qué no me sorprende?

    - ¿Cómo te va, Morgan? ¿Ya por fin conseguiste echar un polvo? – me burle desafiando su autoridad. Su rostro expreso desagrado y molestia, cosa que lo único que consiguió fue divertirme.

     - Iré directo al grano. – mascullo, vaya que el hombre era un amargado. - ¿Qué hacías en la calle Withman a las 1:30 de la mañana?

     - ¿Acaso no vivo por ahí? – espete obvio. – Yo sé que hacia ahí y no tengo que darte explicaciones de mi vida diaria, ahora dime tu loca teoría de que hacia yo ahí.

      Molesto golpeo la mesa, le cabreaba mi persona, mis aires, mi presencia y que le desafiara de esta manera lo incitaba a querer pegarme un puñetazo, pero claro que no podía, por eso siempre se contenía así mismo. Y claro, yo soy el mentalmente inestable.

     - Ocurrió una balacera en plena noche por un grupo de adolescentes. – gruño, para luego suspirar y pasarse las manos por el rostro en busca de la calma. – y se te vincula en el escenario. – arquee una ceja de forma expectante. – tus huellas fueron encontradas en el arma hallada en plena calle.

     ¡Ahgs! Claro, se le debió caer a Rylee mientras huía como la rata cobarde que es, no me sorprende luego de que Fabián tuvo que tirar de ella para que no le fusilaran el casco.

     No dije nada, no debía y ya conocía el procedimiento. Vi nuevamente el reloj en la pared y luego al detective. Antes de sonreírle con una falsa modestia. - ¿Y eso a mí qué? ¿Ya hicieron las pruebas de balística para comprobar que los casquillos tirados en plena calle coinciden con el arma? – su mirada se tornó oscura. – Si eso pensé.

     La puerta volvió hacer abierta y le sonreí abiertamente, el hombre vaya que era patético, el sonido de los tacones se escucharon por toda la sala cuando ambos volteamos ver. Una mujer alta, de figura esbelta, cabello castaño casi rubio con una clara apariencia de ya estar a mitad o a punto de pasar los treinta apareció en nuestro campo de visión.

     - Ni una pregunta más. – espeto seria pasando por un lado de la mesa para situarse junto a mi dejando el portafolio sobre esta.

     Mi abogada, o bueno, la abogada de mi madre. Solo había interactuado con ella una vez y fue el día cuando encontré a Jean más frio que un pez en mi casa. Aun así no me hacía mucha falta saber que era una mujer excepcional en su trabajo, su porte de elegancia era respetable, sus argumentos no fallaban y su mirada era intimidante.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Where stories live. Discover now