27. Adelantos Inesperados.

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Desconocido 1.

El frio de la noche hacia que pudiese ver mi propio aliento, los autos pasaban uno tras otro en las avenidas iluminadas, mi turno en el trabajo había terminado y ahora debía regresar aquella estructura a la cual me refería a hogar.

Newark era una ciudad bastante buena, conocida como el impulso financiero para llegar a New York, pues se encontraba a algunas horas de esta, mucha gente venía aquí para conseguir un trabajo que lo impulsase para irse allá, con ello el crecimiento de la ciudad había sido gigantesco y mediante más personas llegaban, más se extendía.

Yo era uno de aquellos soñadores que quería llegar allá, de esa forma conseguir un buen trabajo que moviera mis antojos, pero lamentablemente en ese aspecto mi suerte había sido del asco, resulta que la exigencia se estaba haciendo sentir, era una ciudad que mayormente estaba siendo movida por personas poderosas.

Empresarios, accionistas, dueños de constructoras e incluso narcos, pero nadie le prestaba mucha atención. La venta de drogas aquí era muy movida, no sorprendía ver a adolescentes dopándose en cualquier esquina de la parte baja de la ciudad, más que todo era aquella que se alejaba del centro o las costosas urbanizaciones.

Lo único bueno que podía decir que conocí aquí había sido a ella. Claro que verla la primera vez no me había bastado, luego seguidamente verla por el trabajo había sido un deleite, hasta que eso no me basto y pronto parecía que todo iba bien, fue cuando me di cuenta que era una señal, poseerla significaba el cumplimiento de salir de este asqueroso agujero, ella tenía un talento, un don de cautivar a los hombres tan solo con una mirada.

Si, bueno. Quizás no se había dado cuenta, pero llamo alguien quien era igual a ella, quien si le daba la talla, no como esa cuerda de peleles inservibles con los que se rodeaba, por eso decidí estudiar su círculo social, descubriendo la desagradable sorpresa de ese amante que tenía. Era repulsivo, no le merecía, así que decidí deshacerme de él, al principio fue algo calmado y pacífico, aun así mediante su ignorancia a mis amenazas decidí optar por medidas más drásticas.

Lamentablemente me había dejado segar por la estupidez, así que mediante la presencia de algunos testigos tuve que incluir lacayos a este plan, tenía que limpiar la basura inservible que le rodeaba y en un lento proceso ya sería mía, claro que mientras lo hacía no me impidió disfrutar de mi pequeña esbirro obsesionada.

Aunque percibí que ambos nos dirigíamos hacia el mismo objetivo, no me importo, luego me desharía de aquellos cabos sueltos los cuales me molestaban, como el chico de los ojos azules y soquete de los esteroides, al principio me había abstenido, pero ahora ambos se metían en mis asuntos y las moscas no se espantaban, se mataban.

Al llegar a mi apartamento el cual se encontraba en penumbras fue una bienvenida muy normal para mí, excepto que por costumbre solía pasar sin encender las luces mezclándome entre la oscuridad y de la nada la luz de la lámpara de la sala fue encendida, alertándome.

El cambio repentino de iluminación me afecto un poco, pero me mantuve en calma, eso lo debía hacer siempre debido a mis problemas cardiacos. Si, irónico. Un asesino que sufre del corazón, se supone que no debería agitarme, pero luego de ver que no me afecto en nada aquello que hice y pude seguir como si nada, creo que muy pocas cosas podrán matarme de un infarto.

Mis ojos viajaron por la estancia, encontrándomela sentada en el sillón individual aun lado de la lámpara con una expresión fría, sus ojos oscuros traspasándome en intensidad, eso nos diferenciaba.

Ella que con una mirada podía decir mucho, removerte los sentidos y expresar demasiado. Vaya don de transparencia que podía imitar, porque lo cierto es que muy dentro de sí guardaba tanto egoísmo y maldad que me daba gracia.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu