10. Los de Negro.

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Fabián.

      La puerta de la entrada fue abierta de forma violenta causando que la manilla golpeara contra la pared. El agua estaba estilando de nuestras ropas sucias que chorreaba por el suelo, mientras que los chicos me arrastraban en dirección a la cocina, sentía un jodido frio y el dolor parecía estar aumentando.

     - Quiten todo de la mesa. – ordeno Rylee dirigiéndose a uno de los gabinetes de la cocina. – Y recuéstenlo ahí.

     Las chicas quitaron el centro de mesa como el mantel que la cubría, antes de que Zack y Jadeen me lanzaran sobre esta con brusquedad, los muy gilipollas no tenían el mínimo concepto de lo que era la gentileza con un herido, así que no me detuve a quejarme.

     Estábamos completamente sucio, mojados, debido al frio se nos habían tornado los labios de un tono purpura, sin mencionar que yo además de agua goteaba sangre. – Ayúdenme a quitarle la camiseta. – Rylee apoyo mi peso sobre ella mientras que Brith le ayudaba y luego me recostaron de lado de forma que la herida quedara visible.

     Un botiquín de primeros auxilios fue puesto a mi lado, el tamaño de este me pareció  muy grande, pero no podía quejarme por eso ahora. – Alguien páseme la linterna que está en el cajón a la derecha.

     Rylee parecía estar calmada, dándole ordenes al resto para que le ayudasen y yo como su víctima, listo para ser un conejillo de indias porque dudaba mucho de que supiera en realidad lo que estaba haciendo.

     Luego de que tuviera la linterna en mano ilumino el área donde estaba la herida, examinando por alguna razón. – La bala salió. – musito sacando un par de cosas del botiquín.

     - ¿Y eso qué? – pregunto Fiore a su lado.

     - Significa que no habrá que la sacársela de una forma tan desagradable, solo lo hirió pero aun así habrá que suturarle la herida porque es profunda y sigue chorreando sangre. – le explico poniéndose unos guantes de latex.

      En el momento que escuche suturar me alarme, porque significaba que me iba agarrar puntos sin anestesia.

     Ella limpio la herida con alcohol, desinfectando y a mí haciéndome gruñir de dolor al contacto del líquido con la carne viva. – Zack. – mi mejor amigo el cual se mantenía a raya viendo con desagrado la observo. – Ve a mi habitación y en el cajón de la mesita noche encontraras un frasco de píldoras que me debes traer.

     El asintió comenzando a correr lejos de donde nos encontrábamos, note como un montón de gasas manchadas de sangre descansaban a mi lado y seguían multiplicándose, cosa que me alarmo porque estaba desangrándome ahí, recostado en una mesa en pleno comedor.

      - ¡Al diablo! ¡Quiero ir al hospital! – grite queriéndome parar, pero Rylee me obligo a volver al mismo sitio con una fuerza y brusquedad impresionante.

     - Ya no hay tiempo. – me regaño.

     El tiempo me lo podía pasar por el culo, yo no iba a dejar que me cosiera como una muñeca de trapo y estaba drogada si creía lo contrario.

     - Yo no voy a dejar que juegues a Barbie la enfermera conmigo. – le conteste.

     Ella me dio una mirada severa mientras cortaba el hilo especial para suturar, la aguja brillando con el contacto de la luz, fuera huido como un cobarde al notar lo decidida que estaba, pero Zack había vuelto.

     - Había dos frascos y no supe cuál era. – dijo tendiéndole uno primero.

     - ¿Tú le quieres dar anticonceptivos Zackary Thompson? – espeto Rylee agitándole el frasco y arrancándole el otro de la mano. – Se nos está desangrando, no chorreando leches. – tomo una de las píldoras y me la tendió. – Ten.

Hilos Negros ✓(Blood #1)Where stories live. Discover now